Alguna vez, todos nos hemos planteado por qué a determinadas horas nos cuesta más ponernos a trabajar que a otras. Y, a diferencia de lo se pueda pensar, no tiene nada que ver con el tipo de trabajo que realicemos, o el horario que tengamos asignado: Un funcionario que lleva trabajando 30 años de 8am a 3pm puede seguir sufriendo para activarse por las mañanas; de igual modo que un vigilante nocturno puede pasarlo realmente mal, si su cuerpo y su mente no se adecúan a la noche. Queramos o no, nuestra productividad está ligada a nuestros biorritmos. Y la ciencia distingue entre tres tipos de personas en función de sus ciclos de sueño: alondra, búho o colibrí.


Según un estudio llevado a cabo, hace un par de años, por la Universidad de Northwestern Medicine y la Universidad de Surrey en Reino Unido, existen tres patrones de biorritmo en los que más o menos encajamos todos los seres humanos. No se trata de estereotipos fijos e inamovibles, pero sí de perfiles que nos suelen definir. De ahí la importancia de conocer qué tipo de patrón de sueño tenemos, para saber qué tipo de trabajadores somos: probablemente, a ese funcionario que sufre por las mañanas no le vendría mal intercambiar su puesto, con ese vigilante nocturno que apenas es capaz de tenerse en pie por las noches.


La genética y el ambiente juegan papeles muy similares en nuestros biorritmos. Sin embargo, los autores señalan que "no estás condenado. En parte no tienes ningún control y en parte sí". Acostumbrarse a recibir la luz del día desde primera hora, establecer una rutina para acostarse regularmente, o reducir ciertos compuestos como la cafeína; pueden ayudar a que cualquier trasnochador de carnet empiece el día con más energía. Pero empecemos por lo básico: ¿eres alondra o búho?


'Alondras' o personas matutinas


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Son aquellos a los que les encanta despertarse temprano. Su biorritmo está preparado para empezar con plena energía y, en las tres primeras horas del día encuentran su pico máximo de productividad. Mantienen un alto nivel de concentración y son capaces de realizar casi cualquier tarea, mucho más rápido y con mayor efectividad. Es el modelo clásico de los trabajadores que aprovechan la mañana a tope para trabajar o estudiar. Es el perfil ideal para los empleos de 8 a 15 horas. Conforme va pasando el día, la energía de las 'alondras' va cayendo.


'Búhos' o personas vespertinas


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Son aquellos que se despiertan tarde por la mañana y, cuando tienen que hacerlo temprano por cuestiones de trabajo o estudios, lo hacen de mal humor. Su somnolencia les puede aletargar durante horas. Sin embargo, a lo largo del día van recuperando energía y encuentran su momento más productivo a partir de media tarde. Su mente funciona al contrario que la de una alondra y, por eso, su biorritmo les permite trabajar más y mejor desde que se activan y hasta que se acuestan. Y, por eso también, suelen tener más problemas para conciliar el sueño, ya que permanecen activos hasta altas horas.


'Colibríes' o el término medio


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Justo en el punto intermedio se hallan aquellas personas que no se despiertan plenas de energía por las mañanas, pero tampoco acusan el despertarse temprano. Son más adaptables a cualquier horario y, modifican su biorritmo con mayor rapidez que los demás en función de las circunstancias. Dentro de este grupo también estarían aquellos, que son incapaces de desconectar en todo el día: una alta carga de trabajo puede convertir a cualquier persona en una máquina, capaz de producir desde la noche a la mañana. El único problema es que esta situación puede tener serios problemas para la salud.


El estudio, que contó con casi medio millón de participantes, descubrió que incluso la forma en que dormimos influye en nuestra esperanza de vida: los 'búhos' tienen un 10% más riesgo de morir que las 'alondras'. En la muestra del estudio, 50.000 personas tenían más probabilidades de morir en los siguientes seis años y medio. No se analizó el caso concreto de los 'colibríes' que se despiertan a primera hora y no paran hasta la noche, acostándose a altas horas; pero otras investigaciones sugieren, que los adictos al trabajo sufren más estrés y otras enfermedades que quienes saben desconectar.





Actualidad Laboral / Con datos de La Información