La inteligencia artificial está revolucionando la forma en que vivimos. Es un proceso de transformación con un camino impredecible hacia lo desconocido. Eso sí. Sabemos que es necesario más que nunca recuperar los valores humanistas y poner a la persona en el centro del progreso.
Las herramientas de IA aplicadas a procesos de recursos humanos son un copiloto esencial para los profesionales de la función. Y está por venir una revolución en el ámbito de la creatividad, que impactará en los procesos de innovación de las organizaciones. La música y el arte son campos de experimentación en el avance del «pensamiento» creativo de la IA.
En la actualidad, las herramientas de IA no solo ayudan a los artistas en sus procesos creativos, sino que pueden llegar a generar obras por sí mismas. Desde la escritura de textos hasta la composición de música y la creación de imágenes, la IA ha abierto nuevas fronteras en la expresión artística.
El uso que se hace de las herramientas como el ChatGPT para el desarrollo de presentaciones o la redacción de discursos o cualquier otro tipo de textos del ámbito laboral, están llegando también al mundo de la literatura, el cine, el teatro, la música o la pintura. Para ahondar en este aspecto, tomaremos de referencia el Trabajo de Fin de Grado de representación de la figura femenina en la pintura impresionista. El caso de Edgar Degas y Mary Cassatt, de la periodista Anabel Cuevas, galardonado con el Premio Pilar Azcárate, de la Universidad Carlos III de Madrid, en 2024.
Habilidad creativa
La habilidad creativa de la IA proviene en realidad de su capacidad de análisis y reproducción. Detrás de los modelos de Inteligencia artificial se encuentran algoritmos de matemática compleja alimentados por millones de datos. La IA no es capaz de inventar una melodía de la misma manera que un humano, sino que en su proceso de creación es imprescindible el estudio y conocimiento de millones de otras melodías ya creadas. A partir de ellas, sí que es capaz de ofrecer una composición que no se ha escuchado antes. Sin embargo, sin este bagaje de millones de datos, esta “creación” es imposible.
Este proceso es el mismo que los algoritmos siguen para crear textos o imágenes. Y es por esta cuestión por la que al utilizar la inteligencia artificial en nuestro trabajo diario es necesario tener un conocimiento amplio previo que nos ayude a descartar el trigo de la paja. «La fuente de datos es Internet y todos sabemos que la calidad, veracidad y certeza de esa información es muy cuestionable», señala la autora.
¿Pero qué ocurre con las imágenes? En los procesos de verificación de las búsquedas de Internet, en numerosas ocasiones todos hemos tenido que marcar sobre un recuadro por ejemplo, «qué imagen es un semáforo». De esta forma, los millones de usuarios de Internet entrenamos al algoritmo para identificar elementos en imágenes.
El siguiente paso de este proceso es, una vez que hay suficiente información y datos almacenados, empezar a crear. Imaginemos que queremos pedirle a la IA que genere un cuadro impresionista. Para ello, el algoritmo estudiaría en milésimas de segundo los cientos o miles de cuadros impresionistas que hay en Internet de artistas como Claude Monet, Édouard Manet, Edgar Degas o Pierre-Auguste Renoir, algunos de los principales exponentes de este movimiento.
Fijándose en las obras de estos artistas, y gracias a la información que durante años hemos estado facilitando, el cuadro creado por IA estaría sin duda marcado por la luz, la gran protagonista en las pinturas de esta corriente. Si no le especificáramos la temática del cuadro, lo más probable es que reflejara un paisaje, la segunda gran obsesión de los impresionistas. Sin embargo, también podría generar una escena campestre o de la vida moderna del París del siglo XIX.
Sin embargo, la Inteligencia Artificial también permite hacer peticiones más concretas. Por ello, podríamos pedir sin problema que el cuadro tuviera como protagonista a una mujer. Para crear esta pieza, el algoritmo debería fijarse de nuevo en el conjunto de datos ya existentes sobre cuadros impresionistas protagonizados por mujeres. La base de datos que usara como referencia determinaría sin duda la composición de la obra.
El papel histórico de los sesgos
El impresionismo fue un movimiento artístico con una importante participación femenina en comparación con otras corrientes anteriores. Sin embargo, se suele conocer en mayor profundidad la aportación de pintores hombres, quienes representaron el París del siglo XIX desde una perspectiva masculina. Esto se evidenció en sus obras de varias maneras: retrataron escenas cotidianas en lugares públicos que las mujeres tenían prohibido frecuentar, la representación femenina en sus cuadros estuvo caracterizada por un marcado carácter sexual…
Si para crear el cuadro hipotético la inteligencia artificial tuviera en cuenta únicamente las obras de los pintores impresionistas, este reflejaría a las mujeres como objetos o símbolos sexuales, en línea con el pensamiento imperante en la época. Las mujeres que los artistas hombres pintaron en sus cuadros eran mayoritariamente «mujeres malas” (aquellas que estaban en la calle sin acompañamiento masculino por ser trabajadoras o prostitutas) o artistas (principalmente bailarinas o cantantes). En ambos casos el reflejo que hacían de ellas reproducía los estereotipos sociales basados en el patriarcado y la cosificación.
El cuadro producido por la IA reflejaría fielmente la visión masculina del impresionismo, pero sería una representación incompleta y fruto de un sesgo algorítmico. La subrepresentación de las obras de artistas mujeres en los conjuntos de datos históricos contribuiría a una perspectiva limitada y parcial del arte impresionista. Al limitarse a referencias de cuadros pintados por hombres, la IA no podría capturar la diversidad de formas en que las mujeres fueron retratadas en este movimiento artístico.
Existe una clara diferencia entre las obras masculinas y las que pintaron artistas impresionistas como Mary Cassatt, Berthe Morisot, Marie Bracquemond o Eva Gonzalès. Así se explica en La representación de la figura femenina en la pintura impresionista. El caso de Edgar Degas y Mary Cassatt, trabajo que estudia las diferencias que existen en la manera de representar a las mujeres en los cuadros de una pintora y un pintor impresionista que fueron muy cercanos. Y es que, a pesar de que ambos artistas pertenecieron al mismo movimiento y mantuvieron una relación estrecha, las mujeres que pintó Mary Cassatt se alejan de la cosificación y sexualización que predominó en las obras de Edgar Degas.
Y este es sólo un ejemplo que tiene su contexto en nuestra sociedad occidental. Pero si analizáramos los contextos de otras zonas del planeta descubriríamos también sesgos similares. La cuestión es que en Europa existe una conciencia social de gestionar adecuadamente la diversidad con el objetivo de garantizar cuestiones éticas y de derechos humanos, y también de contribuir a la generación de riqueza.
El caso de la herramienta de IA de Google que confundía a las personas negras con gorilas es una muestra de cómo un entrenamiento incorrecto de un algoritmo puede amplificar hasta límites insospechados los sesgos de las personas que llevan a cabo la programación. Y es fundamental que desde recursos humanos se tome en consideración esta realidad sesgada para evitar incumplir la normativa laboral y retroceder en los avances conseguidos en materia de igualdad y diversidad.
Actualidad Laboral / Con información de Observatorio RH