A lo largo de la historia ha habido muchas opiniones sobre lo que hace a un gran líder. “Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe. Cuando su trabajo esté hecho, su objetivo cumplido, dirán: lo hicimos nosotros mismos”, dijo Lao Tzu, filósofo chino.
“Un auténtico líder no es un buscador de consenso, sino un moldeador de consenso”, expresó Martin Luther King Jr, líder estadounidense de los derechos civiles.
El mundo tiene problemas. En su último Informe sobre Riesgos Mundiales, el Foro Económico Mundial diagnosticó “una perspectiva predominantemente negativa para el mundo en los próximos dos años, que se espera empeore en la próxima década.”
En un intento por cambiar esta trayectoria, los líderes buenos tendrán que dar un paso al frente para ayudar a navegar estos tiempos turbulentos, y una nueva generación de líderes tendrá que estar preparada para intervenir.
Los grandes líderes saben adónde quieren ir y llevan a los demás con ellos, aprenden de la experiencia, establecen -y demuestran- altos niveles de integridad y responsabilidad, delegan bien, cuando ven un problema, ofrecen una solución. Inspiran confianza, cortan por lo sano y sirven.
Algunos aspectos del liderazgo tienen más peso ahora que en el pasado. Por ejemplo, con la globalización y la innovación tecnológica cambiando rápidamente el lugar de trabajo, es más importante que nunca que los líderes empresariales sean adaptables. Esto implica estar dispuesto a cambiar de opinión y estar abierto a las ideas, sin importar de dónde o de quién vengan.
Nolo saben todo
En consecuencia, los mejores líderes empresariales de hoy aceptan que no pueden saberlo todo y se sienten cómodos con esa ambigüedad. Sobresalen trabajando con una amplia variedad de partes interesadas. Por supuesto, deben tomar decisiones difíciles, pero antes son convocadores y motivadores cuando trabajan para encontrar soluciones.
Además, los líderes de hoy deben ser más empáticos. Dado que el ritmo del cambio tecnológico es tan rápido, la dimensión humana del liderazgo es cada vez mayor. Makoto Uchida, Consejero Delegado de Nissan, lo resume así: “Hay que liderar con el corazón y no solo con la cabeza.”
En su reciente libro The Journey of Leadership: CEOs Learn to Lead from the Inside Out, cuatro autores de McKinsey llaman a esto “liderar desde dentro hacia fuera”, y sostienen que esta habilidad comienza con un profundo autoconocimiento. Un buen liderazgo, dicen, consiste en equilibrar sus duras habilidades empresariales con las habilidades blandas de liderazgo, que a veces son las más difíciles de reunir y a menudo distan mucho de los estilos de gestión de épocas anteriores.
El liderazgo del siglo XXI (y más allá) tiene un sentido de propósito: sabe que marcar una diferencia positiva va más allá de hacer números y requiere un compromiso sincero para mejorar la vida y los medios de subsistencia de las personas y restaurar la salud del planeta.
Identifica problemas apremiantes que antes podrían haberse pasado por alto y, después, concibe formas innovadoras de abordarlos.
Actualidad Laboral / Con información de Revista EyN