La gente odia dejar un trabajo sin tener otro esperándole, no solo porque las empresas prefieran contratar a personas que ya están trabajando, sino porque también parece un fracaso. Irse de un puesto sin tener otro previsto da la sensación de que la persona "no pudo aguantar el tipo". Sin embargo, hay veces que es muy importante simplemente dejarlo pasar y abandonar.
Este es un ejemplo personal: mi novio jamás había practicado esquí acuático. Mi padre le desafió a probarlo en el océano por la zona de Cabo Cod, en Estados Unidos. Mi novio esperó sentado en el agua con sus esquís mientras mi padre pisaba a fondo el gas de su barco de pesca con una potencia ridícula. Los pies de mi novio salieron despedidos. Él sonreía y sujetaba el asa de la cuerda, pero sus pies iban por delante de su cuerpo y tenía la cabeza debajo del agua. "¡Suelta! ¡Suelta!", le dije. Si mi novio no hubiese soltado el asa podría haberse ahogado, nunca nos habríamos llegado a casar ni vivir felices para siempre.
Lo mismo puede decirse del trabajo. A veces, si uno no 'suelta' su trabajo, éste puede destruir fácilmente su carrera. Hay dos momentos en los que debería considerar dimitir incluso sin tener otro empleo acordado:
- Cuando cree que sucede algo ilegal o poco ético en el trabajo y le preocupa que le haga quedar mal.
- Cuando su trabajo actual perjudica su salud y vida fuera del trabajo
Recomendaciones para dimitir
Antes de renunciar, sin embargo, necesitará elaborar un plan que incluya cuándo y cómo va a presentar su dimisión, a quién pedirá recomendaciones y, de forma más crítica, qué va a decir acerca de sus motivos. Aquí detallamos unos ejemplos:
Beth (no es su nombre real) fundó una empresa con dos amigos de la escuela de negocios. Cuando se enteró unos años después de que sus socios podrían estar estafando a sus clientes, Beth se dio cuenta de que había llegado el momento de salir de la empresa. Probablemente no solo perdería su puesto, sino también su inversión en la empresa. Pero quedarse en la compañía no era una opción cuando algo mucho más valioso estaba en juego: su reputación.
Elaboró un buen plan. Contrató un abogado para entender mejor sus obligaciones, fijó una fecha para presentar su dimisión, y escribió una carta de renuncia con un elaborado razonamiento sobre su salida. Decía: "Ha sido muy emocionante trabajar con ustedes en esta start-up. No lo cambiaría por nada del mundo. Pero ahora me conozco un poco mejor [a mí misma]. No puedo sentirme cómoda con la falta de estructura y organización.".
Entonces, Beth contactó y se aseguró sus potenciales referencias: un antiguo jefe, un cliente actual y un compañero actual. Todos avalaron sus motivos para dejar el trabajo, pero no compartió sus sospechas sobre sus socios con ninguna de sus referencias porque no habían sido demostradas. Beth se fue con su reputación intacta y encontró otro trabajo en apenas cuatro meses.
Paul (no es su nombre real) era un entregado vicepresidente de una empresa que había pasado por una fusión difícil. Paul tiene tres hijos, uno de los cuales presenta necesidades educativas especiales. Antes de la fusión, a Paul se le consideraba una estrella. Después, en cambio, parecía incapaz de hacer nada que complaciera al nuevo equipo directivo. Paul se percató de que, uno por uno, sus compañeros de antes de la fusión o bien les despedían o les forzaban hasta abandonar. Paul estaba comprometido con sobrevivir por el bien de su familia.
Pero el trabajo le pasó factura. Engordó 14 kilos y sufría náuseas cada mañana al acudir al trabajo. Tenía tanta ansiedad que su familia y amigos empezaron a preocuparse. Cuando su médico expresó las mismas preocupaciones, Paul supo que tenía que marcharse tuviera o no otro trabajo en la recámara. El problema era que Paul estaba bajo vigilancia y trabajaba demasiadas horas como para buscar un nuevo trabajo. Estaba tan estresado que tampoco lo haría bien en las entrevistas.
Paul elaboró su plan. Recopiló referencias sobre sí mismo, sobre todo del equipo de dirección anterior a la fusión. Entonces, fijó una fecha para dimitir y preparó una carta que no decía nada sobre su estado de salud, pero en la que agradecía a sus superiores haber mantenido su puesto después de la fusión. Paul les daba las gracias por todo lo que había aprendido, aunque indicaba que buscaba redirigir su carrera más hacia las ventas y el marketing.
Paul nunca dijo: "¡Me pusieron literalmente enfermo!". Sabía que alguien podría querer contactar con esos superiores para preguntar por él; quería que al menos diesen una valoración neutra. Su plan funcionó. Sus referencias de antes de la fusión le ayudaron a encontrar un nuevo trabajo.
El plan perfecto para dimitir en cuatro pasos
Entonces, ¿cuáles son las lecciones de las transiciones profesionales de éxito de Beth y Paul? Si decide dimitir antes de tener otro trabajo a la espera, siga estos pasos:
- Elabore un plan para cómo va a dimitir, a quién se lo comunicará y cuándo exactamente. Póngalo en su calendario. ¿A quién más deberá informar en cuanto haya presentado su renuncia? Añádalos a su plan.
- Busque tres buenas referencias sobre su trabajo. Al menos una de las referencias debería salir de su empresa actual. Si prefiere no pedirlo a su jefe, pídala a un compañero, subordinado y cliente.
- Redacte una breve carta de renuncia. El documento debería incluir un agradecimiento para su empleador actual y una dirección profesional nueva creíble. Incluso si tiene planes de dimitir en persona, lleve esa carta a la reunión y entréguesela directamente a la persona responsable. Asegúrese de no echar las culpas a nadie, ni siquiera a sí mismo. Podría pasarle factura más adelante.
- Ejecute el plan. El día después de despedirse será el primer día del resto de su carrera.
Actualidad Laboral / Con información de HBR / Priscilla Claman