Entre todos los animales que te puedes encontrar en la jungla de la oficina, los depredadores son los más peligrosos. Quien mejor los identifica es José Manuel Muriel, autor de ‘Esta empresa es un zoo’.
En este grupo se encuentran cocodrilos, hienas, buitres, zorros y un largo etcétera cuya forma de actuar guarda cierta similitud con la que adoptan algunos profesionales. Muriel también analiza a los neutros, los poderosos, los libres y los locos.
Todos ellos comparten esa oficina en la que viven otros: la tribu. A estos te será más fácil identificarlos, pero son igual de peligrosos: los trepadores, los aduladores, los agazapados, aquellos que se cuelgan méritos ajenos, los que siempre tienen un motivo para perder el tiempo y otros tantos profesionales tóxicos que no se van de vacaciones.
Si te toca trabajar, saber quién es quién te ayudará a sobrevivir y te convertirá en el mejor consejero para poner en antecedentes a los más incautos y, sobre todo, a aquellos que están de vacaciones y viven ajenos a lo que se pueden encontrar a la vuelta, porque eso, de momento, no te puedes enterar en las redes sociales.
El zoo
Depreradores: peligrosos; tienes que aprender a reconocerlos.
- Cocodrilo: esquivo, siempre alerta para cazar a su presa.
- Hiena: solo piensa en su bienestar y se aprovecha del esfuerzo del resto.
- Buitre: actúa cuando nadie lo ve, no aporta nada; carroñero, trata de morder la mano que le da de comer.
- Zorro: huidizo, no ataca nunca sin estudiar a su presa y diseñar un plan.
- Serpiente: muy peligrosa, no la ves venir, te confías y ataca cuando menos se espera.
- Murciélago: terrible, vive a costa de los demás.
Neutros: no son peligrosos, pero no te ayudarán.
- Avestruz: eficaz si las cosas van bien; es una pared cuando hay que tomar decisiones.
- Hipopótamo: no le importa estar horas en la oficina… si no tiene nada que hacer.
- Cebra: gusta por su porte y actitud, pero huye ante el mínimo atisbo de dificultad.
- Mono: siempre va en grupo con los de su especie. Suelen ser muy numerosos y son los que más ruido hacen. Pero también son muy sociables y laboriosos si se les entrena bien.
- Búho: poco comunicativo, inofensivo, conformista y feliz.
Mitológico: soñador, piensa que es otra cosa que no existe.
- Loro: habla y habla, mira a los demás pero no los ve.
Poderosos: solo son peligrosos ante el ataque, pero puedes esperar cosas positivas.
- Lobo: astuto y solitario, va en manada para cazar. Fuerte, eficaz, trabajador y flexible.
- León: es el rey. Su presencia destaca; respetado, solo ataca para defender su territorio o por hambre. Procura no comerle el terreno, te cazará.
- Oso pardo: tímido, fascinante y generoso, sabe dejar participar a los demás. Le gusta vivir en libertad.
- Rinoceronte: fuerte, pero noble, tranquilo y apacible, conviene no atacarle.
- Elefante: enorme y poderoso, es perezoso, pero si se le controla y se le exige es muy trabajador.
- Caballo: grande, apuesto y noble, se integra en manada. Laborioso y resistente.
Libres: dependen de ellos mismos, son libres de sus actos. Sin embargo, al no vivir en un zoo, siempre están expuestos al riesgo.
Locos: su comportamiento no responde a ninguna pauta y sus reacciones son inesperadas.
La tribu
Corre pasillos: incesantes y con total naturalidad pasan buena parte de su jornada laboral paseando por la oficina. Los encontrarás en la máquina de café, hablando con compañeros o en la impresora, pero pocas veces en su sitio. Aunque su presencia puede llegar a ser insoportable, su actividad les convierte en los primeros en enterarse de cualquier asunto personal, profesional y empresarial… siempre están alerta y les encanta.
Trepadores: tienen poca empatía con sus compañeros, lo que les permite seguir con su actividad al no establecer vínculos afectivos. Su meta: llegar a lo más alto.
Aduladores: personas inseguras que no confían en sus propias capacidades y por eso se centran en adular a los que pueden decidir sobre su futuro.
Relaciones públicas: tienen una elevada empatía, son extrovertidos y caen bien a los demás. En ocasiones organizarán reuniones con sus compañeros fuera de la oficina (cenas, comidas, etcétera).
Todo lo saben: tienen una respuesta para todo, aunque no se ajuste estrictamente a la pregunta. Pueden parecer instruidos, pero acaban cayendo mal a sus compañeros porque aparentan querer quedar siempre por encima de los demás.
Mandones: arquetipos egocéntricos que opinan que su forma de hacer la cosas es la adecuada y no tiene en cuenta a los demás.
Medallistas: intentarán apropiarse para sí los triunfos colectivos. Pensarán o intentarán que la gente piense que los éxitos logrados se consiguieron gracias a ellos.
Gruñones: tienen una actitud arisca con los demás. No son partícipes de las bromas y los juegos de la oficina. En ocasiones esconden una personalidad vulnerable que protegen con una coraza de hostilidad.
Agobiados: no manejan el tiempo ni su estrés. Pueden contagiar su pésimo estado de ánimo habitual al resto de la oficina.
Agazapados: tienen la iniciativa y las actitudes que demanda el mercado laboral y ellos lo saben. Solo están esperando la mejor oportunidad para dar el salto a otro proyecto que alimente su carrera.
Acomodados: no hacen ni el más mínimo esfuerzo por destacar y si tienen alguna idea, por muy buena que sea, nunca la plantearán. Se han acomodado en su puesto de trabajo y procuran pasar inadvertidos.
Holgazanes: ni siquiera se preocupan por cumplir sus funciones. Hacen todo lo posible por prolongar cada una de sus tareas, cuando en realidad no hacen más que holgazanear. Fingen estar ocupados, pero solo están pasando el rato.
Emprendedores: su actitud e iniciativa son similares a las de los agazapados, pero tienen una idea de negocio muy clara que pondrán en marcha en cuanto consigan financiación. Pueden llegar a ser los más agresivos para la empresa: su ‘start up’ se puede convertir en un competidor implacable.
Conformistas: no se quejan, no hacen ruido y su actitud complaciente puede llevar a la quiebra a cualquier equipo de trabajo. Como no llaman la atención, nadie se fijará en ellos cuando lleguen los despidos.
Escaqueadores: siempre tienen la excusa perfecta para escapar de sus obligaciones. Lo peor de todo es que lo hacen con tal arte, que pueden resultar hasta simpáticos. Es uno de los grupos más nutridos, desde los natos -ya de niños nunca recogían sus juguetes- a los jetas, los invisibles, los paseantes y hasta los que llegan a jefes. Los últimos que se han sumado a esta terrible tribu son los digitales: están como si no estuvieran, siempre entretenidos con su WhatsApp, redes sociales o alimentado un blog ajeno a sus obligaciones laborales.
Actualidad Laboral / Con información de Gestión Perú