En febrero de 2011, Watson participó durante tres días en Jeopardy, el concurso televisivo producido por Sony Pictures Television en Estados Unidos. No tendría nada de particular si no fuera porque Watson –que toma su nombre del fundador y primer presidente de IBM, Thomas J. Watson– no es una persona normal. Ni siquiera es un ser humano. Se trata de un sistema de inteligencia artificial capaz de responder a preguntas formuladas en lenguaje natural. Y así, a base de responder preguntas, Watson consiguió derrotar a sus dos oponentes humanos, Brad Rutter –el ganador que más dinero había recaudado en toda la historia del programa– y Ken Jennings. La máquina recibió un millón de dólares, mientras Jennings y Rutter se llevaron 300.000 y 200.000 dólares respectivamente.
Watson puede considerarse así un pionero entre los robots y artilugios que han osado colarse en la vida diaria de los hombres, interfiriendo en ella. Así lo hizo al menos durante aquellos tres días con millones de espectadores estadounidenses y, por supuesto, con Jennings y Rutter, hasta entonces concursantes imbatibles.
Si esto es posible en un concurso de televisión, ¿cómo reaccionarías si un robot fuera tu compañero de trabajo, cambiando –aunque fuera para bien– tu día a día laboral, los modelos de empleo e incluso la cultura de tu organización? No se trata de ciencia ficción, porque ya está pasando. Y te puede ocurrir a ti. En un futuro cercano, o ya en el presente, los humanos confiamos en los robots para gestionar la agricultura, las infraestructuras, el transporte, la salud y la medicina, nuestra seguridad o las manufacturas.
Lo más sorprendente es que la interacción avanzada entre personas y máquinas transformará el concepto de trabajo, las relaciones laborales y la vida de nuestras organizaciones. Robots como Beam –autónomo, que no depende de microcontroladores y que no es programable–, o Vgo –un sistema de telepresencia robótica– han extendido estas "herramientas" más allá de las líneas de montaje o de las fábricas, haciendo posible la convivencia con profesionales "de cuello blanco".
Los robots podrían sacar lo mejor de nosotros mismos en el entorno laboral, y pueden convertirse en una ayuda inestimable: suprimir tareas, oficios y profesiones mecánicas u obsoletas, e incluso generar nuevos perfiles y necesidades profesionales.
Una de las grandes novedades en esta relación profesional inédita es lo que se conoce como "inteligencia social", que lleva a conseguir que el trato que tengas con un robot sea más parecido a la manera en la que interactúas con otras personas. Se trata de darle ciertos parámetros a un robot para que sea capaz de entender, por ejemplo, que si hace de recepcionista o botones en un hotel, pueda percibir si el cliente está satisfecho. La "inteligencia social" permite un nivel de relación más allá de la pura tarea.
José Prieto, socio del departamento de Laboral de Baker & McKenzie, comienza planteando la cuestión de si los robots pueden considerarse trabajadores o "empresa", y responde que "serán más una parte empresarial y se entenderán como brazo ejecutor de la organización. Es una vía de solución del trabajo controlada por la compañía".
Una nueva influencia
Marcos Eguillor, fundador de Binary Knowledge, cree que, efectivamente, estos nuevos compañeros de fábrica u oficina tendrán una gran influencia en nuestra forma de entender y realizar nuestro trabajo: "Van a ayudarnos a llegar donde hoy no podemos, por fuerza física o por capacidad de analizar información. Pero serán tan autónomos e independientes como nosotros queramos que sean, y siempre va a haber un humano detrás que será el responsable".
Eguillor opina que la capacidad de tomar decisiones autónomas es lo que puede darnos miedo de los robots. Aunque tales resoluciones no están basadas en el libre albedrío: están programadas.
José María Gasalla, profesor de Deusto Business School, considera que "cuanta más tecnología tengamos, más humanismo nos debería hacer posible". Explica que los robots están para controlar, ayudarnos y educarnos –facilitan nuestra capacitación–, y asegura que intercomunican, interpretan y también aprenden, pues sostiene que hay una retroalimentación del aprendizaje entre humanos, máquinas, y viceversa. Se trata de un aprendizaje continuo que también enseña a las personas.
Eva Díez-Ordás, asociada principal del departamento de Laboral de Garrigues, afirma que "la integración de robots en el mundo laboral no cambiará las relaciones de trabajo de la noche a la mañana, de la misma forma que tampoco lo hicieron los ordenadores o el correo electrónico, puesto que éstos necesitaron algún tiempo. Pero no quedará más remedio que adaptarse, con la obligación añadida de estar al día".
En este sentido, Díez-Ordás considera que las organizaciones tendrán que adaptar sus códigos de conducta o sus convenios colectivos para reflejar en ellos la nueva relación con estos agentes recién llegados al mundo laboral.
José Prieto explica que "muchos aspectos de esta nueva relación de trabajo y convivencia profesional no están en la ley, por lo que en el ámbito de las empresas esta interacción se empezará a regular por medio de políticas internas".
Pilar Menor, socia directora de DLA Piper España, también se refiere a la ausencia de regulación laboral para esta nueva relación profesional entre humanos y robots, y señala que "dependerá de la sofisticación de los segundos para modificar la legislación en cuestiones como la prevención de riesgos laborales. Aunque esto no se ve de momento como algo inmediato".
Menor concluye que "cuando la tecnología sustituye a la mano de obra, se produce una modificación de las condiciones de trabajo. Es evidente que la convivencia profesional con los robots puede dar lugar a la amortización de puestos por causas tecnológicas, ya que desaparece el contenido de determinados puestos y la reducción de jornadas laborales. Pero también puede contribuir a mejorar la competitividad, a crear nuevos negocios y generar empleo".
Así cambiará tu vida profesional
Si aún no has leído a Isaac Asimov quizá deberías empezar mañana mismo. Así podrás empezar a entender mejor a estos nuevos compañeros de trabajo que cambiarán tu vida laboral y la de tu compañía. Entre otras muchas descripciones de estos colegas revolucionarios, el visionario Asimov formulaba tres leyes que podrán servirte en el día a día de la oficina: la primera ley es que un robot nunca debe dañar a una persona. La segunda, que el robot debe obedecer a la persona, siempre que esto no viole la primera ley. Y la tercera es que el robot debe proteger su propia existencia, salvo violación de la primera y segunda ley.
Entender y valorar esta nueva relación laboral con los robots resulta determinante en un escenario profesional que presenta cambios y nuevas situaciones:
* Aunque los expertos determinan que, por el momento, el robot sería una propiedad de la empresa, una especie de brazo ejecutor, hay quien especula con algunas cuestiones referidas a lo que podría ocurrir con los contratos, la extinción de éstos y la retribución.
Algunos, mucho más audaces, plantean la posibilidad de conflictos que tienen que ver con la representación de los trabajadores... ¿También con los robots? Marcos Eguillor, fundador de Binary Knowledge, cree que "en el caso de las máquinas, el único 'derecho' es que tengan mantenimiento. Eso podría identificarse con una cierta clase de reconocimiento, pero el robot es un ser inanimado que está al servicio del humano para realizar una tarea concreta. Hablar de derechos parece algo excesivo".
* Por lo que se refiere a la seguridad y la salud laboral, ambas cuestiones se verán afectadas por la interactuación entre trabajadores y máquinas. Eva Díez-Ordás, asociada principal del departamento de Laboral de Garrigues, opina que en términos de prevención de riesgos, la colaboración entre robots y humanos evitará muchos accidentes laborales, pero surgirán nuevos riesgos de tipo psicosocial: "Tendrán que ver con esa nueva relación entre profesionales y máquinas, que es totalmente distinta. Por ejemplo, el estrés que puede generar el trato con un robot durante toda una jornada laboral".
* Los cambios en la jornada laboral serán evidentes. La fiebre del presentismo que aqueja a muchas organizaciones en las que cuenta más el ‘estar’ que el 'hacer' bajará unos cuantos grados cuando algunos compañeros robots desarrollen tareas en la compañía durante las 24 horas. Serán competidores imbatibles para los presentistas, y plantearán un cambio en los perfiles profesionales y en la cultura de las organizaciones, mucho más enfocadas a la eficacia.
* Marcos Eguillor explica que otro aspecto de nuestras vidas que puede verse influido por la utilización de la robótica en el ámbito laboral tiene que ver con el Internet de las cosas. Aquí se refiere, por ejemplo, a envíos, transporte o a la energía, ya que el abaratamiento de sensores y la popularización de la conexión a Internet hacen más fácil que nunca la monitorización del consumo, la anticipación de la oferta producida y la demanda de la Red. Y por supuesto en el ámbito de la salud, donde uno de los grandes retos es crear un dispositivo que permita capturar información de calidad sobre nuestro estado físico.
* Los robots también aumentarán las habilidades de algunos profesionales. Un ejemplo de esto es el recurso de los exoesqueletos, o los wearables, que harán nuestra presencia en Internet totalmente continua, generando y recibiendo una mayor cantidad de información que en la actualidad. Marcos Eguillor recuerda que "necesitamos que haya quien aporte capacidades que no tenemos (exoesqueletos o sensores). Cuando queremos ir más allá y se dota de inteligencia a esos aparatos es cuando necesitamos relacionarnos". Eguillor habla también de la inteligencia artificial, la nanoelectrónica o los superconductores, de los sistemas complejos adaptativos, o de los sistemas autónomos, tipo Google Car o Tesla.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión