Debido a la globalización y al incremento en la velocidad a la que se mueve el mundo, la promoción de la salud mental se ha convertido en un reto a nivel mundial para las organizaciones.


Los entornos laborales ya no son lugares de satisfacción y realización personal, sino entornos de preocupación y agotamiento mental por falta de reconocimiento, falta de crecimiento, entorno negativo, jefes controladores, espacios de trabajo incómodos, rigidez en el horario, etc.


Estrés y entorno económico


La Organización Mundial de la Salud estableció en 2008 la importancia de realizar una diferenciación entre los países desarrollados y en desarrollo para el estudio del estrés laboral, dado que los entornos condicionan la salud laboral. El problema del estrés laboral se desarrolla según el modelo económico implantado.


Ante los altos costos del estrés laboral y el desgaste profesional para las personas, la sociedad y también para las organizaciones, la Unión Europea, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo han intentado que las empresas introduzcan medidas tanto de prevención como de intervención ante el estrés en el trabajo. Los servicios de salud de las organizaciones también tienen que participar en ello y estar instruidos sobre la materia.


Al combatir el estrés laboral se favorece al trabajador, pero también al empleador. Aunque esto tenga un costo monetario, supone una inversión que evita pérdidas económicas incluso en el corto plazo.


Los datos y el método


Dentro de este contexto, hemos analizado hasta qué punto el nivel de estrés soportado por los trabajadores está relacionado con la riqueza de los países en los que ejercen su actividad.


Se ha puesto en relación el nivel de estrés laboral declarado por los trabajadores (variable a explicar) con distintos indicadores de riqueza nacional (variables explicativas). Y hemos explorado los resultados al considerar indicadores alternativos de riqueza.


Los datos proceden de la encuesta International Social Survey Programme (ISSP), correspondiente al año 2015, y también de bases de datos de organismos públicos (Banco Mundial y Organización de las Naciones Unidas). La muestra finalmente seleccionada está compuesta por un total de 15.665 asalariados de 34 países.


Para explicar el nivel de estrés soportado por los asalariados, se han considerado algunas características del trabajador como su edad, los años de escolarización, la situación laboral de la pareja, etc. También consideramos las del puesto de trabajo que ocupa: titularidad de la empresa, percepción de discriminación o acoso, características de los horarios de trabajo, estabilidad laboral, nivel de ingresos, etc.


Para cumplir con el objetivo de esta investigación, pusimos en relación el nivel de estrés declarado con indicadores alternativos de la riqueza de las naciones involucradas. Como variables de riqueza se consideran el PIB per cápita, la paridad de poder adquisitivo y el Índice de Desarrollo Humano.


Principales hallazgos


El análisis muestra que los países más ricos de entre los 34 de los que se cuenta con información son Suiza, Noruega, Dinamarca, Islandia y Suecia, mientras que los más pobres serían India, Filipinas, Georgia y México.


La ordenación de los países, según el porcentaje de trabajadores que se declaran como muy estresados, muestra que los más desarrollados son los que aparecen en las posiciones altas del ranking. Sorprendentemente, ahí es donde se dan los puestos de trabajo más cualificados y las personas disfrutan de mayores beneficios y facilidades: accesibilidad a la salud, a la educación, etc.


El resultado fundamental es que los trabajadores residentes en países ricos declaran mayores niveles de estrés que los que viven en países pobres. Tomando a Australia como país de referencia, el nivel de estrés es menor en Surinam, México, República Checa, Georgia, Hungría e Israel. En cambio, los trabajadores más estresados se encuentran en Bélgica, Austria, España, Noruega, Eslovenia, Suecia y Japón. De este segundo listado, seis países pertenecen a Europa, lo que confirma que la población más estresada la podemos encontrar en dicho continente.


Posibles explicaciones a estos hallazgos


Las estimaciones dejan ver que los países con menor nivel de estrés con referencia a Australia tienen economías poco consolidadas. La opción está entre trabajar bajo unas malas condiciones laborales o no tener un empleo.


Por otra parte, y hablando en términos generales, en los países pobres el estrés se concibe más como un simple dolor o malestar que como enfermedad. Además, la espiritualidad suele tener un gran protagonismo .


También necesitan contar con un equilibrio entre la vida laboral y la personal para, por ejemplo, poder cuidar de familiares o miembros de su comunidad. En esta cuestión influye la fragilidad de las instituciones y la carencia de políticas públicas de atención médica y cuidados.


El estrés en los países desarrollados


Pese a que la puesta en práctica de medidas antiestrés en el entorno laboral es más frecuente en los países desarrollados, los niveles de estrés son más altos. Esto puede tener una explicación subjetiva. Las sociedades de los países ricos son más conscientes de lo pernicioso que es el estrés para la salud, por lo que sus trabajadores son más críticos a la hora de puntuar su situación específica.


Si bien los países desarrollados gozan de un mayor crecimiento económico, esto ha tenido efectos negativos en lo que respecta a la situación de sus trabajadores. La competencia entre empresas y su búsqueda constante de una mayor competitividad con menores costes implica menor bienestar para sus trabajadores y mayores niveles de estrés y ansiedad.


Además, el intento de los individuos de cumplir con los estándares sociales de consumo afecta especialmente a la salud. Dado que este sentimiento parece ser una de las fuentes de tensión laboral, podría ser difícil abordar el problema sin cambios importantes en los paradigmas de estas sociedades, en cuanto a lo que es el éxito.


Actualidad Laboral / Con información de El Economista México