Uno de los términos que más se ha popularizado en los últimos meses en los medios internacionales es el de 'Gran Renuncia' para explicar la tendencia creciente de personas que han dejado sus empleos, sobre todo en el mundo anglosajón y estadounidense. Hay varias razones, algunas resultan más lógicas que otras.


En primer lugar, la experiencia del confinamiento y de los ERTEs ha permitido concebir lo que sería una vida más allá del trabajo. Este, digamos, es el factor más inmediato. Por otro lado, es evidente que en muchas empresas los sueldos se han recortado para hacer frente a la situación de incertidumbre. También puede ser que muchas personas hayan aprovechado para ahorrar durante este período, al recibir prestaciones por baja de actividad que han mantenido su estabilidad económica y financiera en un complejo equilibrio al que también se le suma el hecho de no haber gastado tanto dinero en planes de ocio.


Lo cierto es que lo que se vende en Estados Unidos o Reino Unido como un fenómeno inédito en la historia y de suma relevancia (al fin y al cabo poseen una cultura laboral mucho más férrea que la mediterránea), no se puede aplicar de manera general a la realidad española, por ejemplo, puesto que allí los datos a la afiliación social se han disparado de forma extraordinaria en los últimos meses, registrando los mejores índices desde el 2008. Otra cosa es si vamos a lo particular, donde seguro abundan las historias de personas que se han dado cuenta de que sus aspiraciones vitales y profesionales ya no son las mismas que antes de la pandemia.


Recientemente, un artículo de 'The Guardian' volvía a poner de relieve una nueva tendencia en el mercado laboral internacional, aplicable sobre todo en los empleos cualificados. No, nada de 'Gran Renuncia', ahora lo que se lleva es el 'Gran Flirteo' o 'Gran Cortejo', como el lector prefiera. El medio británico expone que existe actualmente una "crisis de contratación global" al haber una alta demanda de talento debido a una expansión empresarial en la que los trabajadores tienen, como se diría coloquialmente, "tomada la sartén por el mango".


La 'pelota' del lado de los trabajadores


"Los trabajadores tienen más influencia que nunca y muchos pueden darse el lujo de elegir un puesto más alineado respecto a sus valores y deseos", asegura Alex Christian, periodista británico. "En lugar de comenzar a buscar un nuevo puesto cuando ya se sienten mal y agotados en una compañía, lo que tendía a equivaler a unos cuantos años en ese mismo puesto, algunos han optado por buscar una mejor oportunidad desde el primer día, con un ojo puesto constantemente en las ofertas de empleo vacantes, independientemente del tiempo que lleve en un sector y lo muy o poco satisfecho que se encuentre en su trabajo actual".


Evidentemente, la teoría de Christian suena de lo más optimista. Según él, "la narrativa predominante de permanecer desempeñando un rol en una empresa durante el mayor tiempo posible, hacerse un buen currículum y progresar en la organización", ha quebrado.


Ahora lo que prima es la migración constante entre sectores y puestos, ya que la 'Gran Renuncia' ha posibilitado que haya un trasvase de trabajadores entre distintos estratos de la pirámide laboral sin importar las ambiciones personales o profesionales. Parece que los empleados reales o potenciales han pasado a tomarse su vida laboral como un experimento, más que como un proyecto a largo plazo. No en vano vivimos en una época en la que la meritocracia cada vez está más puesta en duda. Y en la que en ocasiones el trabajo que te motiva y aquel con el que siempre soñaste es también pasto de las desilusiones y del 'burnout'.


Los empleos creativos, en los que es posible que exista una mayor tasa de trabajo precario (y muchas veces sustentados únicamente por la vocación individual), han perdido el encanto que antes tenían y por el que el candidato estaba dispuesto a hacer incontables sacrificios.


Borrado el largo plazo, ya solo queda sujetarse al presente y salir adelante de la mejor forma posible, sin importar el cómo. Al fin y al cabo, una gran parte de la población mundial ya sabe lo que es vivir sin necesidad de tener que ir a trabajar. Y les ha gustado, a pesar de que los más esenciales siguen siendo necesarios para el correcto funcionamiento de la sociedad.


Reacomodo de las prioridades


"Buscar otra oportunidad en otro sitio siempre ha sido un proceso reactivo", asevera Christian. "A menudo, había que esperar hasta que surgiera la frustración, la ausencia de progreso o el conflicto" con jefes o empleados. "Pero la pandemia parece haber cambiado su modo de pensar", prosigue.


"Al pasar por largos períodos de estrés y de introspección, muchos están revaluando sus vidas y sus carreras, tomando la decisión de tomar medidas al respecto". Una de ellas, sin ir más lejos, es la de encontrar un puesto que te permita teletrabajar, al parecer una de las fórmulas que más se valora durante y después de la época en la que tuvo que adoptarse como medida de emergencia para detener el avance del virus.


"El poder está en manos de la fuerza laboral, lo que significa que pueden plantear más demandas, como por ejemplo una subida de sueldo, o más flexibilidad para teletrabajar" Como decíamos, el diagnóstico de la realidad laboral del medio británico es demasiado utópico, al afirmar sin tapujos que ante la alta demanda de trabajadores que de forma consustancial ha producido la tendencia de la Gran Renuncia, ahora estos tienen el poder en sus manos de pasar de una empresa a otra sin tener un proyecto claro de futuro.


"El poder está actualmente en manos de la fuerza laboral, lo que significa que pueden plantear más demandas, como por ejemplo una subida de sueldo, más beneficios y flexibilidad para teletrabajar", asegura Simon Wingate, jefe de una compañía de recursos humanos inglesa, consultado por Christian.


Si las teorías de Wingate y Christian son ciertas, este período pospandémico sería una excelente oportunidad para mejorar la vida de los trabajadores, ahora que además se ha puesto en valor su función y los grandes ejecutivos asumen con temor a que la Gran Renuncia se generalice. Tal vez de ahí radiquen sus promesas de flexibilidad horaria en las entrevistas de trabajo.


Lo cierto es que, como decía Bob Dylan en su famosa canción, "when you got nothing, you got nothing to lose" y ¿quién sabe? Quizá la pérdida de esa ambición profesional que antes empujaba a tantas personas a aceptar trabajos en condiciones precarias o a sacrificarlo todo por un 'sueño', sumado a la negación de pensar en el largo plazo o la incapacidad para vislumbrar un futuro, salga en su beneficio.


Actualidad Laboral / Con información de El Confidencial