“El corralito” es un término acuñado por el periodista financiero Daniel Laje, para describir las acciones tomadas por el Gobierno argentino en diciembre de 2001 restringiéndole a los ahorristas y empresarios la movilización de sus cuentas bancarias en dólares y pesos. Cuentas que en esos momentos gozaban de paridad absoluta y una total libre convertibilidad dada por la Caja de Conversión establecida en 1990 para derrotar la hiperinflación. En un turbulento año que terminó con la cesación de pagos o default más grande de la historia, a los ahorristas se les “pesificaron” sus cuentas en dólares, confiscándole de paso un 66% de sus ahorros al procederse a devaluar el peso.
En Venezuela sufrimos una suerte de corralito modificado a partir de la imposición del control de cambios en 2002. Al principio ese corralito era benigno, con generosos cupos para compras por Internet y viajes al exterior, pero poco a poco la anestesia se eliminó, y donde al principio usted recibía hasta $ 5,000 por año para viajes y $3,000 para compras, ahora con EEUU le quedan escasos $ 700 para viajes y $300 para compras y eso pasando las horcas caudinas de los bancos del Estado.
Ahora sin embargo, navegamos hacía un corralón en cuanto a lo que la adquisición de efectivo se refiere, no por una razón de Estado, sino por una ineptitud pavorosa de nuestra autoridad monetaria, el BCV. Con una inflación desatada que ya cruzó la barrera del 200%, y que ese BCV como avestruz se niega a reportar, no se le ha ocurrido otra cosa que mantener como moneda de mayor denominación el billete de Bs 100. El valor de ese billete a $ libre era de $ 6.00 hace 30 meses y hoy es de escasos $0.15. Para aquel entonces el BCV comisionó la fabricación de planchas de Bs 200 y Bs 500 que reposan en sus bóvedas sin utilizar hace un año, y cuando por fin se usen darán un cono monetario con una moneda inferior a un dólar como el de mayor circulación.
No hay ningún país en el mundo, por muy paupérrimo que sea que tenga billetes de menos de un $ como los de mayor denominación. El resultado era previsible para cualquiera con dos dedos de frente; Los bancos han restringido los retiros por sus cajeros a sus propios depositantes, y al cambiar cheques por taquilla pagan con monedas de Bs 2 ($0,003) y Bs 5 ($0,008), lo que asegura que pronto desparecerán esas denominaciones con valor inferior al de una servilleta.
Pero hay razones para el optimismo, los venezolanos tienen un gran espíritu empresarial, y quienes hayan tenido la previsión de construir carretillas porta-billetes está a punto de hacer su agosto.
Aurelio F. Concheso / Ingeniero