¿Nunca tomas vacaciones? ¿Te aterra la cantidad de trabajo pendiente que tendrás al regresar? ¿Sientes que nadie puede sustituirte? ¿Te consideras indispensable? O peor aún, ¿te preocupa que durante tu ausencia se cuestionen tu capacidad, eficiencia o forma de trabajo?
Si contestaste que sí a cualquiera de estas preguntas es muy probable que estés padeciendo el síndrome del mártir laboral, también conocido como “complejo de víctima”, es característico de las personas que siempre creen que tienen una carga muy pesada que les obliga a sacrificar su vida personal para el beneficio de la organización, su jefe o su equipo de trabajo, sin que nadie se los agradezca ni reconozca.
Quien padece este síndrome utiliza el autosacrificio y el sufrimiento como medio de control y manipulación de quien le rodea. La causa principal está en un sentimiento de inferioridad cuyo origen proviene de una baja autoestima del sujeto.
Algunas de las características de estos individuos son:
- Están atrapados por una mentalidad de víctima y una sensación de impotencia, lo que contribuye a que continúen dentro de esta dinámica a pesar de que tengan posibilidad de elegir para cambiar la situación.
- Consideran que su sufrimiento les otorga el reconocimiento y la admiración de los que están a su alrededor, pues para ellos pensar en sí mismos o anteponer sus necesidades es señal inequívoca de egoísmo.
- Eligen como modelos a seguir a personas que prefirieron sufrir en vez de enfrentar la situación para alcanzar sus objetivos y metas.
- Acostumbran quejarse por la falta de reconocimiento, ya que sienten que sus sacrificios no son lo suficientemente apreciados.
- Se niegan a aceptar cualquier tipo de ayuda y tampoco son capaces de escuchar los consejos o sugerencias.
- No tienen una vida personal fuera del trabajo. Generalmente son los primeros en llegar y los últimos en irse, esto lo hacen para enfatizar todo el sacrificio que hacen por el jefe, el departamento o la organización.
- No dudan en llevarse el trabajo a su casa y continuamente comentan que prefieren hacerlo en casa a dejar algo pendiente. Es muy común que estas personas respondan correos electrónicos en horas extrañas en las que debería estar descansando y no al pendiente de la oficina.
- Les cuesta delegar a otras personas algunas de sus funciones, pues piensan que se hará un trabajo deficiente y tendrían que arreglar lo que otros descomponen. Por esta razón, el mártir de la oficina tarda el doble del tiempo en terminar la tarea, pero siempre lo hace por sí mismo.
- Piensan que la empresa, su área o departamento se derrumbaran si no están y por esta razón prefieren no tomar días libres e incluso se presentan a trabajar con resfriados, dolores estomacales o con algún otro malestar. Asimismo, cuando llegan a tomarse un día libre, trabajan desde su casa para asegurarse de que todo esté en orden.
Muchas de estas características son similiares a las que se pueden observar en un adicto al trabajo (workaholic), la diferencia radica en la interpretación que se le da al trabajo. El mártir “sufre” profundamente la situación y se queja continuamente, mientras que para un workaholic el exceso de trabajo es placentero y le ayuda a llenar sus vacíos existenciales.
Se ha encontrado que este síndrome es más común en las mujeres que en los hombres, y esto puede deberse al rol que durante varias décadas han desempeñado en el ámbito laboral.
Aunque puedes ayudar a una persona con síndrome de mártir, ella es la única que puede ayudarse a sí misma a superar estos sentimientos, pues quien se siente mártir se instala en esta situación y rechaza cualquier observación aunque sea constructiva. Recuerda que estas personas sólo se quejan para desahogarse, obtener reconocimiento o afecto e incubrir otras necesidades psicológicas.
Actualidad Laboral / Con información de Alto Nivel