En Venezuela hay más de un emprendedor, y cada vez hay más que se autodefinen como tal. Arman un proyecto de acuerdo a sus habilidades, y lo ejecutan como segunda entrada de dinero o como la única, en una dinámica que, en la mayoría de los casos, se traduce en informalidad.
Este 16 de abril se celebra el Día Mundial del Emprendedor con el objetivo de homenajear a quienes, con espíritu visionario, desarrollan y ejecutan de una idea de negocios, una práctica que se puso muy en boga durante la pandemia por la COVID-19 en la que hubo pérdidas de empleos y cambios en las jornadas laborales por la cuarentena.
En Venezuela es una actividad que significa “rebuscarse”. El economista y profesor universitario, Carlos Ñáñez, explicó que se trata de una solución que han encontrado los venezolanos para subsistir, pero que no es un emprendimiento productivo sino de uno que permita que las personas abatan el problema de la pobreza.
“El emprendimiento en Venezuela no es más que la respuesta directa a una crisis espantosa de la destrucción de salario, y de la precarización de las condiciones laborales”.
Venezuela con espíritu emprendedor
El estudio del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2023 determinó que 23 de cada 100 venezolanos mayores de edad están iniciando un nuevo negocio, pese a que el país tiene un índice nacional de contexto emprendedor (NECI) de apenas 3,20%, que lo ubica en el penúltimo puesto entre los 45 países del análisis.
Estos datos hicieron que Venezuela pasara del puesto 15 (2022) al 9 en Actividad Emprendedora Temprana (TEA), que se traduce en el espíritu emprendedor de los venezolanos, de acuerdo con el estudio que realiza en todo el mundo desde 1999. En Venezuela lo llevó adelante el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), hasta el año 2011, y que retomó en 2022 junto a investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Esa compleja realidad venezolana fue explicada por el profesor del IESA, Aramis Rodríguez, con la existencia de algunos habilitadores como el apoyo cultural y las normas sociales a favor del emprendimiento; la formación vocacional de las universidades e instituciones como el IESA, la UCAB y la UNIMET entre otras, que fomentan el espíritu emprendedor; aunado a la apertura del mercado interno con su dinamismo y oportunidades.
Pese a los altos índices de actividad emprendedora, estos se realizan con ecosistemas débiles que pierden la oportunidad de mejorar su economía en el mediano plazo.
Hacia la informalidad del emprendedor
El emprendimiento en el resto del mundo busca la formalidad y la creación de empleos, pero no es el caso de la mayoría en Venezuela.
“Aquí es sencillamente un emprendimiento para la subsistencia, para poder complementar una canasta alimentaria que supera los mil dólares frente a un salario mínimo que es de tres dólares. Por eso el emprendimiento de Venezuela no genera empleo, ni infraestructura, no genera valor agregado ni crecimiento orgánico de la economía. Tampoco aporta innovación y desarrollo, no incorpora los sectores académicos, a los gubernamentales ni a los industriales en esa terna de la nueva economía”, aseveró Ñáñez.
El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) incluyó la aplicación de una Encuesta de Población Adulta (APS) a dos mil 231 personas, y una Encuesta Nacional de Expertos (NES) aplicada a 39 especialistas venezolanos.
Entre los resultados de esa consulta destaca que el 84% dijo tener el conocimiento, la habilidad y la experiencia necesarios para iniciar un nuevo negocio, “lo que sugiere un alto nivel de autoconfianza o posible desconocimiento de las implicaciones de un emprendimiento”, según se desprende del estudio.
Además, el 46% de ellos ve fácil iniciar un negocio en el país y el 56% espera hacerlo en los próximos tres años, sin obviar que de los encuestados que ven oportunidades para emprender en Venezuela, el 32% dijo que no lo iniciarían por temor a fracasar.
Vender algo no es emprender
El estudio realizado entre el IESA y la UCAB determinó el 50% de los emprendimientos en etapa temprana y el 41% de los establecidos se encuentran en el sector comercio minorista, restaurantes y hoteles.
El economista y profesor universitario, Domingo Sifontes, aclaro que ser revendedor no es ser emprendedor.
“Cuando se habla de emprendimiento la gente cree que es eso que es agarrar, comprar algo y venderlo. Un emprendimiento va mucho más allá de eso y eso hay que tenerlo claro, porque se deben generar empleos y aportar a la economía del país… No es solo generar ingresos extras para mí mismo”.
Entre los factores que hacen que el caso de Venezuela sea tan particular destacan, según el GEM: un entorno financiero que no promueve la iniciativa empresarial, escasas o nulas opciones de financiamiento, políticas gubernamentales débiles que no reflejan la prioridad y apoyo al sector, además de la burocracia y los impuestos que dificultan el surgimiento de nuevos negocios.
Actualidad Laboral / Con información de El Carabobeño