31-07-2017
“Es una verdad triste pero recurrente: el tema de la trata nunca pierde actualidad. En este caso puntual, la esclavitud y explotación laboral en el área textil, que está en los medios desde hace mucho tiempo porque es un tema que nunca se soluciona. Aparecen La Salada, allanamientos, cierres de talleres clandestinos, está presente, pero no termina de encauzarse”. Quienes hablan son los documentalistas e investigadores Andrés La Penna y Sebastián Di Domenica, directores de Crónicas de Explotación, una película sobre ex trabajadores explotados en talleres clandestinos de costura en la ciudad de Buenos Aires que cuentan cómo sobrevivieron a un ámbito de esclavitud que no siempre es fácil de identificar y del que resulta muy difícil salir.

(...) “Teníamos en mente el abordaje temático, pero en twitter encontramos el camino para llegar a los testimonios: nos contactamos a los grupos de gente que asesoran a personas en situaciones de explotación, muchas veces, inmigrantes que no conocen sus derechos”, cuentan los directores.

“Nos contactaron con el Centro Demostrativo de Indumentaria, que es el espacio donde comenzamos la investigación y surgieron las historias de las víctimas recuperadas de trata que están en cooperativas”. Dos de ellos relatan en la película el recorrido que tuvieron que hacer para poder salir de una historia a la que se llega “a partir de conocidos y familiares, o con carteles que cuentan que en el Alto de Bolivia se ofrece trabajo y en condiciones de precariedad, pero que resultan irresistibles para ellos: casa, comida, y paga”.

Una de las historias, la de Ronald, un músico boliviano que llegó en busca de su mujer que había tenido su hijo aquí, se vio obligado a caer en la explotación laboral. El sabía, se daba cuenta de su situación y cuando toma la decisión de salir, termina durmiendo debajo de un puente. No tienen redes de contención y si salen de eso quedan en la nada. Y cuando estuvo varios días durmiendo en la calle, decidió volver a ser explotado, para poder volver a comer y tener un techo. Es una situación laberíntica: se les dice que si quieren se pueden ir, pero no tienen plata, no les pagan, ni conocen a nadie. Los tienen cautivos a través del miedo y la ignorancia”, relatan los directores. "Hay leyes que no se están cumpliendo y hay varias cosas que se están mejorando para tratar de eliminar la connivencia”.

Posibles soluciones. Hay varias posturas, sostienen los investigadores: "Está el prohibicionismo: cierran talleres por fuera de la ley y con peligros reales para la vida de esas personas, pero esa gente queda en la calle- cualquier solución debería ser más amplia para darles una salida de trabajo legal para esa gente. El Estado lo que hace en general es clausurar talleres, pero tampoco es la solución final, más allá de que son muy pocos de los miles que hay. Esas clausuras hacen muchas veces que terminen en otro lado, y se vayan al Conurbano o lugares aún más ocultos que Caballito o Flores, y van mutando en función de la persecución que van teniendo", describen. Aunque el documental trata de mostrar también el otro lado -el de las cooperativas que se forman para albergarlos.

Actualidad Laboral / Con información de Perfil