Surge un problema en el trabajo y la solución pasa por pensar nuevas ideas, respuestas creativas a situaciones imprevistas que pueden descuadrar la rutina de un grupo de trabajo. Sea cual sea el tipo de alarma, no es raro programar una sesión de lluvia de ideas o brainstorming para buscar los mejores cortafuegos a un imprevisto.
El problema añadido es cuando estas sesiones se convierten en largas llamadas o reuniones de trabajo que acaban con resultado poco satisfactorio. Cuando normalmente una emergencia de este tipo llama a la puerta del equipo de trabajo, las reuniones suelen convocarse a última hora, momento del día en el que las mentes del equipo ya están exhaustas, y las ideas propuestas no suelen ser todo lo brillantes que deberían.
¿Cómo conseguir ideas nuevas y brillantes en poco tiempo sin quemar a los trabajadores? Dos profesores de la Universidad de Standford, en concreto, del Instituto de Diseño, Jeremy Utley y Perry Klebahn, proponen dos claves que reducirán las posibilidades de que la reunión sea un fiasco y que potenciarán la creatividad del grupo, por lo que harán que fluyan muchísimo mejor las ideas.
Dejar de lado el no
Para un brainstorming corporativo productivo, ambos profesores establecen una primera regla: nada de actitudes o comportamientos negativos. Antes que empezar a señalar lo que no gusta de una propuesta o los fallos que esta tiene, hay que saber darle la vuelta e intentar sacar todo lo positivo de la misma y mejorarlo.
Igualmente, hay que descartar las actitudes del estilo 'no podemos con este problema'. Tanto Utley como Klebahn recuerdan que no hay nada a lo que un CEO tenga más alergia que a la palabra no. No importa que en momentos pasados la empresa no haya podido superar una situación similar: el grupo de trabajo se encuentra en otro momento temporal y es posible sacar adelante una solución satisfactoria, contra todo pronóstico.
Centrarse en la sencillez
La segunda clave es no caer en ambiciones. Hay que apuntar a lo rápido y barato para crear una solución perfecta en poco tiempo, apuntas ambos dos profesores. Lo primero es porque, cuando alguien propone una solución sencilla y fácil de llevar a cabo, el grupo entero se relaja y empieza a trabajar con otra actitud más positiva el cómo llevarlo a cabo.
Lo segundo, porque después de un largo día de trabajo, no apetece tener que estar pensando en complicados planes para apagar un imprevisto. De hecho, el grupo de trabajo podría incluso asustarse (entendámonos, a nivel laboral y de pérdida de aún más tiempo o como respuesta ante el cansancio ya acumulado) si la propuesta es demasiado complicada o elaborada.
Y es que, lo mejor cuando una empresa se enfrenta a un imprevisto, es actuar de manera rápida, sencilla y efectiva: sacar lo mejor de los trabajadores sin dejarlos exhaustos y sin complicarse demasiado. Lo rápido, si bueno, es dos veces más efectivo.
Los factores que hacen fracasar una lluvia de ideas corporativas son muchos: desde un mal liderazgo hasta un sistema demasiado estricto de propuesta y aprobación de las ideas, pasando por egos individuales o cansancio generalizado. Aplicando estas dos técnicas, será mucho más sencillo evitar que una sesión de brainstorming fracase.
Actualidad Laboral / Con información de LaInformación