Cinco décadas desarrollando programas de responsabilidad social tiene el Dividendo Voluntario para la Comunidad (DVC). Esta organización sin fines de lucro nació en 1964 con el propósito de promover un mayor acercamiento entre la empresa privada y la comunidad, a través de programas dirigidos a atender sus necesidades mediante contribuciones monetarias y orientación.

La preocupación del grupo de empresarios que inició este proyecto fue contribuir con el desarrollo del país. Se plantearon entonces realizar un fondo en el que las empresas aportaran una parte de sus utilidades. Desde ese momento el DVC se ha encargado de promover el aporte de empresas y trabajadores, y de canalizar los recursos para atender distintos requerimientos de la comunidad.

36 empresas fundaron esta institución con el compromiso de otorgar 2% y 5% de sus utilidades antes de la deducción de Impuesto Sobre la Renta.

Actualmente alrededor de 100 empresas participan realizando aportes al DVC. También más de 10.000 trabajadores hacen un aporte voluntario mensual por nómina.

Las personas naturales pueden contribuir convirtiéndose en amigos del DVC, las empresas otorgando recursos y productos o servicios en forma directa a las comunidades, y los consumidores mediante un programa especial llamado “Dona tu Vuelto”.

El Dividendo Voluntario para la Comunidad ha ido identificando necesidades y ha determinado varios focos de atención a lo largo de su historia.

En sus inicios, el DVC puso gran atención en las necesidades de carácter educativo. Ramón Sosa, actual presidente de esta institución, recuerda que en esa primera etapa ésta apoyó la creación de Fé y Alegría, de la nueva sede de la Universidad Católica Andrés Bello y también el Instituto de Estudios Superiores en Administración I.E.S.A.

A partir de 1982 la institución adelantó el programa “Construcción y Dotación de Escuelas Rurales”, mediante el cual se edificaron diversos planteles de este tipo en varias partes del país. “Eran escuelas de dos aulas, pero en sitios donde no había esa era la solución. El ministerio aportaba el docente por un convenio que había, y la escuela y la infraestructura la ponía el Dividendo”, dice el Presidente del DVC.

En 1988 el Dividendo Voluntario para la Comunidad crea Fondos de Emergencia para apoyar en la atención de situaciones extraordinarias que ameritaron recursos, como las registradas en 1988 con el desbordamiento del Río Limón en el Estado Aragua; en 1993 con la explosión que provocó la llamada “Tragedia de Tejerías”; en 1997 con el terremoto de Cariaco, y en 1999 con el deslave de Vargas.

Ya en los 2000, el Dividendo invitó a los trabajadores a sumarse a un programa para reunir recursos en conjunto, en el que por cada bolívar que aportara cada empleado, la empresa colocaba la misma cantidad. “Entonces se hacía un pote y con ese monto se invertía. Los trabajadores también decidían a dónde iba a ir el dinero”, expresa Ramón Sosa.

En 2003 la institución comenzó a impulsar el Voluntariado Empresarial.

En 2005 nace el proyecto “Construcción de Comunidad”, dirigido a atender las necesidades de comunidades de bajos recursos que se encuentran en desarrollos habitacionales no planificados. Este programa contempla la construcción de aceras, drenajes, sistemas de aguas blancas y servidas, instalaciones eléctricas. Además incluye programas para mejorar la convivencia ciudadana.

El Presidente del Dividendo Voluntario para la Comunidad, destaca que en este momento uno de los temas en los que se está enfocando esta institución, es en la atención de las necesidades de la primera infancia. En la atención de niños menores de seis años quienes no cuentan con las alimentación requerida, por ejemplo. También en programas dirigidos a promover la paternidad responsable, a evitar el embarazo precoz y la deserción escolar, entre otros. Sin embargo, Sosa aclara que cada empresa tiene potestad de identificar y atender las necesidades prioritarias para la comunidad donde se encuentra. “Independientemente de que nosotros los invitamos a conocer y crear consciencia sobre el tema de primera infancia, cada empresa está haciendo cosas donde cree que son más efectivas, porque cada empresa quiere de alguna manera generar una empatía con su entorno, y eso hace que ellos escojan proyectos en su área de influencia, donde ellos se desarrollen”, dice.

La institución también trabaja para fortalecer y ampliar su voluntariado. Su presidente admite que a pesar del incremento del número de voluntarios, hace falta reconocerlos y organizarlos para que su labor tenga mayor impacto, dice que por eso han decidido incrementar su promoción, reconociendo la labor de las empresas que impulsen en mayor medida el voluntariado entre sus trabajadores. También buscan sumar voluntarios profesionales que puedan apoyar distintos proyectos con sus servicios en el área en la que se especializan.

La transparencia y responsabilidad es fundamental para una institución encargada de canalizar el aporte de empresas y trabajadores. Sosa destaca que la administración de la organización es totalmente sistematizada y controlada. “En el caso del Dividendo, en 50 años no se ha dejado de hacer una asamblea, no se ha dejado de cubrir una auditoría externa de sus estados financieros, y en ese aspecto es una organización totalmente transparente y confiable”, sostiene.

Sin embargo, advierte que la rendición de cuentas no solamente debe limitarse a tenerlas en regla, sino también a explicar qué se ha realizado con el dinero que se ha aportado. La intención es informar a cada empresa y a cada trabajador las obras realizadas con los recursos que entregaron. “Esto impone un desafío muy grande porque hoy en día con las redes sociales y con todas las expectativas de información que la gente tiene, nosotros también tenemos que estar a la altura de poder rendir eso” sostiene el Presidente del DVC.

Incrementar la difusión de sus acciones es una de las estrategias de esta institución. “El sector privado siempre trabajó muy discretamente este tema, nunca lo estuvo publicando, entonces de repente pareciera que nunca hizo nada. No, es que no se publicaba. Entonces hoy en día la fórmula es pedir, agradecer y comunicar”, afirma Ramón Sosa.

El presidente del Dividendo Voluntario para la Comunidad, destaca que una de las características de los venezolanos es su elevada solidaridad, sin embargo sostiene que las organizaciones que captan recursos para adelantar programas de responsabilidad social y de atención de las necesidades de distintos sectores, encuentran limitado el número de empresas que pueden contribuir con este tipo de programas “porque las empresas grandes son las mismas”, dice.

Es una realidad que no resta entusiasmo a quienes están al frente de esta institución. No dudan que su labor se mantendrá por al menos 50 años más, con una gestión sólida, capaz de atender las necesidades sociales y al mismo tiempo las expectativas de las empresas, de los trabajadores y de las personas en general que contribuyen con sus programas.

Actualidad Laboral/JM