Alemania puede haberse deshecho de su emperador hace mucho tiempo, pero el país todavía tiene a un "káiser" secreto: el dinero en efectivo. Los alemanes son temerosos a la hora de pagar con tarjetas, y mucho más a la hora de pasar un celular por la caja. Las tiendas y restaurantes alemanes son igualmente famosas por no querer aceptar pagos con tarjeta. Pero ahora, con las reglas de distanciamiento social y el miedo a la propagación del coronavirus; hay avisos en restaurantes y tiendas, pidiendo a los clientes que paguen electrónicamente, para evitar el contacto cercano mientras se intercambia dinero en efectivo.
Si se añade a esto el aumento de compras por Internet de productos para el hogar, o comida causado por las restricciones durante la pandemia; una revolución podría estar en marcha. Parece que los alemanes son finalmente empujados hacia la era de los pagos electrónicos, lo quieran o no. El reino del dinero en efectivo sobre los monederos alemanes podría estar llegando a su fin.
El factor miedo
No son solo las empresas las que están preocupadas. Muchos ciudadanos también están menos dispuestos a usar dinero en efectivo, a pesar de que los billetes de 5 y 10 euros, muy usados, se renuevan a menudo. El Bundesbank, el banco central del país, ha confirmado que el efectivo no presenta un alto riesgo de propagación del coronavirus. A pesar de esto, existe un sentimiento general de malestar en torno a las monedas y billetes.
El miedo, sin embargo, no encuentra fundamento en la ciencia. "Cada artículo en un estante, desde el jamón y la pasta, hasta los melones o una botella de cerveza es manejado con más frecuencia, y por una multitud de personas diferentes que el dinero en efectivo"; dice a DW Wilfried Fuhrmann un experto monetario de la Universidad de Potsdam. Él opina que la situación actual está siendo explotada por aquellos que buscan deshacerse del dinero en efectivo. Otros son más cautelosos, pero observan la misma tendencia. Gunther Schnabl, economista de la Universidad de Leipzig, dice que la crisis actual es solo otro de los muchos pasos para eliminar el dinero en efectivo. "Ya sea directamente porque no se emita más dinero en efectivo o indirectamente, devaluando el efectivo a través de la inflación".
¿Y quién paga esto?
Por el momento, todavía hay millones de billetes y miles de millones de monedas en euros en circulación, y Alemania tiene alrededor de 58.000 cajeros automáticos. Pero, el manejo de todo ese efectivo es un proceso complejo y costoso. Hay que imprimirlo o acuñarlo, contarlo, almacenarlo y transportarlo a los bancos y cajeros automáticos. Luego tiene que ser clasificado, contado, llevado a los bancos y finalmente reemplazado. Los costos globales de esto se han estimado en un 0,5% del PIB mundial.
Al final no son solo los bancos centrales los que pagan, sino los bancos minoristas. Después de años de bajos o cero intereses y de cobrar más comisiones, los bancos buscan reducir los costos. Una solución sería deshacerse del dinero en efectivo. Las instituciones financieras, incluso más que los minoristas, están especialmente en condiciones para ejercer presión sobre los clientes facilitando o dificultando el acceso al dinero en efectivo. Pueden subir o bajar las tarifas de los cajeros automáticos, reducir su número, o simplemente rellenarlos con menos frecuencia para hacer el dinero en efectivo menos atractivo. En este momento, hay colas en algunos cajeros automáticos y algunos de ellos no se están rellenando a tiempo. Esto sucede, ya que "los bancos no obtienen beneficios al garantizar el suministro de dinero en efectivo, y los obstaculizan más de lo que los promueven o garantizan", dice Fuhrmann.
Efecto coronavirus
Desde la introducción del euro, la cantidad de dinero en circulación ha aumentado continuamente, con un gran salto desde el comienzo de la crisis del coronavirus, según Schnabl. A pesar de las colas en algunos cajeros automáticos, él ve este último salto como una falta de confianza en el sistema. "La confianza en el sistema monetario y financiero sigue deteriorándose, por lo que es probable que aumente la demanda por dinero efectivo para guardar los ahorros bajo una almohada en casa", dijo a DW.
Es decir, aunque más alemanes paguen electrónicamente, muchos de ellos mantienen el dinero en efectivo al alcance, como red de seguridad en tiempos inciertos. Basado en una encuesta sobre el comportamiento de los hogares, el Bundesbank informó que en 2017 el dinero en efectivo se utilizó en el 74% de todas las transacciones en Alemania, especialmente para cantidades inferiores a 50 euros (54 dólares).
Será una batalla ardua convencer a más alemanes de cambiar permanentemente al pago electrónico. Pero la práctica hace la perfección. Una vez que los compradores superen los obstáculos y vean lo fácil que es pagar con una tarjeta o incluso un móvil, es menos probable que vuelvan a las carteras llenas de monedas y billetes
Actualidad Laboral / Con información de DW