Organizan los carros para equipajes de los aeropuertos. Son vendedores en tiendas o cajeros de supermercados a una edad en la que otros se retiraron hace tiempo: en Estados Unidos el empleo de personas mayores de 75 años es cada vez menos una excepción.
Sandy Thorpe, de 76 años, forma parte de esta ola de estadounidenses que continúan trabajando a una edad avanzada. Por necesidad o elección.
"Una de las principales razones por las que continué trabajando es que tengo un muy buen seguro de salud", explicó, en un país donde los gastos sanitarios pueden alcanzar decenas de miles de dólares y poner a una familia en rojo.
Y así hace 16 años que comenzó a trabajar. Luego de haber dirigido una empresa de limpieza, hoy es empleada de un organismo de ayuda a prisioneros, "Prison Fellowship", en Virginia, cercana a Washington.
Cuando esta ama de casa se divorció, se dio cuenta de que su modesta jubilación no sería suficiente para pagar las facturas a tiempo o recibir buenos cuidados médicos.
"Tengo suerte. Tengo buena salud, adoro mi trabajo y tengo muchas vacaciones: 29 días. ¡Permaneceré aquí por el tiempo que me quieran!", dijo.
Thorpe, con cinco hijos y 12 nietos, se siente privilegiada ya que muchos otras personas de edad deben aceptar empleos agotadores, embalando durante largas jornadas o limpiando al alba en oficinas.
Para las personas diplomadas, continuar trabajando hasta incluso los 85 años va a la par con la extensión de la esperanza de vida, mientras esta disminuye a nivel nacional.
Con sus facultades mentales a pleno, estos ancianos activos continúan trabajando como profesores, abogados o médicos, organizando su tiempo a conveniencia.
Dejando de lado el hecho de que impiden a diplomados más jóvenes encontrar puestos disponibles, participan de la expansión económica del país.
La marca de la crisis
Pero "hay otro grupo de estadounidenses que continúan trabajando por razones puramente económicas", destacó Jacob Kirkegaard, economista en Peterson Institute for International Economics.
"Las personas olvidan que más de la mitad de los estadounidenses no tienen ahorros privados para su retiro y no tienen otra opción más que trabajar", agregó
El crecimiento de los veteranos trabajadores es también una marca de la crisis financiera de 2008: el hundimiento de los mercados financieros e inmobiliarios surgió en una época en que la generación del "baby-boom" se acercaba a la jubilación. Colocados en Bolsa, sus ahorros para vivir sus últimos días se redujeron al mínimo.
"Simplemente no tienen los medios para estar retirados", observa Kirkegaard, destacando que Estados Unidos tiene las desigualdades más marcadas entre los ingresos por jubilación entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ante la ausencia de un sistema previsional público efectivo.
Más confiables
"Todo el mundo sabe que uno no es profesor para hacerse rico. Mi jubilación era insuficiente para que pudiera retirarme", admite Allan Shedlin, de 77 años que recientemente abandonó su empleo en una tienda de alimentos a las afueras de Washington.
"Tengo que decir que los dos primeros meses fueron un poco humillantes", recuerda el exprofesor poco habituado a tareas de subalterno.
Los inicios fueron agotadores, con horarios escalados (6h-14h o 14h-23h) o debiendo descargar alimentos. Pero para Shedlin, la tienda Trader Joe's le brindaba algunas ventajas: cobertura de salud, descuentos en productos, o trabajar en la caja para tratar con clientes.
Padre de cuatro y abuelo de ocho, probablemente hubiera continuado en su trabajo de no haber recibido una herencia que le permitiera dedicarse a sus otros proyectos profesionales.
La tasa de participación de los mayores de 75 años en el mercado de trabajo pasó de 5,3% en 2000 a 8,3% en 2017. Y de aquellos con más de 80 años de 3,2% a 6%, según la oficina del censo estadounidense.
Y la tendencia debe continuar, previó Kirkegaard ya que los problemas de cobertura sanitaria y de jubilación no tienen una solución cercana.
En paralelo, el pleno empleo y la falta de mano de obra llevan a los empleadores a recurrir a estos trabajadores con experiencia y considerados más confiables que los jóvenes.
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