Esto es lo que ocurre cuando trabajas desde casa: es excelente para la flexibilidad familiar y potencia nuestra productividad; además, no hay nada como ahorrarse el desplazamiento diario. Pero también hay que tener en cuenta cómo afecta psicológicamente. Numerosos estudios han llegado a la conclusión de que el teletrabajo desemboca en sentimientos de estrés, agotamiento y aislamiento. Una encuesta a 3.500 personas que teletrabajan, realizada el año pasado por Buffer, una empresa de gestión de redes sociales. Descubrió que la soledad era el mayor problema al que se enfrentaban los encuestados, junto con los problemas de colaboración y comunicación.


De hecho, un nuevo estudio que ha explorado los patrones de comunicación de la fuerza laboral de 61.000 personas de Microsoft, durante la pandemia de coronavirus; ha descubierto una disminución notable en la colaboración entre equipos. Como resultado, según el estudio, las redes de empleados se volvieron "estáticas y aisladas, con menos puentes entre las partes dispares".


Las herramientas de colaboración y comunicación más populares para el trabajo remoto (como Zoom y Slack) son duras para nuestra salud mental e incluso, pueden acentuar la soledad. No es un problema menor para nosotros o para nuestros jefes. Los estudios confirman que la comunicación efectiva en el trabajo y el compromiso, están íntimamente relacionados con la satisfacción laboral de los empleados. Teniendo en cuenta que la pandemia está lejos de desaparecer todavía y que, la vuelta a las oficinas de momento es muy desigual entre los diferentes territorios y empresas, ¿cuál es la solución? Una idea novedosa: recuperar el teléfono.


Zoom y Slack crean dudas e incertidumbre


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Trabajar desde casa es difícil. Pasas el día sin esas señales sociales informales de la oficina, como un gesto de aprobación en una reunión con tu jefe o una sonrisa de tu compañero en el pasillo.  Esto nos hace preguntarnos en qué punto estás: ¿Me gusta lo que hago? ¿Estoy haciendo un buen trabajo? Al carecer de contexto, nuestro cerebro llena los vacíos. Debido a que estamos programados para buscar la negatividad, según un estudio, la comunicación que tenemos puede generar dudas e incertidumbre.


Además, en el lugar de trabajo físico, nuestras interacciones son fluidas: Si tienes una conversación desagradable o frustrante con un compañero en la sala de reuniones; su relación puede recuperarse más tarde cuando te lo encuentres en el ascensor. Un simple, "¿Todo bien?" y todo está olvidado. Con el trabajo en remoto, el volumen de interacciones es menor y la mensajería instantánea carece de matices. Es difícil reparar un vínculo a través de Slack o el correo electrónico. Las emociones no se traducen bien y los emojis a menudo fallan.


Zoom también es desconcertante. Los retrasos, las caras congeladas o desincronizadas y los ecos extraños, son solo el principio de los problemas. Las cabezas sin cuerpo tampoco ayudan, explica Melody Wilding, asesora profesional y autora de Confía en ti mismo: deja de pensar demasiado, domina tus emociones y canaliza tu ambición por el éxito. "Evolutivamente hablando, cuando no podemos ver las piernas o las manos de alguien, nos pone en guardia", asegura. "Lo percibimos como una amenaza".


Zoom también nos hace estar más cohibidos. "Cuando te ves a ti mismo en la pantalla, tu autocontrol se activa", dice. "Eres muy consciente de cómo te ves y cómo te ven (...). Los humanos no están diseñados para mirarse a sí mismos".


Pásate a la llamada telefónica


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El teléfono puede ser la solución a nuestra ansiedad por trabajar desde casa. Para empezar, no es necesario que estés sentado en tu escritorio para atender una llamada. Puedes estar de pie o caminar, lo que según las investigaciones, es una bendición para la creatividad. Hablar por teléfono también permite una mayor concentración: no es tan probable que te distraigas tanto con lo que sucede en su pantalla.


¿Por qué no hacemos un mejor uso del teléfono? Una nueva investigación de Nicholas Epley de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago y Amit Kumar, de la Escuela de Negocios McCombs, de la Universidad de Texas, ofrece algunas pistas.  Descubrieron que muchas personas pensaban que el teléfono generaría interacciones incómodas; por lo que la mayoría dijo, que prefería el correo electrónico. Pero, según ha comentado Kumar a Business Insider, este es un caso de "expectativas mal calibradas".


En una serie de experimentos de laboratorio, él y Epley no descubrieron diferencias en lo incómodas que se sentían las personas, al hablar con alguien por teléfono en lugar de escribir un mensaje. Es importante destacar que las llamadas telefónicas llevaron a las personas, a tener una mayor sensación de cercanía con sus compañeros de conversación. También han llegado a la conclusión que las videollamadas, no hacen que las personas se sientan más conectadas. Esto se constata con investigaciones anteriores que sugieren que la voz de una persona, es la señal principal para la vinculación social, según escribieron en Harvard Business Review.


"Son todas esas señales paralingüísticas, las emociones y los sentimientos humanos transmitidos en nuestras voces, lo que nos hace sentir conectados con alguien", dice Kumar. "El componente de video no parece aportar mucho". La solución es clara, resume: no temas al teléfono.







Actualidad Laboral / Con información de Business Insider