El euro ha sobrevivido a la cesación de pagos de países, recesiones, crisis bancarias y rescates. Pero quizás no sobreviva al populismo.
En el próximo año, se llevarán a cabo al menos cinco elecciones o referendos en la zona euro que podrían llevar a un partido populista, euroescéptico al poder. Para efectos prácticos, la divisa común está a punto de jugar varias rondas de ruleta rusa.
La amenaza populista es cualitativamente diferente a la crisis financiera que se desató en Grecia en 2009 y que posteriormente atrapó a media región. En ese caso, lo que preocupaba a los inversionistas privados era que un país, o sus bancos, se declararan en cesación de pagos y se vieran forzados a dejar el euro. Los inversionistas emprendieron la desbandada, disparando las tasas de interés y arrastrando al continente a la recesión.
El Banco Central Europeo puso fin a ese pánico prometiendo que no dejaría que ningún país fuera obligado a salir del euro. En cambio, la amenaza actual es que un país elija dejar el euro. “Es difícil imaginar cómo el BCE podría combatir a un gobierno francés que decida convocar a un referendo sobre [la permanencia] en el euro”, dice Andrew Balls, quien supervisa la estrategia de bonos de Pacific Investment Management Co.
La primera prueba comienza el domingo, cuando los italianos votarán por una nueva constitución y los austriacos elegirán a un nuevo presidente. Dependiendo de los resultados, eso abriría el camino para nuevas elecciones que podrían llevar al partido inconformista Movimiento 5 Estrellas al poder en Italia o al ultraderechista Partido de la Libertad de Austria. El próximo año, Francia, Alemania y Holanda llevarán a cabo elecciones nacionales.
El mayor riesgo es que Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, que se opone al euro, sea elegida presidenta de Francia. No se cree que Le Pen supere en la segunda vuelta al candidato republicano François Fillon, e incluso si lo logra, su partido no controlaría el parlamento. De hecho, pocos de los partidos populistas de Europa Occidental son lo suficientemente fuertes como para gobernar por sí solos.
No obstante, el viento empieza a soplar a su favor. Los británicos votaron para salir de la Unión Europea y los estadounidenses eligieron presidente a Donald Trump, aunque por razones que quizás no resuenen en el continente. Sin embargo, el hecho de que los votantes británicos y estadounidenses hayan desafiado a los poderes tradicionales y no hayan pagado el precio económico que se predecía, reduce el estigma para los europeos que estén pensando en votar en contra de los partidos tradicionales. Además, estos están perdiendo un importante aliado: Barack Obama, quien ha sido un partidario de la Unión Europea y el euro. Trump y los partidos antieuro de Europa, en cambio, son más afines.
No se debe subestimar la durabilidad del euro.Pese a toda la miseria que ha generado, las encuestas muestran que mayorías sólidas en cada país miembro desean mantenerlo. De hecho, el euro es mucho más popular que los populistas que desean acabar con él. Alternativa para Alemania comenzó como un partido antieuro, pero se hundió en las encuestas hasta que un flujo de refugiados de Medio Oriente elevó su atractivo entre los que se oponen a la inmigración.
A sabiendas de esto, los populistas podrían suavizar su oposición a la moneda común a medida que se acerquen al poder. El Frente Nacional, por ejemplo, podría diluir su euro escepticismo cuando publique su plataforma para 2017.
Incluso si los populistas no logran tomar el control de la legislatura, la expansión de su presencia amenaza el futuro de la divisa común. Si Le Pen se acerca a la presidencia en la primera vuelta en abril, los inversionistas podrían salir en desbandada de la deuda francesa por temor a que se redenomine en francos.
Por lo tanto, el siempre presente riesgo de un gobierno populista podría sacudir los mercados y socavar la aún frágil recuperación. Los partidos tradicionales, amenazados por la derecha euroescéptica, a su vez serán reacios a aceptar los cambios necesarios para resolver las fallas estructurales del euro, como un presupuesto común más amplio, seguro de depósitos o garantías de deuda. El euro podría sobrevivir al próximo año, pero la próxima década se ve mucho menos prometedora.
Actualidad Laboral / Con información de WSJ