Desde los campos y las granjas rurales a los restaurantes más finos de Londres, la industria alimentaria británica tiene dificultades para encontrar trabajadores ahora que los emigrantes procedentes de la UE empiezan a disminuir.
Antes incluso de que Reino Unido abandone la UE y empiece a restringir el libre movimiento de trabajadores, el debilitamiento de la libra y la preocupación de los europeos por su estatus a largo plazo en el país han llevado a que muchos trabajadores opten por no quedarse en Reino Unido.
James Hook, el propietario de los criaderos de pollos PD Hook en Oxfordshire, explicó que el problema surgió el verano pasado pero se agravó con el nuevo año, ya que muchos inmigrantes que volvieron a casa por Navidad nunca regresaron.
El empresario emplea a 2.000 trabajadores en más de 100 granjas, y en algunos segmentos de la cadena hasta el 80% proceden del este de Europa. Debido a la falta de empleados, se ha visto obligado a cerrar una granja y se está planteando echar el candado a otras dos.
"Cada vez resulta más difícil encontrar gente", lamentó. "Acudimos a las fuentes tradicionales y no hay. Los europeos quieren ganarse la vida, pero están preocupados por su futuro aquí. Por el momento no hay nada claro para después del Brexit, y si estos trabajadores encuentran opciones de trabajo fuera de Reino Unido, las aprovecharán".
Las granjas y los productores de alimentos se están viendo forzados a ofrecer mejores condiciones a los escasos trabajadores. El propietario de una granja avícola explicó que había subido los salarios un 15%. Pete Taylor, el director de operaciones de la agencia de empleo Encore Personnel, que ofrece mano de obra a la industria alimentaria, ha facilitado minibuses para recoger y llevar a las fabricas a trabajadores del área circundante de Spalding, en Lincolnshire.
Los economistas exponen desde hace tiempo que Reino Unido puede reducir su dependencia de los inmigrantes poco cualificados permitiendo que desaparezca una gran parte del sector agrícola e importando los productos. Pero la reciente escasez de calabacines, espinacas, lechugas y otras verduras en los supermercados británicos a consecuencia de las condiciones climatológicas extremas sufridas por España pone de relieve la vulnerabilidad de la cadena de suministro británica.
Aunque los problemas de plantilla son más graves entre los recolectores de verduras y los avicultores al inicio de la cadena alimenticia, se teme también que la reticencia de cocineros, sumilleres y camareros de la UE a trasladarse a Reino Unido dañe la parte de mayor valor.
D & D London, propietario de restaurantes de renombre como Le Pont de La Tour, Coq d'Argent y el German Gymnasium, ha recibido la negativa de un gran chef de París a trasladarse a Londres después del referéndum.
Pero Des Gunewardena, el consejero delegado del grupo, aseguró que la tendencia todavía no era "significativa" en su negocio. "La mayoría de la gente es sensata y esperará -aguardará al acuerdo definitivo, y luego tomará una decisión".
Jeremy Goring, el consejero delegado del hotel de cinco estrellas Goring, apuntó que Reino Unido se había quitado la etiqueta de mala cocina y poca hospitalidad, y había desarrollado una "cocina mundial, restaurantes y hoteles" gracias al talento de trabajadores de Francia e Italia.
"Todo esto podría irse a pique si lo hacen mal", advirtió. "Vamos a quedar relegados a la categoría de pub a causa de la regulación".
La falta de trabajadores todavía no es generalizada. En Bognor Regis, una población de la costa sur de Inglaterra con una alta proporción de residentes polacos, se han producido pocos cambios desde el Brexit, según la población local. "Sí, siguen llegando", aseguró Marie Doran, la directora de la agencia Workmates Employment Agency, en relación a los trabajadores del este de Europa. "En lo que a mí respecta, no se ha producido cambio alguno... necesito diez para mañana por la mañana".
"Es un punto especialmente candente de la costa sur en cuanto a la demanda de mano de obra", explica Julian Marks, el director gerente de Barfoots of Botley, un proveedor agrícola de la cercana Pagham.
Barfoots tiene una bolsa de unos 1.000 trabajadores en la actualidad, que aumenta a 1.600 en la época de la cosecha. El gran reto, según Marks, reside en gestionar un flujo constante de trabajadores en permanente cambio debido a que encuentran mejores oportunidades o por problemas familiares.
"Lo que no han tenido en cuenta realmente [los políticos] es el dinamismo del proceso", señaló.
Nick Houghton, el director gerente de una compañía de procesamiento de alimentos de Nottingham, tiene una plantilla compuesta en un 75% por trabajadores de la UE, y se queja de que el clima es cada vez más hostil.
"Los empleados me aseguran que han dejado de usar el teléfono en el autobús porque no quieren que la gente les oiga hablar en polaco. Es algo, en mi opinión, despreciable", denunció.
Houghton se ríe cuando se le pregunta por qué no es capaz de encontrar trabajadores locales para cubrir las vacantes. "No hay trabajadores desempleados a la espera de que los europeos vuelvan a sus países, listos para ocupar estos trabajos", comenta.
Lo mismo sucede en el otro extremo del mercado. Goring insiste en que aunque algo más de la mitad de su plantilla procede de la UE, nunca rechaza las solicitudes de empleo de británicos. Todo lo contrario, necesita a expertos europeos, como los sumilleres franceses, para que formen a sus aprendices nacionales.
"Hay algo que puedo asegurar, y es que se puede llamar a cualquier bar, pizzería o empresa de cáterin, y siempre se obtendrá la misma respuesta. Nunca rechazamos las solicitudes de ciudadanos británicos", asegura. "Es un titular barato que sencillamente es falso. Restringir a los extranjeros no se traducirá en más empleos para los locales".
Actualidad Laboral / Con información de Expansión