Te lo dicen desde pequeño y aun así todo el mundo sigue aceptando que la consabida frase de "haz lo que te gusta" resulta positiva a la hora de encontrar trabajo. Evidentemente, cuanto más te guste la actividad desempeñada mejor, ya que de ello dependerá tu satisfacción personal y profesional. Sin embargo, si te embarcas en una lucha incansable por vivir de tu verdadera vocación, muy posiblemente acabes odiándola antes de que cumplas tu objetivo.


En primer lugar, porque la vocación es muchas veces el instrumento del que se sirven las empresas para que hagas más horas o recaiga sobre ti una mayor carga de trabajo, sobre todo en los oficios creativos, los cuales dependen de una demostración constante de tus obras y servicios de cara a los demás, lo que a su vez deja poco margen para la desconexión.


Por otro lado, si decides apostar por tu vocación o como se dice coloquialmente, algo "de lo tuyo", es posible que no consigas trabajo de forma rápida, lo que te condenará a estar contratado en una larga lista de empleos que no son "de lo tuyo" hasta que te quemes y te des por vencido. Puede que encuentres por el camino alguna otra cosa que te satisfaga (ya que no tienes por qué saberlo al terminar los estudios obligatorios como todo el mundo espera), pero lo más normal es que, una vez hayas hecho el sacrificio, tengas la sensación de que no ha servido para nada.


Un buen consejo


"La mayoría de la gente tiene más de una pasión", admite John W. Mitchell, gurú del management y autor de un libro sobre el empleo, en un reciente artículo de la revista Fast & Company. "Saber cuál de tus pasiones seguir es una tarea difícil. Del mismo modo, es posible que muchos de los que se gradúan tampoco sepan qué es lo que les entusiasma. Hay algunos que tardan entre seis y ocho años en graduarse y no saben a qué se quieren dedicar. ¿Cómo puedes saber cuál es tu pasión si no sabes lo que quieres hacer?".


La pasión, por otro lado, te conduce al fracaso más rápidamente que cualquier otra actividad con la que sientas un mínimo de desapego. Esto es porque lo más seguro es que tanto tú como tus posibles jefes o clientes te exijan demasiado, lo que te llevaría a trabajar muchísimo más. Por no hablar de que si cambias tu profesión por tu hobbie, tendrías que buscar otra actividad que te guste para poder hacer en tus ratos libres. "Si de repente tu afición se convierte en tu única forma de ganar dinero, puede llegar a convertirse en una tarea monótona y parecer más un trabajo al uso que una pasión", resuelve Mitchell.


Entonces, ¿cómo equilibrar la balanza entre lo que te apasiona de verdad y aquella otra actividad que te gusta, pero que tampoco es tu auténtica motivación para existir? El experto propone pensar en aquello que se te da mejor hacer, es decir, en tus destrezas profesionales, y no tanto en aquello que te ilusiona. Para saberlo rápidamente, piensa en esa asignatura del colegio, del instituto o de la carrera que sacabas sin ninguna dificultad o sin apenas haberte esforzado. Ahí es hacia donde tienes que apuntar, ya que te costará mucho menos realizarla que otra en el cual tengas un nivel de exigencia muy alto, tanto para ti mismo como para tu empresa.


"Poner tus capacidades y destrezas en el centro en lugar de tu pasión también te elimina la presión relativa a tu carrera", asegura Mitchell, quien concluye: "Si no tienes ninguna pasión, quédate sentado y reflexiona durante meses. En lugar de eso, piensa en algo que consideres que haces muy bien, casi sin apenas esfuerzo. No tendrás que preocuparte tanto y tus probabilidades de éxito aumentarán".


Actualidad Laboral / Con información de El Confidencial