31-01-2018
Según la Oficina de Estadística de Dinamarca, la tasa de paro ha caído hasta el 3,4% en noviembre de 2017. Las empresas del país tienen serios problemas para encontrar los perfiles que necesitan en el mercado laboral, sobre todo en sectores en los que se requieren perfiles muy cualificados, pero también en el sector de la construcción. Esta situación ha provocado cierta dependencia de la inmigración, una fuente de mano de obra que comienza a escasear a medida que los países que tradicionalmente han sido fuente de esos trabajadores extranjeros prosperan y ofrecen un futuro a sus ciudadanos.

Según publican desde la agencia Bloomberg, los trabajadores polacos están construyendo la nueva línea de metro Cityringen en Copenhague. Por otro lado, los agricultores daneses están teniendo problemas para producir cantidades suficientes del famoso bacon del país sin ayuda de los rumanos.

Los países de Europa del Este están creciendo rápido, creando mucho empleo y presentando fuertes incrementos salariales. Esta buena noticia se está convirtiendo en un quebradero de cabeza para las empresas de Dinamarca, que ahora ven como rumanos, polacos, húngaros o checos prefieren probar suerte en sus países de origen. Dinamarca sufre una escasez desesperante de mano de obra y esta situación la está agudizando.

A pesar de un endurecimiento progresivo de las normas de inmigración por parte del Gobierno de centroderecha del primer ministro Lars Lokke Rasmussen, los trabajadores extranjeros siguen llegando y ya representan casi un 10% de la fuerza de trabajo del país escandinavo. Tradicionalmente, gran parte de ellos provienen de Europa del Este, según datos de Nordea Bank.

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La llegada de unos 80.000 trabajadores extranjeros desde 2013 ayuda a explicar por qué la inflación en Dinamarca sigue dormida tras media década de tipos de interés negativos. Según Helge Pedersen, economista jefe de Nordea en Dinamarca, el crecimiento anual de los salarios podría haber sido de hasta 4,5% sin los inmigrantes, frente a los crecimientos reales de cerca del 2% registradas en los últimos cinco años.

Polacos, rumanos, búlgaros y checos pueden buscar trabajo por todo el continente desde que entraron a la Unión Europea, lo que garantiza el libre tránsito de sus trabajadores. Pero ahora, tras años de pertenencia a la UE (y las ayudas que esto conlleva) están brindando las recompensas que esperaba gran parte de Europa del Este.

Nordea observa que hoy el desempleo en Hungría o República Checa es "el más bajo desde que terminó la era del comunismo" y en Polonia los salarios se duplicaron desde el año 2000, según datos Eurostat, la agencia de estadísticas de la UE.

Desaceleración de la inmigración

Los datos más recientes disponibles sugieren que muchos de ellos han tomado nota de la mejor situación en sus países. Según la Oficina de Estadística de Dinamarca, la migración neta desde Polonia y Rumanía ha comenzado a desacelerarse tras tocar su punto álgido en 2014/2015.

Este posible punto de inflexión llega en medio de una lluvia de demandas y quejas sobre la falta de mano de obra en Dinamarca. En noviembre, la Confederación de la Industria Danesa afirmó que casi cuatro de cada diez de sus empresas miembros tenían dificultades para encontrar empleados cualificados. Esta semana, la Confederación de Empresarios Daneses se sumó a las peticiones para que el Gobierno atraiga trabajadores extranjeros y aseguró que una de cada cuatro empresas de la la construcción está teniendo que rechazar pedidos porque no puede contratar a suficientes personas. Pero la verdad es que se necesita todo tipo de trabajadores en muchos sectores daneses.

Karen Haekkerup, del Consejo Danés de Agricultura y Alimentos, dice que sus asociados se quejan de haberse quedado "completamente sin mano de obra". "Si los de Europa del Este se van a casa, necesitaremos que vengan otros y cojan esos empleos. Si no, perderemos pedidos y no podremos aumentar las exportaciones", explica. Es hora de que los políticos tomen nota, sentencia.

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Actualidad Laboral / Con información de El Economista