Muchos clubs han convertido las plusvalías por traspasos en la base de su negocio, pero técnicamente se trata de ingresos extraordinarios y algunos casos muestran los riesgos de esta fórmula si no se maneja bien. El FC Porto cerró el ejercicio 2015-2106 con unas pérdidas de 58,41 millones de euros, que contrastan con las ganancias de 19,35 millones de la temporada anterior.
El club portugués atribuye este fuerte retroceso a “la disminución de los resultados por transacciones de pases de jugadores”, que aún así fueron elevados: 75,3 millones de euros, frente a los 118,5 millones que se embolsó por este concepto en 2014-2015. “El Porto ha tenido tradicionalmente un equilibrio negativo entre sus ingresos y gastos, que lo compensa el ingreso extraordinario que resulta de la ganancia en la venta de jugadores”, apuntó hace unas semanas el director financiero, Fernando Gomes.
La dirección argumenta que estos números rojos entraban dentro de su previsión ante un cambio de estrategia para frenar su política vendedora y apostar por retener talento, de forma que puedan asegurarse su presencia cada año en Champions League. “La venta sería un golpe en el curso deportivo de este tiempo”, argumentó, sobre el nuevo escenario en el que sólo dos equipos de Portugal tendrán asegurado el acceso directo al torneo en 2017-2018.
La temporada 2016-2017 se plantea como el “punto cero” de esta nueva estrategia, que también implicará una drástica reducción de los costes, empezando por las nóminas. El Porto destina al primer equipo unos 100 millones de euros al año, de los que 75 millones corresponden a salarios, y el objetivo es que en tres años baje a 55 millones.
Ello no implica que vayan a abandonar esta política de compraventa, aunque sí supondrá “más cuidado en la contratación”. “Vamos a seguir vendiendo jugadores y generando plusvalías, pero en el futuro no puede supeditar que tengamos resultados positivos a 30 de junio”, enfatizó.
Por si fuera poco, a la caída de las ventas de jugadores se le unió un retroceso del 19% en el negocio ordinario, que se situó en 75,8 millones de euros. El motivo principal de esta caída es que, al no haberse logrado el acceso directo a la Champions (pasó a través de la fase previa), no se han contabilizado los 8,6 millones de euros que la Uefa garantiza a cada participante y que el club contabiliza en el año que logra esa clasificación.
En sus otras dos grandes fuentes de ingresos sí hubo una mejora. Los derechos de televisión subieron un 28,3%, hasta 22,13 millones, fruto de los aumentos progresivos que en su día acordó con los operadores, tanto para la retransmisión de sus partidos como la explotación de su canal corporativo.
La facturación por patrocinios, donde destacan New Balance y MEO, avanzó un 4,6%, hasta 14,2 millones, mientras que el área de hospitality subió ligeramente, con 8,4 millones. Las ventas de productos oficiales se disparó un 19,7% gracias al estreno de la alianza con el nuevo proveedor técnico, alcanzando los 4,6 millones.
El agujero económico del último año no sólo fue provocado por la caída de ingresos, sino también por un aumento del 12,7% en los costes operativos, hasta 124,43 millones. Una de las desviaciones se ha producido en la parcela deportiva, donde las destituciones de Julen Lopetegui y José Peseiro provocaron un aumento de la partida de nóminas, de 69,9 millones a 75,8 millones. Las amortizaciones, en cambio, se mantuvieron en 31,5 millones.
También subieron los gastos asociados a servicios externos, de 33,2 millones a 38,7 millones, por el alza de costes en su canal de televisión. Además, fruto del alto endeudamiento, los costes financieros siguen en la cota de los 17 millones anuales. El club, que cotiza en Bolsa, tiene actualmente dos emisiones de bonos en circulación, una de 45 millones que vence en 2018 y otra de 20 millones que lo hará en 2017. Además, mantiene créditos bancarios por 112,9 millones, lo que supone un aumento de 15 millones en un año.
Actualidad Laboral / Con información de Palco23