Aunque la automatización esté eliminando empleos en las fábricas estadounidenses, hay algo en que los robots aún no pueden superarnos: las habilidades de las personas. Y, precisamente, el futuro del trabajo estadounidense va a requerir muchas de ellas.

Las ocupaciones que, según las proyecciones, sumarán la mayor parte de los trabajos en los próximos 10 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS por la sigla en inglés), todas requieren de habilidades humanas –por ejemplo, los asistentes de salud en el hogar, las enfermeras tituladas y los trabajadores de los sectores del comercio minorista y los servicios-.

Pero los trabajos que el presidente electo apunta a revivir –en su mayor parte, empleos en las fábricas, realizados en su mayoría por hombres- son los que tienen más posibilidades de ser reemplazados por robots, no aquellos que tienen más demanda o se espera que crezcan más rápido.

La automatización representa el grueso de la pérdida de empleos industriales en los Estados Unidos, el 88 por ciento de la cual se produjo entre 2000 y 2010, la década de caída más abrupta de estos trabajos, según investigadores de Ball State University. Y muchísimas personas han alegado que, aun en el caso de que Donald Trump logre mantener algunos trabajos de fábrica en Estados Unidos, no podrá revertir las tendencias de automatización que ya han diezmado puestos de trabajo. El propio presidente electo coincide con esto.

Así que imaginemos qué sucederá cuando la automatización elimine trabajos de programación informática, contabilidad o análisis financiero. O bien ya está ocurriendo u ocurrirá en breve.

Para un empleado de oficina, esto podría significar ser capaz de comunicarse entre departamentos. Para alguien del área de servicio al cliente, es interactuar con otro humano complicado. Para un proveedor de atención sanitaria, es la empatía para ayudar a alguien vulnerable y necesitado.

Los robots no son buenos para esto – no por ahora, al menos-. Y en los últimos 30 años se han vuelto cada vez más importantes en el mercado laboral.

Entre 1980 y 2012, el porcentaje dentro la fuerza laboral de los empleos que requieren “un alto nivel de competencias sociales” creció casi 10 puntos porcentuales, según un documento del año pasado de la Oficina Nacional de Relaciones Económicas.

Eso es así incluso en campos que no suelen asociarse con aptitudes sociales. Cada vez más empresas de finanzas y tecnología asignan primas a personas con habilidades sociales para trabajos en áreas como gestión de producto, marketing y estrategia comercial.

De hecho, los empleadores informan que las aptitudes sociales son tan importantes como las técnicas y más difíciles de contratar.

“Fíjese en estos números duros: la economía está recompensando estas habilidades”, dijo Diane Whitmore Schanzenbach, directora de Hamilton Project, una rama de Brookings Institution dedicada a cuestiones económicas. “Se pagan más dólares a quienes tienen estas aptitudes. No son ‘blandas’, lamento decirle”.

Sin embargo, muchos empleos que requieren empatía pagan mucho menos que los trabajos en las fábricas. Los asistentes de salud en el hogar ganan alrededor de US$22.000 por año, casi la mitad del sueldo anual de quien trabaja en la línea de producción de una acería, según BLS.

Actualidad Laboral / Con información de El Mostrador