Perspectivas
El hecho económico


Si existe algún gentilicio resiliente, con maestría para galopar las crisis y los cambios con optimismo, es el venezolano. La cosa es que uno no termina de entender de dónde nos viene el optimismo, pues pareciera según todos los análisis de entorno y encuestas, que nuestros escenarios por venir son oscuros, por decirlo simple.

Vamos a tratar de descifrar, sin embargo, de dónde nos viene el optimismo, evaluando nuestras reacciones frente a la crisis de cara a las encuestas más recientes:

Los venezolanos no personalizan. Una regla básica de negociación exitosa es separar la persona del problema, cosa que según las encuestas los venezolanos hacemos perfectamente. Rechazamos un modelo económico pero el político que sostiene ese modelo aún goza de 30% de popularidad. Es probable que la felicidad nos venga de ver solo la punta del iceberg, porque siempre es mejor no ver más allá de lo evidente.

Los venezolanos priorizan bien. Establecer prioridades es una regla básica para evitar frustraciones de todo tipo y hacernos eficientes. Por eso hoy en día la prioridad es conseguir las cosas más urgentes (medicinas, alimentos, productos de limpieza). De acuerdo con un estudio publicado la semana pasada, el venezolano invierte en promedio 12 horas quincenales en buscar de un sitio a otro productos del mercado; esto significa de por sí una pérdida de la capacidad productiva de alrededor de 120 horas anuales de las cuales por lo menos la mitad pueden estar distribuidas en la jornada laboral. Ello sin medir el tiempo que puede invertirse en buscar medicinas, pañales o productos similares. Nadie puede criticar que esto es prioridad, pero un país no puede avanzar de este modo; sin embargo, aún somos felices.

Los venezolanos no se rinden: No importa si no conseguimos algo que nos falta; no importa si no tenemos para comprarlo; vamos a irlo a buscar donde quiera que esté. Podemos ir a 50 farmacias, a 14 supermercados y llamar a 60 números de teléfono aunque nos cuelguen con tal de conseguir soluciones. Esto nos da un sentido de propósito que no se compara con nadie en el mundo. El simple hecho de tener objetivos, aun cuando sean impuestos por la crisis, nos da plenitud aunque ni nos enteramos. Imaginen que todo eso se canalizara en conseguir objetivos para planificar y trabajar por un mejor país. Por eso es importante que NUNCA se diga que el venezolano se acostumbró  a la crisis, hasta el más rojo de los rojos detesta vivir mal. El problema es que ese hermano no se ha dado cuenta aun de que esta mala vida es culpa de políticas públicas desacertadas.

Los venezolanos son solidarios: Aun con el control biométrico, la gente es solidaria. Ante la regulación de 1 paquete de pañales o de una caja de (ponga usted el nombre de cualquier medicina), siempre surge un líder heroico que subleva el control con fines altruistas; si usted no necesita le compra al otro y este le comprará a usted las cantidades de lo que usted necesita y así sucesivamente.

Ahora, estos valores que nos hacen aceptar la crisis simplemente porque no queda de otra, nos pueden empujar también a salir de ella. Muchas cosas escapan de nuestro control y son responsabilidad del gobierno y aunque nos declaramos incapaces de exigir eficientemente respuestas coherentes de nuestros gobernantes, debemos entender a los animales a los que nos enfrentamos y llamarlos por su nombre.

Si es cierto lo que dicen que 6 de cada 10 ciudadanos creen que el Ejecutivo nacional debe cambiar el modelo económico para abrir el mercado, liberar los controles y fortalecer a la empresa privada; ¿cómo es posible separar el problema de la persona?

El trabajo es un hecho económico y si la economía está golpeada obviamente que el trabajo, como “hecho social”, está golpeado también. No basta que se quiera imponer un modelo si la gente no lo acepta pues de haberlo aceptado no se vería contrabando, buhoneros de atamel y bachaqueros. Recordemos que nadie quería este modelo pues de lo contrario hubiesen aprobado hace años la reforma que propuso el entonces Presidente y que igual la impusieron, a pesar que nadie la quería y expresamente se rechazó. Todo ello porque nuevamente, el venezolano separaba el problema de la persona

En este país nadie come cuento y tarde o temprano la tierra de Miranda, Bolívar y todos esos héroes con los que nos hacían aburrida la historia que nunca nos han sabido contar decentemente, van a emerger de nosotros, pues otra de las características del venezolano, capaz la más importante, es que no es, se hace.

La semana que viene nos adentraremos en las profundidades de la bestia, para explicar en una serie de artículos las mellas que el modelo económico ha hecho en el trabajo como hecho social.

Ángel Mendoza / Abogado

@angelmendozaqui