Hace más de 15 años, el escritor especializado en management Jim Collins introdujo el volante de inercia como metáfora del liderazgo empresarial fuerte y duradero. Una compañía no pasa "de buena a grandiosa" de la noche a la mañana, escribió en un libro publicado en 2001 con ese nombre (Good to great, en la edición en inglés). Según Collins, la excelencia se logra más bien al "empujar incansablemente un enorme y pesado volante de inercia en una dirección, vuelta tras vuelta, cogiendo impulso hasta un punto de inflexión y más allá". Y una vez que ese volante de inercia comienza a girar, decía Collins, tiende a seguir adelante.
El poder del ímpetu es evidente en nuestro ranking de 2017 de los directores ejecutivos con mejor rendimiento del mundo, una lista que es notablemente congruente con la clasificación del año pasado. Dos de los tres principales CEO de este año se encontraban entre los tres primeros líderes en 2016; 16 de los 25 primeros estaban en el cuartil superior. Repiten 72 de los 100 directivos del año pasado y 23 aparecen por cuarto año consecutivo. De los 28 directores ejecutivos que desaparecen de la lista desde el año pasado, 11 es porque se han jubilado. (La mayoría del resto, incluidos los CEO de Heineken y Vodafone, salen debido a una caída significativa en el precio de las acciones). De media, estos 100 CEO generaron un retorno del 2.507 % sobre las acciones (ajustado a los efectos del tipo de cambio) durante un periodo de 17 años, con un retorno medio anual del 21 %.
Hay razones para esta coherencia. A diferencia de las clasificaciones que se basan en evaluaciones subjetivas y métricas a corto plazo, nuestra lista se basa en mediciones objetivas del desempeño a lo largo de todo el periodo que un director general está en el cargo; cifras que a menudo se mantienen estables. Seguimos viendo el ranking como un trabajo continuo y buscamos formas de mejorar la metodología, pero este año no hemos realizado ningún cambio en nuestro sistema de medición, lo que explica en parte la falta de grandes sorpresas.
El que mejor rendimiento obtuvo este año, por primera vez en esa posición, es el CEO de Inditex, Pablo Isla, la matriz de las cadenas de moda al por menor Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Uterqüe y del minorista de artículos para el hogar Zara Home. Desde que se convirtió en consejero delegado en 2005, Isla ha liderado la expansión global de Inditex, durante la cual la compañía ha abierto, de media, una tienda al día. Este crecimiento ha multiplicado por siete su valor de mercado y la ha convertido en la empresa más valiosa de España. Los colegas describen el estilo de gestión de Isla como humilde y a veces casi tímido. Aunque pasa gran parte de su tiempo viajando para visitar las tiendas de la empresa, rara vez asiste a las inauguraciones a fin de evitar ser el centro de atención. En la sede central de la compañía en Arteixo (Galicia, España), prefiere caminar por ella en lugar de convocar reuniones formales para dirigir la empresa. Forma parte de su intento por mantener una cultura emprendedora y de pequeña empresa incluso cuando la compañía ya se ha hecho enorme.
Entre los minoristas de ropa, Inditex se distingue por dos cosas: su éxito a la hora de ayudar a los consumidores a migrar fácilmente entre las tiendas físicas y las compras por internet y su sistema de "aprovisionamiento o producción por proximidad", según el cual más de la mitad de la producción de la compañía se fabrica cerca de sus instalaciones. Esto permite mantener los inventarios bajo control, sin que desborden, y sumarse rápido a las nuevas tendencias de forma que los nuevos diseños lleguen rápidamente a las tiendas.
Solo en términos de rentabilidad económica, Isla ocupa el puesto 18 en nuestro ranking; el desempeño de su empresa en factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés), que suman el 20 % de la puntuación de un líder, lo propulsó al primer lugar. Las agencias de calificación de ESG elogian la transparencia de Inditex en la gestión, seguimiento y auditoría de su cadena de suministro. La compañía anima a los consumidores a llevar ropa usada a sus tiendas para su reciclaje (en España la empresa lleva a cabo un programa de reciclaje de recogida a domicilio), y la marca Join Life de Zara, su cadena más grande, se produce con fibras recicladas y una especial atención al consumo de agua y otros recursos.
Si juzgamos a los CEO únicamente por su desempeño económico, como hacíamos antes de 2015, el líder en el puesto más alto sería el fundador de Amazon, Jeff Bezos, quien encabezó la lista en 2014 y ha tenido el mejor éxito financiero en cada año subsiguiente. Desde 2015, cuando las calificaciones de ESG se convirtieron en un factor en nuestro ranking, Bezos ha subido del puesto 87 al 76 y al 71. Algo está claro: las calificaciones de Amazon en ESG siguen siendo bajas. Este año, el 88 % de las compañías globales obtuvieron una puntuación más alta en los indicadores ESG. Pero esas calificaciones están mejorando. La enorme división Web Services de la empresa genera su propia energía solar y eólica. Y en los últimos dos años, Amazon ha contratado a varios ejecutivos de sostenibilidad experimentados, lo que ha generado optimismo sobre los cambios que probablemente prepara.
Aunque todos los inversores prestan por supuesto mucha atención al desempeño económico, hay pruebas de que muchos empiezan a mirar con atención las puntuaciones de ESG. A principios de este año, el investigador de la Escuela de Negocios Saïd de la Universidad de Oxford (Reino Unido) Amir Amel-Zadeh y el de la Escuela de Negocios de Harvard (Estados Unidos) George Serafeim publicaron los resultados de una encuesta a 413 ejecutivos de inversiones cuyas empresas administran en conjunto 31 billones de dólares (26 billones de euros) en activos. La mitad reportó haber usado información sobre ESG porque creen que es clave para el rendimiento de la inversión; casi la mitad cree que una empresa con una alta puntuación de ESG es una inversión menos arriesgada. Hoy en día, los gestores financieros utilizan la mayor parte de las veces las puntuaciones ESG como un filtro negativo: rechazan invertir en empresas con puntuaciones muy bajas. Sin embargo, los gerentes encuestados dijeron que esperan que cada vez más inversores busquen compañías con puntuaciones altas a lo largo del tiempo y usen estas clasificaciones para instar a las empresas a mejorar. "En general, las pruebas en nuestra muestra sugieren que el uso de la información de ESG se impulsa principalmente por razones más económicos que éticas", afirman los investigadores.
Los CEO en esta lista, en cambio, merecen elogios por sobresalir en ambos campos.
Actualidad Laboral / Con información de Harvard Business Review