14-09-2015
El Obispo de Roma exhortó a los trabajadores de la banca a poner siempre en el centro a la persona y no al dios dinero. Pidió “un uso solidario y social del dinero”, “hacer crecer la economía de la honestidad” y luchar contra la corrupción que inunda todos los ambientes. Todo ello para que exista “una globalización de la solidaridad” y una economía humanizada.

El Pontífice aseguró que la Iglesia “conoce bien el valor de las cooperativas” ya que “en los orígenes de muchas de ellas hubo sacerdotes, fieles laicos comprometidos, comunidades animadas por el espíritu de solidaridad cristiana”.

Francisco, como ya dijera en febrero a los miembros de otras cooperativas, les invitó a continuar “siendo un motor que desarrolle la parte más débil de las comunidades locales y de la sociedad civil, pensando sobre todo en los jóvenes sin empleo, con el objetivo del nacimiento de nuevas empresas cooperativas”. Y también “ser protagonistas en proponer y realizar nuevas soluciones de bienestar a partir del campo de la sanidad”.

El Pontífice les pidió preocuparse “de la relación entre la economía y la justicia social, manteniendo en el centro la dignidad y el valor de las personas y no al dios dinero”, así como “facilitar y animar la vida de las familias” evitando que la gestión de los bienes comunes “se conviertan en propiedad de pocos con objeto de la especulación”.

Por otro lado, es importante promover “un uso solidario y social del dinero” en el que “no mande el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital”. Así, se debe “hacer crecer la economía de la honestidad” sobre todo “en este tiempo en el que el aire de la corrupción impregna todo”. Pero “a ustedes no solo les he pedido ser honestos, que es normal, sino difundir y radicar la honestidad en todo el ambiente, una lucha contra la corrupción”.

El Santo Padre alertó sobre la tentación de que las cooperativas “se transformen en grandes empresas”, pero “no es el desafío más importante”, sino “crecer continuando siendo una verdadera cooperativa”, lo que significa “favorecer la participación activa de los socios”. “Naturalmente, la sana y prudente gestión vale siempre y es para todos”, manifestó.

En definitiva, se debe “hacer juntos y hacer por los otros”, y todavía más: “unir la eficiencia con la solidaridad” y “participar activamente en la globalización para que sea una globalización de la solidaridad”.
El Papa recordó que en la doctrina social de la Iglesia es clave la “subsidiariedad”, es decir, “no cargar con el peso a instituciones y sobre el país cuando se pueden afrontar los problemas con las propias fuerzas, con responsabilidad”.

“Les invito a tener cuidado de cómo se producen los réditos prestando atención de poner siempre en el centro a las personas, los jóvenes y las familias”.

También les solicitó hacer crecer empresas que “den ocupación para sostener a las familias” y “humanizar la economía”. Pero “sobre todo para dar la oportunidad a cada hombre y cada mujer de que tenga dignidad, esa dignidad que da el trabajo”.

Al concluir pidió: “no se olviden de rezar por mí” y bromeó diciendo: “que quede claro, no les pido dinero, les pido oraciones por mí”.

Actualidad Laboral / aciprensa.com