La pandemia vino a transformar definitivamente las modalidades de trabajo en el mundo y en esta entrega original para Business Insider, Rebecca Knight, explica cómo es la relación laboral que comparte actualmente con sus compañeros. Su relato es como sigue:
Una tarde del mes pasado me senté a charlar con dos de mis compañeros veinteañeros —ambos recién graduados— en la pequeña cocina que tenemos en la oficina.
Mientras tomábamos unos refrescos, hicimos lo que suelen hacer los compañeros de trabajo: hablamos sobre nuestros jefes, nos pusimos de acuerdo sobre las cosas del trabajo que nos interesan o las que no nos gustan, y opinamos sobre lo que podríamos hacer de forma diferente si estuviéramos a cargo de la organización.
Era una conversación corriente, pero siendo 2021, el hecho de que estuviéramos juntos era muy inusual. Yo trabajo a distancia, y ninguno de los otros dos compañeros es un habitual de la oficina.
Nuestro empleador nos deja elegir cuándo vamos a la oficina, y si queremos ir, una estrategia que muchas empresas han adoptado a medida que el mundo sale de la pandemia.
"No puedo imaginarme tener que ir a la oficina un viernes", aseguraba una de mis nuevas compañeros de trabajo.
No es la única, por supuesto. Alrededor del 85% de los miembros de la generación Z, los mayores de los cuales tienen poco más de 20 años, dicen que quieren tener la posibilidad de trabajar a distancia, según una encuesta de Harris Covid Tracker.
Ante la afirmación de mi compañera, me reí y le dije algo así como que cuando yo tenía su edad no podía siquiera imaginar que pudiera tener voz en el asunto. Y para que conste, tengo 40 años. Fue un momento de frivolidad, pero que me hizo pensar: qué extraño debe ser iniciar tu carrera en un momento en que la vida de oficina —y la conexión humana que históricamente hemos encontrado en ella— se está desmoronando.
Lo que aprendí de mi primer y segundo trabajo fue menos sobre el trabajo en sí mismo y más sobre cómo llevarse bien con los demás como un compañero adulto. En un pasado no tan lejano, pasábamos más tiempo en el trabajo que en casi cualquier otro lugar fuera de nuestras casas. Era el lugar donde teníamos las mejores oportunidades para crear y desarrollar relaciones, así como para crecer en las relaciones que creábamos allí.
Ahora esas oportunidades se reducen porque la gente trabaja desde casa, sin conversaciones con los compañeros en la sala de descanso, entre reuniones, durante los almuerzos o tomando una copa después del trabajo. Según los expertos, esto puede ser más grave para la generación Z, que todavía está creciendo hacia la edad adulta.
A pesar de todas las quejas sobre cómo los jóvenes que teletrabajan se pierden la retroalimentación y el aprendizaje de los empleados más veteranos, poco se ha dicho sobre lo que se pierde para su desarrollo personal, explica Yael Sivi, el autor del nuevo libro Crecer en el trabajo.
"El lugar de trabajo es una incubadora de crecimiento personal", añade Sivi.
Trabajar codo con codo con otras personas te enseña habilidades interpersonales de valor incalculable, como la forma de resolver conflictos y afrontar retos interpersonales.
Estas lecciones no solo mejoran tu trabajo, sino que también te convierten en un mejor amigo, cónyuge, padre y miembro de la sociedad, sostiene Sivi.
Esto no quiere decir que la generación Z esté condenada al egoísmo o a la ineptitud social.
De hecho y para que quede claro: mis compañeros de la generación Z son estupendos. Son inteligentes, ocurrentes y entusiastas. También son impresionantemente jóvenes.
"Los jóvenes todavía pueden crecer en el lugar de trabajo hoy en día, incluso en el virtual, pero tienen que ponerle mucha intención", detalla Sivi, que también es terapeuta y coach ejecutivo.
"Tienen que buscar a propósito oportunidades para crecer y madurar".
Asistir a la oficina proporciona un aprendizaje sobre la naturaleza humana
La adolescencia —un periodo de intenso crecimiento emocional, físico y biológico— comienza a los 9 años y termina alrededor de los 25.
Es la segunda ventana crítica del desarrollo del cerebro, ya que la primera es de 0 a 3 años, aclara Erica Komisar, psicoanalista y autora que escribe sobre este periodo de la vida.
"Hay un cambio, una organización y una poda que tienen lugar a medida que te conviertes en tu cerebro adulto", matiza. El entorno y las interacciones sociales desempeñan un papel importante en ese desarrollo, añade Komisar.
"En el trabajo, te encuentras en un entorno en el que no eres el jefe, así que tienes que aprender a lidiar con la autoridad y regular tus emociones cuando no te sales con la tuya".
Para Komisar, en este entorno "se cultiva la resistencia a la adversidad y al estrés, se aprende a controlar los impulsos y se desarrolla la empatía y la capacidad de leer las señales sociales y el lenguaje corporal, todas esas cosas buenas que asociamos con la madurez".
"Es la construcción de la identidad. Si estás trabajando en tu habitación aislada en tu apartamento, no lo consigues", argumenta.
Yo crecí mucho a los 20 años, y estoy segura de que parte de ello se debió al choque con la realidad de tener que pagar el alquiler y lavar toda mi ropa.
La mayor parte, no obstante, se debió a tener que ir a trabajar todos los días y pasar más de 40 horas a la semana rodeada de otras personas de diferentes edades, orígenes y perspectivas. Ciertas experiencias viscerales se quedan con uno.
En una reunión informal de Slack, mis colegas de entre 30 y 40 años se muestran muy de acuerdo con esta perspectiva.
Sus respuestas eran todas variaciones sobre el mismo tema básico: ir a una oficina todos los días supone una forma de educación sobre la naturaleza humana.
"Una vez tuve que parar una desagradable pelea entre dos compañeros que tenían la edad de mis padres", relata uno de ellos.
"Un año después de mi primer trabajo, mi némesis laboral consiguió un ascenso que yo quería, y me pasé una tarde en mi mesa intentando no llorar", recuerda otro.
"Mi primer jefe era un imbécil que alienaba a todos los que le rodeaban. Observando cómo lo gestionaban mis colegas más veteranos, aprendí a ser respetuosa, pero firme, y a poner límites".
El lugar de trabajo es una mezcla peculiar de competencia y simpatía, asegura Glenda D. Shaw, autora del libro Better You, Better Friends, que incluye un capítulo sobre cómo navegar por las amistades en el trabajo.
"Descubres en quién puedes confiar y de quién tienes que desconfiar. Descubres con quién puedes ser tú mismo y con quién tienes que cortarte. Y también descubres, a veces a las malas, quién es leal y quién es más egocéntrico", cuenta.
Aprender estas cosas es posible a través de Zoom, pero no ocurre de forma natural. Hay algo fundamental en estar físicamente presente con otras personas que no se da en otros contextos.
"Cuando se trabaja a distancia, es demasiado fácil desaparecer o simplemente optar por evitar a determinadas personas cuando hay que afrontar un conflicto o resolver problemas de comunicación", afirma Shaw.
Cómo centrarse en construir relaciones en el trabajo
Sin duda, la oficina no es un lugar místico para la iluminación personal. Tampoco es un lugar ideal para la creatividad y la innovación, a pesar de lo que predican algunos directores generales de empresas.
Además, la flexibilidad entre el trabajo y la vida personal se considera hoy en día esencial, y con razón.
Un estudio tras otro demuestra que dar a los empleados la posibilidad de elegir cuándo, dónde y cómo trabajar mejora su satisfacción laboral, su compromiso y su productividad.
Pero el trabajo a distancia puede tener algunas consecuencias no deseadas en lo que respecta a nuestro crecimiento personal, sobre todo para los jóvenes, dice Jeanine Turner, profesora de la Escuela de Negocios McDonough de Georgetown.
"Lo difícil de los veinteañeros es que ni siquiera saben lo que se están perdiendo", dijo. "¿Cómo se crea un anhelo por lo que se está perdiendo si ni siquiera se sabe que se ha perdido?".
Entonces, ¿cuál es la respuesta para la generación Z? "Un enfoque intencional en la construcción de relaciones en el trabajo", señala Turner.
Los jóvenes deben acercarse a sus colegas en toda la organización y hacer un esfuerzo conjunto para pasar tiempo con sus compañeros de trabajo cara a cara, si es posible.
Los espacios de trabajo compartidos, incluso si son compartidos por personas que no forman parte de la misma organización, pueden proporcionar experiencias y conversaciones esclarecedoras.
No hay que ceder a la tentación de esconderse de las situaciones incómodas, indica Turner, añadiendo que "tendemos a tomar decisiones sobre cosas que no queremos hacer"-
"No quieres reunirte con la persona que te pone nerviosa, y quieres evitar a la persona que te resulta difícil. Así que envías correos electrónicos en su lugar, o mantienes la cámara apagada en la reunión. Pero el hecho es que esas circunstancias y conversaciones difíciles te ayudan a crecer".
Reconoce que una decisión a corto plazo para una comunicación eficiente o el deseo de no tratar con un determinado colega tiene enormes implicaciones, dijo.
"Tu capacidad de influencia en la organización depende de las relaciones que establezcas".
Actualidad Laboral / Con información de Business Insider