El trabajo decente es central en la lucha contra la pobreza y la desigualdad y un elemento clave para que las sociedades puedan avanzar hacia el desarrollo sostenible, afirmó el Secretario Ejecutivo Adjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Antonio Prado.
En el sexto capítulo del programa multimedia Horizontes CEPAL, el funcionario de las Naciones Unidas señaló que la región cuenta con un mercado laboral fuertemente segmentado donde sólo la mitad de los trabajadores se desempeñan en condiciones formales.
Prado destacó que desde principios del siglo XXI la región ha mantenido un avance sostenido en materia de organización del trabajo ”con mayor participación de las mujeres y un aumento de los ingresos reales”.
Esta trayectoria ha resistido los vaivenes de la economía internacional, como la crisis de 2007-2008. Sin embargo, esta capacidad en los últimos años se ha detenido, lo que es motivo de preocupación para la CEPAL.
“El bajo crecimiento actual y el estancamiento de los ingresos impactan la disminución de la pobreza y la desigualdad, dos procesos virtuosos en América Latina”, afirmó el secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL quien llamó a los países de la región a proteger los avances en materia de empleo ante la creciente incertidumbre económica.
“La organización del mercado del trabajo, la protección social y el trabajo decente en América Latina, si bien son limitados, son centrales para alcanzar un desarrollo sustentable y justo”, aseveró Antonio Prado.
“Cuando hay regresión en materia de trabajo decente, los impactos sistémicos son muy negativos”, añadió.
Prado afirmó que la justicia social es la base del trabajo decente y el empleo con derechos, y resaltó la importancia de que los países cuenten con políticas eficaces de salario mínimo que pongan límites a la explotación de la fuerza de trabajo.
Destacó la política de salario mínimo implementada en Brasil, que tuvo un avance progresivo de crecimiento real de los salarios mínimos y que, acompañada por políticas de oferta como el aumento de la productividad y productos de consumo, provocó un aumento en las tasas de empleo.
“En el caso de Brasil, la idea neoclásica de que una política de salario mínimo puede dañar la generación de empleos y, más aún, la generación de empleos formales, no fue comprobada. Por el contrario, en el caso de Brasil, las tasas de empleo registraron un aumento”, apuntó Prado.
“Argentina y Uruguay pasaron por experiencias similares que impactaron positivamente en la disminución de la pobreza y la desigualdad”, agregó el alto funcionario.
El Secretario Ejecutivo Adjunto abordó también los cambios estructurales que están transformando la economía y la sociedad a nivel mundial, entre ellos, la revolución tecnológica que amenaza con un impacto sustantivo al mercado del trabajo.
“Al mismo tiempo en que luchamos por otorgar protección social y derechos a los trabajadores que permanecen en la informalidad, las tendencias globales impulsadas por la revolución tecnológica amenazan con afectar a aquellos sectores del mercado del trabajo que ya están organizados”, sostuvo Prado.
Recalcó que las tendencias proyectan un aumento de la productividad que no necesariamente va acompañada de mejoras para los asalariados.
“Vemos una tendencia a la precarización del mercado del trabajo organizado y, al mismo tiempo, una forma de acceder a los ingresos que puede generar problemas desde el punto de vista macroeconómico”, advirtió Prado.
Frente a esta realidad, mencionó, ha resurgido la propuesta de un ingreso mínimo ciudadano que apunta a garantizar un ingreso básico para que, por un lado, puedan tener capacidad de consumo y, por otro, la posibilidad de encontrar trabajos con mejor calidad.
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