15-07-2016
En los hogares de América Latina hay 18 millones de personas trabajadoras domésticas, el 7% de todos los ocupados de la región, de las cuales casi 80% están en condiciones de informalidad laboral, sin acceso a seguridad social, con salarios muy bajos y jornadas extenuantes, destacó un reciente informe de la Oficina Regional de la OIT.

“El trabajo doméstico es una de las ocupaciones con mayores tasas de empleo informal en América Latina y el Caribe, 8 de cada 10 personas en trabajo doméstico están en condiciones de informalidad. Esto representa 10% del empleo informal en la región”, dijo el Director Regional de la OIT, José Manuel Salazar, al referirse al nuevo informe.

Salazar añadió que “esta es una situación de discriminación compleja, con arraigos históricos en nuestras sociedades en regímenes de servidumbre y con actitudes que contribuyen a hacer invisible el trabajo de las mujeres, muchas de ellas indígenas, afrodescendientes y migrantes”.

El informe “Políticas de Formalización del trabajo doméstico remunerado en América Latina y el Caribe ” destaca que si bien la tasa de informalidad entre personas trabajadoras domésticas se ha reducido en más de 2 puntos porcentuales desde 2009, continúa siendo de 77,5 %. Esto significa unos 30 puntos por encima de la tasa regional para todos los trabajadores no agrícolas, que según los datos más recientes es de 47%.

El informe también recalca que esta situación de informalidad afecta principalmente a las mujeres, que representan 93% de las personas en trabajo doméstico en la región, es decir alrededor de 16,5 millones de mujeres.

Esta ocupación genera empleo para el 14,3% de las mujeres, es decir, 1 de cada 7 mujeres ocupadas en la región son trabajadoras domésticas. Por lo tanto, mejorar las condiciones de trabajo de las trabajadoras domésticas es fundamental para la reducción de la desigualdad de género.

Salazar recordó que la OIT adoptó en 2011 el Convenio 189 sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos , y que esta norma internacional ha sido ratificada hasta la fecha por 22 países, de los cuales 12 son de América Latina y el Caribe.

Al nivel mundial, América Latina tiene 37% de todas las trabajadoras y trabajadores domésticos del mundo, lo cual la coloca en segundo lugar después de Asia. De acuerdo con el informe los países que han tenido más éxito en la formalización son los que han aplicado estrategias multidimensionales.

Esto significa que junto con las reformas legales para equiparar derechos, hay otras medidas específicas tales como:


  • Acciones para garantizar el derecho de las trabajadoras domésticas a la seguridad social, reconociendo las especificidades del sector;

  • cobertura e incremento del salario mínimo hasta igualarlo al de sectores de similares niveles de cualificación;

  • registro de los contratos en los Ministerios de Trabajo y acciones específicas con la inspección del trabajo para facilitar la fiscalización;

  • incentivos tributarios y económicos;

  • medidas para promover la sindicalización y posibilitar el diálogo social; y
    campañas de sensibilización e información.



Sólo 28% de las personas que se dedican al trabajo doméstico contribuyen a la seguridad social, comparado con 47% del total de personas ocupadas.

Por otro lado, sigue habiendo países donde el salario mínimo no cubre esta ocupación, y otros donde el salario mínimo para este grupo es el más bajo de la escala. Ambos fenómenos hacen que el ingreso promedio de las trabajadoras domésticas esté entre los más bajos de todos los trabajadores y en muchos casos no cubra las necesidades básicas, situando a estas trabajadoras por debajo de la línea de pobreza.

“Esta poca valoración del trabajo doméstico está relacionada con el hecho de que es un trabajo que han realizado históricamente las mujeres en los hogares sin ninguna retribución. Además este trabajo, insuficientemente regulado y mal pagado, sigue siendo el principal proveedor de cuidados, a falta de políticas públicas universales de cuidado en la mayoría de países de la región”, dijo Maria José Chamorro, especialista de género de la OIT.

Precisó que “enmarcar la mejora de las condiciones de trabajo de las trabajadoras domésticas en la reflexión más amplia sobre la redistribución del cuidado en nuestras sociedades es vital para el desarrollo sostenible de la región”.

El Convenio 189 de la OIT define el trabajo doméstico como “el trabajo realizado para o dentro de un hogar o varios hogares”.

Actualidad Laboral / Información de OIT