16-08-2022

España se enfrenta a un desplome sin precedentes en los últimos meses en la compra de alimentos básicos. Hay un fuerte encarecimiento de los precios los alimentos que subieron el pasado mes de julio el 13,5%, lo que supone el mayor incremento desde el comienzo de la serie histórica del INE en 1994 está provocando una contracción del consumo, que afecta ya a toda la cesta la compra.


Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, las ventas han caído en total un 8,6% en volumen en el último año móvil al cierre de junio, respecto al mismo periodo del año anterior.


Así, las de pescado se han desplomado un 13,8%; las de carne, un 12%; las de las hortalizas, un 13,1%; las de aceite, un 11,6%; las de los huevos, un 10,7%; y las de fruta fresca hasta un 10,5%.


La falacia de la baja presión fiscal


Es algo nunca visto en un sector que se caracterizaba en los últimos años por una estabilidad prácticamente total, pero que está sufriendo con fuerza no solo los efectos devastadores de la guerra y el encarecimiento de cereales y otros productos, sino también las consecuencias de la sequía que golpea a toda Europa.


El problema, además, es que la subida de los precios ni siquiera permite mantener el nivel de facturación de la industria agrolimentaria, que se hunde también como consecuencia del desplome del consumo. Lo hace un 5,2%, hasta 72.662 millones de euros en los seis primeros meses del año. Para el sector la situación es muy preocupante porque, además, no se ve por ahora una posible luz a la salida del túnel.


De momento, según ha advertido ya en su último análisis el Banco de España, los precios del aceite han aumentado un 56% desde el principio de 2021, los cereales se han encarecido un 17%, los lácteos y huevos, un 16%, y la carne, un 10%.


La sequía agrava el problema


Todo indica ahora que, a la espera de cuál sea la evolución de la guerra en Ucrania y de los costes energéticos, la caída de la producción agrícola y ganadera ocasionada por la falta de lluvias no hará sino agravar aún más la situación.


Desde el Ministerio de Agricultura se advierte en el informe correspondiente a junio que en ese mes, en concreto, "la reducción de las compras se traslada a cualquiera de las categorías principales de alimentos, exceptuando a las bebidas de agua envasada, que incrementan tanto sus compras (2,1%), como su facturación (4,3%), si bien, su precio medio experimenta el crecimiento menos intenso del mercado (2,1%)". En todos los demás casos, la situación es de caída.


En el mes de junio, y siempre según los datos del Ministerio, "la pesca es el sector que mayor contracción experimenta (14,7%), principalmente impulsada por la reducción de compras de pescados frescos, pues representan el 43,1% del sector y se contraen incluso por encima del sector (17,8%), especialmente el rodaballo (55,8%), el lenguado (41%) y el salmón (37,1%)".


La compra de carne también retrocede a doble dígito (13,2%), especialmente la congelada (25,5%). Las compras de carne fresca y transformada retroceden a un ritmo inferior (13,5% y 11,1%, respectivamente), aunque representan el 97,5% del segmento cárnico, por lo que su contracción contribuye más que la de congelada a la caída del mercado. La carne de ovino y caprino es la carne fresca que mayor contracción experimenta (27,8%), pollo y cerdo retroceden 13,3% y 11,1%, respectivamente.


El sector oleícola experimenta la segunda contracción más fuerte (13,8%), si bien, experimenta el crecimiento en el precio medio más alto del mercado (48,8%), por lo que su facturación cierra un 27,6% por encima del mismo mes de 2021. Después de que la inflación haya alcanzado en julio el 10,8%, seis décimas superior a la del mes anterior, en el sector consideran poco probable que haya una recuperación del consumo a corto plazo.


La pérdida de poder adquisitivo de los consumidores es demasiado alta para que haya un repunte de ventas.


Actualidad Laboral / Con información de El Economista