En Cuba, Tamila García Quintero era bibliotecaria. Abandonó la isla en calidad de refugiada política y terminó en Suiza con su madre y su hija, hace 15 años.

"Siempre estaba en la oficina de desempleo en busca de un puesto, pero no pude encontrar nada", indica a swissinfo.ch sobre sus primeros años en el país alpino. Pronto le quedó claro que, como bibliotecaria, jamás obtendría una plaza.

En 2006, Tamila se inscribió en un curso de un año para aprender un oficio. Es ayudante de cocina y cuenta con un diploma.

Este curso fue un proyecto piloto impulsado por el otrora ministro de Justicia, Christoph Blocher, en el que se combinó el aprendizaje de un oficio y el de un idioma local, para acelerar la integración de los refugiados al mercado laboral. Personas de diversas procedencias como Irán, Sri Lanka, el Tíbet, Togo y Turquía, participaron en ese proyecto.

Cabe decir que cuando este programa se puso en marcha (2006), unas tres cuartas partes de los refugiados en Suiza estaban en el paro. Hoy, la situación no ha cambiado.

Y cada vez más, las empresas de ciertos sectores productivos sufren para encontrar aprendices. A esto se suma la decisión del pueblo suizo, hace dos años, de limitar la inmigración de mano de obra procedente de la Unión Europea, para dar prioridad a la fuerza laboral local.

"Con esta votación, nos vimos obligados a pensar en cómo poder ser más eficaces para aprovechar el potencial laboral de los refugiados”, indica Eric Kaser, jefe adjunto de la Sección de Integración de la Secretaría de Estado para las Migraciones (SEM).

El equipo de Kaser encontró dos lagunas en el sistema establecido hasta entonces para dar oficio a los refugiados: el aprendizaje de un idioma local no era implementado tan rápidamente como se debía y los cursos no estaban lo suficientemente enlazados con las necesidades del mercado laboral y las habilidades de los concernidos.

Preparando el terreno

García Quintero está de acuerdo en que aprender un idioma es un asunto esencial.

“En mi curso, estuvo muy bien que los participantes tuviéramos diversas edades y procediéramos de contextos distintos, pero hubiera sido mejor si todos hubiésemos tenido el mismo nivel de alemán”.

Kaser afirma la necesidad de que el entrenamiento profesional y del idioma local debe tener lugar lo más pronto posible, incluso antes de que las autoridades decidan conceder a los solicitantes de asilo el estatus de refugiado. Pero la Ley de Extranjería no permite que una persona reciba entrenamiento profesional antes de obtener su permiso de estancia en el país.

“Queremos que las personas que eventualmente permanecerán en Suiza, como las provenientes de Eritrea, Afganistán o Siria, puedan aprender pronto y de modo eficaz el idioma local”, indica Kaser.

Adecuarse a las necesidades

Ali Soltani, de Irán, también participó en el primer curso de aprendizaje de un oficio, hace diez años. En su caso, la espera para recibir su estatus de refugiado fue de dos años.

Soltani encontró un empleo después del curso, pero no en el terreno de la restauración. Trabaja en un laboratorio, aunque le gustaría tener su propio negocio de comida. "El aprendizaje me ayudó a encontrar un trabajo, porque tenía una referencia y una prueba de lo que aprendí", comenta.

Con su sistema de aprendizaje más reciente, las autoridades esperan adaptar mejor los cursos a las necesidades de la economía, y, finalmente, lograr que los refugiados accedan también al sistema regular de aprendizaje de un oficio, en el que el 70% de los jóvenes en Suiza reciben un diploma profesional.

A futuro

En el 2016, dice Kaser, su equipo se ocupará de contactar a las autoridades cantonales y averiguar qué programas hay que ajustar. A finales de año su oficina presentará una propuesta de financiación de los cursos y será hasta el 2017 o 2018 cuando se podrán crear las estructuras necesarias para conciliar las necesidades de las empresas con los cursos de aprendizaje de un oficio para los refugiados. “Es un proyecto a largo plazo”, advierte.

García Quintero logró finalmente encontrar un puesto laboral estable, luego de múltiples visitas a la oficina de desempleo. Ahora labora a tiempo parcial como asistente en el servicio de comida en una escuela y espera obtener más horas de trabajo una vez que una colega se jubile.

Cuando se encuentra con antiguos compañeros del curso de aprendizaje, la mujer siempre les pregunta cómo les va.

“Tomó tiempo, especialmente a los más viejos, pero ahora todos tienen un puesto de trabajo”, señala.

Actualidad Laboral / Con información de Swissinfo.ch