Se habla constantemente sobre la robotización del mercado laboral y los drásticos efectos que producirá; los individuos buscan desesperadamente qué empleos resistirán más a la revolución robótica, y qué trabajos desaparecerán, con la esperanza de que no sea el suyo; se revelan datos alarmantes, como que el 30% de los empleos se verán afectados por la IA para 2030; así, muchos tiemblan ante la mejora de la productividad que logran alcanzar los autómatas.
No obstante, ¿realmente van a ser tan devastadores los efectos? El miedo entre la población se extiende como la pólvora; basta con que un individuo lea rápidamente una noticia en el periódico, se la comente a su compañera en el metro y el chico de al lado lo escuche y convenza a todo su circulo de que de aquí a 10 años van a estar todos desempleados. Posiblemente sea un paradigma un tanto exagerado pero la cuestión es, ¿sabemos a qué nos enfrentamos?
El Parlamento Europeo propuso una serie de leyes de la robótica con el fin de regular su interacción con los ciudadanos y empresas de la UE. Dicho marco legal deberá debatirse posteriormente por la Comisión Europea.
Entre los numerosos asuntos tratados en la sede europea, encontramos la polémica disputa acerca del impacto de los robots en los empleos. Es innegable que los robots van a jugar un importante rol en el futuro laboral y parece ser que se desestabilizará el mercado del trabajo. El debate se centra principalmente en cómo reaccionar ante tales cambios: ¿es necesario que los robots paguen impuestos? ¿debería concederse a todo el mundo una renta básica universal?
Sin embargo, la principal pregunta es: ¿realmente estamos ante un acontecimiento tan inédito? Cualquier libro de historia nos muestra que no. La Segunda Revolución Industrial motivó profundos cambios en la estructura de la sociedad con la aparición de nuevas máquinas que dejarían obsoletos a muchos agricultores y artesanos. No obstante, se crearon nuevos puestos en atención a las necesidades actuales del mercado.
Santos Ruesga, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Autónoma de Madrid, mantiene que desde una perspectiva histórica, no hay por qué alarmarse. “Lo que está ocurriendo con los robots es lo que ocurrió en su día con las máquinas agrarias, el proceso tecnológico sustituye trabajo“, asegura el catedrático. No obstante, califica de absurdas algunas de las soluciones que se han debatido en la sede europea: “A nadie se le ocurrió en su día poner un impuesto a las cosechadoras – afirma Ruesga – y las cosechadoras suprimieron más trabajo que un robot en su momento“.
Ruesga hace alusión a la teoría de la destrucción creativa sostenida por el economista austriaco Shumpeter. “Determinados trabajos desaparecen porque se mecanizan, o bien porque el mercado se satura y ya no necesita determinados productos o servicios“, apunta. Las empresas nuevas llegan para desplazar a las antiguas, que gradualmente dejarán de existir. No obstante, el mismo califica de lejano un mundo donde todos los trabajos los hagan los robots “hace falta imaginación y conocimientos“, sostiene.
En esta línea se sitúa Alejandro Sánchez del Campo, Digital Counsel de Telefónica y organizador de Robotiuris, el congreso sobre los aspectos legales de la robótica que tuvo lugar en Madrid en noviembre de 2016.
“Lo principal es quitarse la idea de que mañana los robots van a sustituir el trabajo“, señala Sánchez del Campo. “Los robots están sustituyendo tareas; no tanto empleos, sino tareas“.
Sostiene que es innegable que los robots destruyan empleo; sin embargo, los trabajos que desaparecerán por completo serán aquellos que se compongan únicamente de tareas rutinarias y repetitivas, como está ocurriendo actualmente en trabajos puramente de fuerza. Esto no quiere decir que los trabajos con componente intelectual no se vean afectados, se irán sustituyendo gradualmente algunas tareas del puesto que no necesariamente exijan un componente humano, y que un robot puede desempeñar con mayor eficiencia.
Sin embargo, el hecho de que las máquinas lleven a cabo actividades que anteriormente hacían los humanos no significa que vayan a dominar por completo el mercado laboral desplazando a las personas. “Se habla mucho menos de la cantidad de trabajos que se crean“, señala Sanchez del Campo. Recurre al ejemplo de los cajeros automáticos y el pánico que sembró pensar que dichas máquinas dejarían sin trabajo a todos banqueros físicos. No obstante, ocurrió lo contrario: “Ahora hay incluso más banqueros, solo que se dedican a funciones diferentes; no te dan el dinero pero llevan a cabo otras gestiones. Se han reconvertido para aportar más valor.”
La Comisión Europea ya advirtió en 2013 que las nuevas tecnologías generarían 900.000 puestos de trabajos en Europa en los próximos años. Cuatro años después efectivamente las empresas tecnológicas buscan desesperadamente trabajadores con ciertas competencias digitales para cubrir los nuevos puestos que han creado los avances digitales. “Las empresas de robótica y las consultoras tienen constantemente un 10% de los empleos vacantes; es decir, tienen ofertas de empleo que no cubren, no tienen suficiente gente para contratar. ¿Por qué? Por qué faltan habilidades digitales“, sostiene Sánchez de Campos.
¿Por qué podría resultar inadecuado que los robots paguen impuestos o que se concediera una renta básica universal ?
Ruesga se posiciona en contra de ponerle impuestos a los robots, tal y como sugieren algunos, sosteniendo que carece de sentido ya que frenaría los avances que tanto se han incentivado. “No tiene sentido fomentar la capacidad de innovación tecnológica en las empresas, y cuando llega una innovación importante, como son los robots, ponerle impuestos. O queremos que avance, o no queremos que avance”, afirma el económico.
Andrus Ansip, Vicepresidente y Comisario europeo de Mercado Único Digital, acudió recientemente al festival tecnológico Pioneers, donde se le preguntó si coincidía con la visión de Bill Gates al defender que los robots paguen impuestos. El mismo respondió tajantemente: de ninguna manera.
El influyente político mantuvo que defendía poner impuestos a productos nocivos, como el tabaco o el alcohol, pero de ninguna manera pensaba manifestarse a favor de poner impuestos al progreso. Mantuvo que lo único que aquello provocaría es que Europa se quedara muy atrás.
Por su parte, Sánchez de Campos mantiene que no se trata de un solución eficaz, ya que como ya ocurre habitualmente, las empresas desplazarían la producción a otros países exentos de impuestos. Así, conceder indiscriminadamente una renta básica universal tampoco parece ser una solución viable, sino más bien una propuesta algo utópica debido a la complejidad de su concesión.
Ruesga sostiene además que, causaría una brecha entre los distintos sectores sociales, “marginalizando” en cierta manera a aquellos que vivieran de la caridad del estado, frente a los que ocuparan los puestos de trabajo.
¿Cuál es la solución ante la problemática de la robotización del empleo?
La respuesta es clara: hay que reeducar a la sociedad para cerrar la brecha provocada por el desajuste entre lo que el mercado demanda, y lo que el mercado genera. “La lógica económica revela que necesita la sociedad, y hacen falta perfiles técnicos”, afirma Sánchez del Campo.
Ruesga sostiene que el reciclaje lo hace el mercado por si sólo, de manera que cuando aparece una innovación tecnológica desaparecen algunos empleos, y aparecen otros. Sin embargo, dicho proceso puede acelerarse adoptando las siguientes medidas:
Formación: En primer lugar, la educación para los jóvenes universitarios debe anticiparse al problema impartiendo carreras más polivalentes para que en el caso de que una determinada profesión desaparezca, sea más fácil reciclarse y adoptar nuevas habilidades. Además, la formación en las empresas debe ser continua, asegurando que las aptitudes del trabajador estén alineadas con las necesidades de la empresa.
Reducción de la jornada laboral: El estado debe vincular sus incentivos al empleo y a la creación del mismo. Por ello, hay que buscar métodos para aumentar la carga de trabajo a la vez que se reduzca la jornada, permitiendo repartir el trabajo existente entre mayor número de personas.
Servicios de empleo: Es fundamental que los servicios de empleo identifiquen qué servicios requiere la sociedad cada momento concreto. Es decir, debe buscar huecos en el mercado para así llevar a cabo el proceso de intermediación y recolocación de manera más eficaz. Por ejemplo, actualmente hay una falta de trabajadores de cuidados primarios para personas mayores; se trata de un servicio que la sociedad necesita, y a su vez de fácil adaptación para aquellos que tengan una capacidad física y suficiente fuerza para ello.
Resulta irónico pensar que, mientras trabajadores pierden sus empleos debido a la digitalización de las tareas, las empresas no alcancen el reto de encontrar candidatos dispuestos a desempeñar una labor. ¿Realmente queremos buscar soluciones para mantener a estos individuos desempleados y dichos puestos vacantes?
Actualidad Laboral / Con información de TicBeat