'Piensa en grande', 'crea una plataforma', 'sé un disruptor, no un simple seguidor de las tendencias que otros formaron'... Esta y otras muchas frases similares se escuchan con frecuencia en ámbitos cercanos a las start up, como hackatones (maratones de desarrollo), consultoras de internacionalización (en especial las de Silicon Valley), aceleradoras y muchos de los programas de emprendimiento de las escuelas de negocio. Soñar ayuda a visualizar el futuro y a fortalecer el compromiso del emprendedor pero, ¿es suficiente con ser un visionario?
El objetivo a largo plazo debe estar tensionado con el día a día. Se empieza con acciones pequeñas, paso a paso, hito a hito. Es la buena ejecución de esa meta la que saca adelante una start up.
La visión evolutiva
En cualquier caso, la visión a largo plazo puede evolucionar con el tiempo. El fallecido cofundador de Apple, Steve Jobs, era un soñador con mayúsculas pero incluso él no podría haberse imaginado, a mediados de la década de 1970, que una empresa de ordenadores acabaría convirtiéndose en una firma con foco en el software –AppStore–, relegando el hardware –ordenadores, tabletas o smartphones, por ahora– a simples herramientas desde las que acceder a esos servicios.
Del mismo modo, es impensable que Larry Page y Sergey Brin imaginaran siquiera que Google se convertiría en un gigante que ha digitalizado libros y obras de arte, que compite con Microsoft en el área de la ofimática en la nube y que experimenta con coches autónomos, lentillas para diabéticos y globos que proporcionan conectividad a regiones remotas.
Google nació siendo un buscador online –no el pionero– que tuvo un gran éxito. A partir de ahí, los inversores forzaron la contratación de un ejecutivo con experiencia –Eric Schmidt, ex director general de Novell–, y se creó el sistema publicitario AdWords, que reinventó la publicidad online. Sólo a partir de entonces se vislumbró la idea de crear una plataforma horizontal de servicios online.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión