Los bancos han intensificado el cierre de oficinas en 2020, antes del gran ajuste que llevarán a cabo a partir del próximo año con motivo de las fusiones; y de los recortes anunciados y pactados en las últimas semanas, que rondará las 4.000. El sector redujo su estructura física comercial entre enero y septiembre en 1.090 oficinas, lo que supone un descenso del 4,5%, según los últimos datos disponibles. La inmensa mayoría de los bancos ha continuado rebajando su red comercial, con el objetivo de mejorar la eficiencia operativa, con una disminución de los costes e impulsar los canales digitales. De esta manera, el número de oficinas de las entidades de depósito se ha situado en 22.761, es decir, en niveles anteriores a 1980.
La cifra seguirá a la baja en los próximos ejercicios y lo hará de una manera, incluso, más acelerada. Se espera una clausura de entre 3.500 y 4.000 sucursales. El grueso de este ajuste se deberá al plan acordado por el Santander, que pretende materializar un cierre de 1.033 de sus agencias antes del próximo agosto, y del proyecto que definirá CaixaBank y Bankia en su fusión. Los analistas calculan que esta integración afectará a unas 1.400.
El resto provendrá de otras entidades, aunque el número de clausuras será menor. Así, Ibercaja echará la persiana a unas 200 de sus oficinas, que suponen el 20% de las que tiene en la actualidad; mientras que el Sabadell, ejecutará también un adelgazamiento de su red en el marco del ERE (Expediente de Regulación de Empleo) de 1.800 trabajadores, al que se sumarán otros 2.000 previsiblemente. Unicaja y Liberbank, que intentan salvar estos días su integración, también procederán al cierre de unas 300 oficinas. Y BBVA mantendrá su plan de recorte natural, de entre 150 y 200.
Todos estos cierres, previsiblemente, llevarán un tiempo, entre dos y tres ejercicios salvo, a priori, el del Santander. Aunque en los planes de las entidades es acelerar lo máximo posible, para conseguir los ahorros de costes necesarios para impulsar la rentabilidad.
Exclusión financiera
Desde la pasada crisis financiera, el sector ha venido reduciendo sus estructuras y desde entonces, el número ha descendido en más de la mitad. Lo que ha llevado a algunos expertos a advertir sobre una posible exclusión financiera, principalmente en las zonas rurales. A principios de este año, el 80% de los pueblos de seis provincias españolas (Ávila, Palencia, Salamanca, Guadalajara, Segovia y Soria) no contaban con una sucursal en sus calles. Sin embargo, desde el sector y desde el Banco de España, se asegura que el auge de la digitalización está evitando dicha exclusión. Todos los bancos han aumentado las transacciones que realizan sus clientes a través del celular e internet; y algunos de ellos, como BBVA, indican que ya venden más del 50% de los productos a distancia, sin necesidad de un contacto físico. Esta digitalización ha dado un salto con motivo de la pandemia y las restricciones de movilidad impuesta, sobre todo, en los meses del confinamiento total, a pesar de que el financiero fue un sector esencial. Además, distintas entidades cuentan con oficinas móviles (ofibuses) para dar servicio a los municipios más pequeños, al menos, una vez por semana.
Disminución de plantilla
Los bancos, al tiempo que han recortado su red, han estrechado sus plantillas de manera relevante. El sindicato CCOO (Confederación Sindical de Comisiones Obreras) estimaba recientemente que para los próximos ejercicios; el sistema en su conjunto iba a perder más de 26.000 trabajadores, una cifra que se sumará a los 103.000 empleos destruidos desde 2008 (un 37% del total). De esta manera y, si los pronósticos se cumplen, el sistema contará con menos de 150.000 personas en plantilla.
Esta destrucción de trabajadores se ha efectuado, en líneas generales, a través de prejubilaciones generosas y bajas incentivadas voluntarias, acordadas con los representantes de los trabajadores. En su informe, CCOO señala que España se sitúa ya como uno de los países de la Eurozona con menor nivel de empleados por habitante; al disponer de 37 empleados bancarios por cada 10.000 habitantes, frente a la media europea de 54,2. Cada trabajador da servicio a una media de 270,6 habitantes, cuando el promedio continental es de 184.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista