La pandemia y sus secuelas van desde lo físico hasta lo mental, y es que la crisis de la covid-19 ha dejado un panorama de incertidumbre laboral generalizada que se acentúa, especialmente, con aquellos trabajadores más precarios. La medicalización, fruto del estrés profesional y la sobrecarga, se ha disparado de manera transversal entre los trabajadores, aunque de manera más fuerte en aquellos con peores condiciones de trabajo. El número de trabajadores que han empezado a consumir tranquilizantes o han incrementado dicho consumo, a raíz de la actual crisis, se ha multiplicado por 2,5.
Así lo constata un informe elaborado por CCOO (Confederación Sindical de Comisiones Obreras) y la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona) y presentado este miércoles 1 de julio; que también refleja un incremento del mierdo a perder el empleo, a no encontrar uno de nuevo, en caso de estar en paro o de perder poder adquisitivo en los próximos meses. "En casi todos los análisis, aquellas personas cuyos salarios son más bajos y no cubren las necesidades básicas, arrojan peores datos", ha declarado el secretario general de CCOO, Unai Sordo.
La medicalización ha sido una de las vías a las que han recurrido los trabajadores, para minimizar el impacto psicosocial de la pandemia. El 21,4% de los más de 20.328 encuestados por CCOO y UAB reconoce tomar somníferos o tranquilizantes, siendo el 12% nuevos consumidores y el 3,4% consumidores que han incrementado su uso. Esta actividad frente a la angustia es más intensa entre los colectivos más damnificados por la presente crisis, tal como los identifica el Banco de España: las mujeres y los jóvenes. Entre ellas, el porcentaje de nuevas medicalizaciones o mayor uso de las mismas alcanza el 20,1%, cinco puntos por encima de la media.
Un nivel casi idéntico al que registran los trabajadores que afirman, no ganar lo suficiente para llegar a final de mes con todas las necesidades cubiertas. Hay profesiones que, por exposición, han aumentado drásticamente su consumo de tranquilizantes o somníferos, como por ejemplo las limpiadoras. Una de cada tres profesionales de la limpieza consume este tipo de fármacos. Una proporción solo superada por los médicos y enfermeros, entre los que el 37% consume este tipo de medicamentos.
El virus del miedo
La encuesta elaborada por CCOO y la UAB muestra que el virus ha contagiado de una gran inseguridad a los trabajadores. Miedo a perder el empleo (42,6%), miedo a no volver a encontrar otro trabajo (75,6%) o miedo a ver cómo la empresa les baja el sueldo (69%). Un porcentaje, este último, que coincide con recientes encuestas que recogen las perspectivas empresariales. Este lunes, la consultora KPMG publicaba un informe en el que, seis de cada diez compañías reconocían estar barajando bajadas salariales.
Un motivo que en relación a su situación laboral, ha provocado que la gran mayoría de trabajadores acudiera a su puesto de trabajo pese a tener miedo a contagiarse (68%), o miedo de poder contagiar a un ser querido (72,3%). El 13,1% de los trabajadores reconoce haber ido a trabajar pese a tener claros síntomas de estar enfermos. Un porcentaje que se eleva hasta el 18,2% entre aquellos que no ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
La percepción de que en las empresas o centros de trabajo se ha cumplido, con las medidas de seguridad suficientes es muy reducida; pues únicamente, el 28,8% de los más de 20.000 encuestados afirma haber ejercido en todo momento con suficiente protección. "Ha sido evidente una drástica falta de medios de prevención y de medidas de protección adecuadas ante una pandemia. Que es verdad que nos ha superado, pero que demandan que situaciones como estas, no se pueden repetir", ha declarado Sordo en rueda de prensa.
Actualidad Laboral / Con información de El Periódico