Parece un milagro. El número de concursos de acreedores de empresas declarados en el 2020 en España cayó un 5,6% hasta los 3.428 procedimientos, según datos de los registradores. Sin embargo, la tendencia de los últimos meses del 2020 indica que la situación empeora rápidamente. En el cuarto trimestre, los concursos aumentaron un 20% y solo en diciembre, un 30%, en ambos casos sobre el mismo periodo del 2019. El 2021 ha empezado, además, con un incremento relevante de expedientes de regulación de empleo (ERE), un indicador adelantado de la siniestralidad empresarial.
Con todo, los percances registrados aún son muy pocos si se tiene en cuenta el contexto. Tras vivir la peor contracción del producto interior bruto (PIB) desde la Guerra Civil, con un retroceso del 11% por el largo confinamiento de la primavera y las restricciones de todo el pasado año, el alud de insolvencias que podría esperarse de una devastación como la vivida no se ha producido.
Las razones de esta anomalía son conocidas: la liquidez facilitada por los bancos con los préstamos avalados por el ICO, las subvenciones de las cuotas sociales a las empresas con ERTE y la moratoria del deber de presentar concurso hasta el próximo 14 de marzo han parado el golpe. Ahora, los expertos alertan de un nuevo escenario, especialmente para las empresas más afectadas por unas restricciones que están complicando la recuperación de sus negocios.
“Tal como van las cosas, los concursos de acreedores son casi una obligación porque muchas empresas tienen ya problemas serios de solvencia a causa de las pérdidas y vemos que los bancos van a cortar el crédito a aquellos que están mal”, asegura Pere Cots, director de Consultoría Estratégica y Financiación de Pimec.
Las pymes, más afectadas
¿Llegará el temido aluvión de concursos? Quienes monitorizan los riesgos de los demás no lo tienen tan claro. Luigi Motti, director de S&P Global Ratings con seguimiento de la banca en el sur de Europa, ve muy factible una nueva intervención pública para evitar miles de quiebras y que las entidades financieras se vean seriamente afectadas: “No prevemos un gran incremento de la morosidad en el 2021 porque la expectativa es que las medidas extraordinarias del Gobierno se van a prolongar, como ya hemos visto en otros países”. El pasado viernes, Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, dijo que prevé un auge de los créditos dudosos hasta niveles muy gestionables este año desde un tasa de morosidad del 3,3% en 2020.
El sector asegurador constituye otro buen termómetro de la situación. El riesgo se disparó con el estallido de la pandemia y el confinamiento para moderarse después, tras el levantamiento del estado de alarma, aunque la siniestralidad se contuvo en todo momento por las medidas ya comentadas. En el inicio del 2021, asoman ya más sombras. Según Joan Rabella, director de seguro de crédito en Asterra Partners, “las aseguradoras de crédito esperan un incremento de las insolvencias a partir del segundo trimestre, sobre todo en los sectores de la economía más afectados por la pandemia”.
Probablemente, el drama y los concursos irán por barrios. En términos generales, las grandes empresas –sean sistémicas o no– han encontrado sus salvavidas públicos o privados. En cambio, centenares de miles de pymes y autónomos viven en el alambre, como constata Fran de la Torre, de la consultora Quartz, que avisa de que “ahí, sí, la sangre va a llegar al río”. La problemática es tan variada como dramática para muchos, explica De la Torre. “Unos no pueden aguantar las pérdidas por la caída de las ventas, otros se han quedado sin crédito y hay bastantes que se acogieron a un ERTE pensando en que esto duraría poco y ahora ni pueden despedir ni tienen dinero para reincorporar a los trabajadores”.
Igor Ochoa, vicepresidente de la asociación de administradores concursales Aspac y consultor de Dipcom Corporate, abunda en la misma idea: “Las empresas van muy justas y nosotros ya estamos notando un gran incremento y vemos muy probable que, tras el fin de la moratoria, llegue una avalancha de concursos”.
La salida de las grandes
La alternativa al concurso es, para quien pueda abordarla, reestructurar la deuda o apuntalar el capital. Las buenas empresas –sobre todo, de cierto tamaño– siguen teniendo fondos abundante a su disposición. Solo tienen que dar el paso. ¿Lo están haciendo? Menos de lo que cabría esperar. La tendencia a aguantar, aguantar y aguantar se repite en todas las crisis. Por eso, Josep Perich, socio de reestructuraciones en PwC, enfatiza que “es muy importante que las empresas aborden procesos ordenados con anticipación”. Que no esperen a no poder más.
Perich no prevé en absoluto una avalancha concursal. Javier Castrodeza, socio de concursal de Cuatrecasas, tampoco. “En todo caso, vendrá cuando se acaben los ERTE y haya que afrontar la devolución de los ICO, pero no ahora”, sostiene este abogado, que coincide en que, como siempre, la siniestralidad empresarial se cebará con las pymes. ¿Y el resto? “Veo soluciones con entradas de socios y ventas de activos”, sentencia.
Actualidad Laboral / Con información de La Vanguardia