18-06-2018
El mercado de trabajo aún vive de espaldas a la realidad demográfica. A golpe de prejubilación o despido, las empresas dilapidan y destierran un talento, el de los trabajadores sénior, que necesitarán cada vez más a medida que el envejecimiento de la población (uno de cada cuatro españoles tendrá más de 65 años en 2031) comience a complicar el relevo generacional. Esta es una de las principales conclusiones del informe «Los trabajadores séniors en la empresa española: realidades y retos», elaborado por el Observatorio de Demografía de la Fundación IE. El estudio revela que, a pesar de que «no encontrarán una sustitución fácil en la base de la pirámide laboral, debido a esa reducción del número de jóvenes, las empresas siguen sin tener estrategias definidas para prolongar la actividad de sus sénior», explica Rafael Puyol, director del Observatorio de Demografía y coordinador del trabajo.
En las compañías españolas se observa una paradoja: mientras se manifiesta una creciente preocupación por las políticas de diversidad como factor competitivo, solo el 17,39% de los empleados tiene 55 años o más (muy por debajo de la media europea), porcentaje que se reduce hasta el 0,52% para trabajadores mayores de 65 años. Los españoles nos retiramos con 62,2 años de media, 2,4 años antes que la media de la OCDE. En el caso de la mujeres, coincide: 63,1 años. La viabilidad del sistema de pensiones y el aumento de la esperanza de vida dibujan un inevitable alargamiento de la vida laboral, pero el 90% de las empresas consultadas en una encuesta incluida en el estudio reconocen que no tienen un plan de actuación para sus trabajadores mayores.
Alfonso Jiménez, socio director de PeopleMatters, coincide en el diagnóstico: «Muchas empresas hablan de diversidad e incluyen las derivadas de los vectores de Género, Capacidades Funcionales, Nacionalidades, pero pocas veces se incluye la edad como vector de diversidad. En nuestro país tendremos que enfrentarnos a esta nueva realidad. Miles de profesionales mayores tendrán que permanecer en el mercado laboral más años que los de generaciones anteriores. Eso supondrá un gran cambio en las personas, pero también en las empresas, que deberán adaptarse. Muchas saben que tienen ese desafío, pero pocas han empezado a prepararse».
«Las empresas deben comenzar a entender que conservar el capital sénior es ya un factor de competitividad y será una necesidad en el futuro», subraya Rafael Puyol. «Nuestra encuesta refleja que a estos trabajadores se los valora de forma muy positiva: su experiencia, contactos, la fidelidad a la compañía... pero eso luego no tiene un reflejo a la hora de establecer estrategias completas para conservarlos», añade.
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