Los emprendedores españoles parecen haber dejado atrás la pandemia, al menos si atendemos al ritmo de creación de empresas, que alcanza un 11,8% interanual con un aumento del 426,3% en el capital medio suscrito. Pero no todo son buenas noticias: un nuevo estudio revela que las secuelas de la crisis sanitaria siguen ahí y seguirán repercutiendo a medio y largo plazo en el empleo. Un lastre que se explica, en buena parte, por la desigualdad en los ingresos y el acceso a la financiación de estos nuevos empresarios.
En un trabajo titulado, precisamente, "Desigualdad de ingresos y espíritu empresarial: Lecciones de la recesión por COVID-19" los investigadores Beatriz González, del Banco de España, Victor Martín-Sánchez, de la Universidad del Sur de Dinamarca, Andrea Caggese de la Universidad Pompeu Fabra y Christoph Albert, del Collegio Carlo Alberto, analizan el impacto de las secuelas que persisten desde la emergencia desatada en marzo de 2020.
Entre abril y mayo de ese año la creación de empresas se desplomó un 75% y un 65% respectivamente, desde la media de 8.000 mensuales registradas antes de la irrupción del coronavirus. Pero el descenso se prolongó en los meses siguientes. Así, el déficit acumulado de emprendimiento en los primeros cuatro meses de la pandemia supera el registrado en los primeros 8 meses de la Gran Recesión en 2008. Y 15 meses después, a mediados de 2021, lo perdido seguía sin haberse recuperado.
"Esto sugiere que ha desaparecido una generación de empresas, lo que probablemente tenga importantes efectos a corto y largo plazo", inciden los autores.
Los investigadores apuntan que esta evolución no es solo achacable a los confinamientos, sino al empeoramiento de las condiciones económicas y al aumento de la incertidumbre. Algo que no ha afectado por igual a todos los emprendedores, ya que una de las principales conclusiones del estudio es que el retroceso se concentra en los emprendedores de "hogares de bajos y medios ingresos" mientras que los de mayores rentas no se vieron afectados. De hecho, la creación de empresas se incrementó en este colectivo, pero sin poder compensar el desplome general.
Golpe desigual al empleo
Los autores se atreven a poner cifras a las consecuencias que esto tendrá para el empleo generado por lso emprendedores en los próximos años. En este sentido, se espera que el número de asalariados contratados por las empresas creadas durante la pandemia "sea un 2,4% menor después de 10 años". La razón no es solo que haya menos constituciones, también influye la caída de startups "con alto potencial de crecimiento" que en circunstacnias normales hubieran sido fundadas por los emprendedores con bajos ingresos.
Esto supone restar 1.000 empleos menos en los primeros años (2021 y 2022), pero las características de las nuevas firmas hacen que esta brecha se agrave con el paso del tiempo. Y es que a medida que las empresas "envejecen", las de alto crecimiento empiezan a sumar más trabajadores que las convencionales, lo que en este escenario supone cada vez menos empleo creado, con hasta 4.000 puestos de trabajo "perdidos" en los años 2028 y 2029.
Teniendo en cuenta que las nuevas empresas fundadas cada año elevan su plantilla de 100.000 hasta los 170.000 puestos en sus nueve primeros años de vida, esto supone que la merma de empleo oscilará entre un 1% y un 2,4% al año hasta 2030.
El impacto es aún más significiativo si lo analizamos desde la perspectiva de los niveles de renta de los emprendedores. Y es que, si todos los emprendedores de 2020 se hubieran comportado como los de altos ingresos, no solo no habría pérdida de creación de empleo, sino que se produciría un incremento adicional de 1.000 trabajadores al año hacia finales de 2028, esto es un 1% más que la media de plantilla estimada antes de la pandemia.
Pero, por el contrario, si todo el emprendimiento se hubiera comportado como los de bajos ingresos, la pérdida de empleos potenciales alcanzaría un máximo de 7.000 puestos de trabajo en 2028, un 4,1% en ese año. La razón de esta evolución no está solo en que haya menos empresas nuevas impulsadas por estos empresarios, sino que habría menos startups entre sus proyectos, con mayor capacidad de elevar su plantilla y, además, con empleos mejor pagados.
Los autores consideran esta evolución como una consecuencia de la restricción del crédito y las limitaciones en el acceso a la financiación para los hogares de bajos ingresos, que explica su menor actividad empresarial durante la pandemia en comparación con los hogares de altos ingresos. Si hubieran tenido el mismo acceso a capital, la situación en los próximos años sería muy diferente.
En este sentido, advierten de que, aunque las políticas dirigidas a apoyar los empleos actuales durante una pandemia son importantes para garantizar una recuperación duradera en el futuro, "deben ir acompañadas de medidas dirigidas a reducir el coste del crédito para los nuevos empresarios potenciales", especialmente los de bajos ingresos, ya que los de más renta no sufrieron estos problemas.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista