Si el absentismo estaba creciendo de forma imparable en España, en los últimos años, la pandemia lo ha disparado. De tal forma, que se ha incrementado un 16% y marca máximos históricos, con una tasa del 7,1% según el X Informe Adecco sobre Empresa saludable y gestión del absentismo publicado el domingo. Cabe destacar, no obstante, que este estudio no tiene en cuenta las vacaciones, festivos ni los ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo); pero sí cualquier otro permiso remunerado, aunque esté justificado, como la maternidad o paternidad, o las ausencias por conflictividad laboral.
La covid, las restricciones a la movilidad o el miedo a ir a la oficina y contagiarse; provocó que el número de horas laborables perdidas en 2020 escalara hasta rozar los 1.700 millones, frente a los 1.460 millones registrados en 2019. El impacto es de tal calibre, que equivale a decir que 937.000 asalariados no trabajaron ni un día en todo el año. Este fuerte repunte del absentismo, lógicamente, tiene su repercusión económica: el coste bruto que provoca para el conjunto de la economía la pérdida de casi 1.700 millones de horas se eleva hasta los 36.900 millones de euros, lo que equivale al 3,3% del PIB (producto interno bruto).
La evolución del absentismo está íntimamente ligada a la del ciclo económico y, habitualmente, en época de crisis, desciende, mientras aumenta en los periodos de bonanza. Por eso en una primera etapa, entre 2000 y 2007, mostraron un crecimiento casi sin interrupciones desde 65 hasta 85 horas por trabajador y año, lo que implica un incremento acumulado del 32%. A partir de ahí, junto con el comienzo de la anterior crisis económica, las horas perdidas por absentismo inician una fase descendente en la que se redujeron todos los años. De las 85 horas/año por trabajador en 2007 cayeron hasta 67 horas en 2013: un recorte total del 21%.
Al iniciarse en 2014 la recuperación de la economía, las horas no trabajadas por absentismo volvieron a incrementarse; alcanzando en 2020 un nuevo máximo de 108 horas anuales por trabajador. Un fuerte repunte del 67% en apenas siete años. Y, pese a la actual crisis sanitaria, Francisco Javier Blasco, director de Adecco Group Institute, pronostica que siga en ascenso, al menos en los próximos meses; debido a que "los confinamientos y la pandemia van a multiplicar las patologías psicosociales, que tienen una etapa silente y luego se manifiestan".
La enfermedad, la principal causa
No obstante, la inmensa mayoría del absentismo está justificado y, en realidad, la enfermedad es el principal motivo de faltar al trabajo. Así, las bajas laborales están detrás del 80% del absentismo y explican tres cuartas partes de su incremento en 2020. Las horas perdidas por incapacidad temporal llegaron en 2020 a algo más de 80 por trabajador, cuando antes nunca habían superado las 68 horas. El resto hasta situarse en las 108 se explica por un conjunto de motivos, entre los que destacan las horas no trabajadas por permisos y licencias (casi 10 horas, prácticamente el doble que la media entre 2000 y 2019). Por lo que, sin duda, es razonable relacionar también este súbito aumento de los permisos con la pandemia, por ejemplo, debido a aislamientos preventivos por eventuales contagios a la espera del resultado de un test o por la enfermedad de familiares directos.
La evolución de la tasa de absentismo siguió un camino parecido, a lo que acaba de reseñarse para las horas no trabajadas por absentismo; aunque con una diferencia relevante. Como el aumento de las horas perdidas por absentismo, se produce al mismo tiempo que las horas pactadas efectivas cayeron, la tasa de absentismo dio un salto proporcionalmente mayor. Si en 2019 fue de un 5,5%, en 2020 fue de un 7,1%, lo que marca un nuevo máximo histórico. El incremento, de 1,6 puntos porcentuales, puede desglosarse en 1,1 p.p. por el aumento de las horas perdidas por absentismo y los restantes 0,5 p.p. por la caída de la jornada pactada efectiva.
Once autonomías registraron en 2020 su mayor tasa de absentismo desde 2000. Fueron los casos de Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura, Madrid y Navarra. Sin embargo, la mayor tasa de absentismo correspondió una vez más, pese a haberla reducido, al País Vasco, con un 9%. Le siguieron Canarias (7,8%) y Baleares (7,7%).
Actualidad Laboral / Con información de El Correo