14-08-2018
Durante los pasados meses de marzo y abril, Perpetual Guardian, una empresa de seguros neozelandesa, decidió reducir de cinco a cuatro sus días de trabajo a la semana. Tras el periodo de prueba de dos meses, los 240 empleados de la compañía aseguraron que su nivel de estrés se había reducido casi un 10% y su tiempo libre fuera del trabajo había mejorado en todos los aspectos: estaban más sanos, disfrutaban más de las actividades de ocio y su nivel de vida, en general, se había incrementado.
El director de la empresa, Andrew Barnes, considera que la mayoría de los sectores empresariales podrían instaurar un sistema así. «Siempre vas a tener fechas de entrega, pero se puede intentar cambiar las prácticas de trabajo para conseguir un sistema más flexible», dice por email a ABC.
Hay dos puntos claves a destacar en el proyecto. El primero, que durante el periodo de prueba el sueldo de los empleados no se redujo. El segundo, que el nivel de productividad se mantuvo igual durante las semana laboral de cuatro días respecto a la de cinco. Barnes asegura que el único impedimento que encontró para poner en marcha esta inédita medida fue a nivel burocrático: «La regulación de Nueva Zelanda no permite pagar a la gente 40 horas de trabajo cuando solo cumplen 32». El director cree conveniente que su legislación debe actualizarse.
Los trabajadores de la empresa están encantados con la reducción de horario. «No me puedo imaginar algo mejor, un día más para centrarse en uno mismo es algo que necesita todo el mundo», comenta una empleada. «Durante esos cuatros días estás más ocupado y concentrado en el trabajo, pero al tener más descanso vuelvo el lunes como una persona nueva», asegura otra de las trabajadoras de la empresa de seguros. Este paradigma resulta casi utópico. ¿Realmente es posible reducir la semana laboral a cuatro días? ¿Es la mejor opción para los trabajadores? ¿Y para las empresas?
José Luis Casero, director de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios en España (Arhoe), considera que las empresas españolas no están preparadas para implantar una medida como esta. «Antes de dar ese paso en nuestro país creo que tenemos que dar pasos anteriores, sería como empezar la casa por el tejado», explica Casero. Javier Blasco, director jurídico de Adecco, refuerza esta opinión: «La tendencia española no es tanto a la reducción del tiempo de trabajo, sino a la flexibilidad».
Las políticas de conciliación son ese paso intermedio del que hablan los profesionales. «La dinámica que nosotros estamos buscando es la de tener una vida equilibrada, tener tiempo cada día no en un momento específico de la semana o del mes», comenta la doctora Nuria Chinchilla, profesora del departamento de Dirección de Personas de la IESE y fundadora del Centro Internacional de Trabajo y Familia. Según la experta, si las empresas españolas adoptaran una semana laboral de cuatro días «se crearía un desequilibrio, al trabajar más durante esos días y luego descansar tres».
Esta reducción de horas diarias que destacan los expertos se hace patente todos los veranos en nuestro país. «De junio a septiembre se establecen jornadas de trabajo intensivas que funcionan así que ¿por qué no se hacen durante todo el año?», se pregunta José Luis Casero.
Jornadas intensivas
El director de Arhoe afirma que, de realizarse este cambio, no debería afectar al sueldo de los empleados ya que no estamos hablando de una reducción de jornada, sino de una «concentración del tiempo de trabajo». Chinchilla coincide con Casero: «Es lo que se hace en verano y las cosas salen bastante bien». Reincidiendo en la posibilidad de una semana laboral de cuatro días, Javier Blasco opina que «la sociedad española no está preparada para ello», y argumenta que muchos sectores de la población no estarían dispuestos a renunciar a ciertos servicios: «No sé si la gente dejaría de hacer la compra un viernes o no de ir al cine un fin de semana».
En España, las jornadas de menos de 35 horas suelen darse entre los trabajadores más jóvenes, que en un 28% de los casos son asalariados. Asimismo, las jornadas de más de 40 horas suelen corresponder a autónomos, en un 57% de los casos. También, suelen ser trabajadores de más de 35 años.
«Las cuentas no salen»
Blasco también ve difícil el papel de las empresas en la implantación de esta medida. «Si se va a trabajar cuatro días a la semana, pero se va a cobrar como cinco, la empresa dirá que las cuentas no salen», puntualiza. Román Gil, abogado especializado en derecho laboral y profesor de la Universidad de Navarra, comenta que hay empresas que «no se podrían permitir ni un día reducir su actividad».El abogado resume el problema en tan solo una frase: «Jurídicamente nada lo impide, pero en la práctica casi ninguna empresa podría permitírselo».
Actualidad Laboral / Con información de ABC