La oleada de despidos masivos que iniciaron después del verano de 2022 algunas de las empresas más grandes del mundo parece estar llegando a su fin. El ritmo de los recortes de empleo en todo el mundo está desacelerando en lo que algunos ven una señal de que el enfriamiento de la economía no se traducirá necesariamente en una recesión mundial.
En junio se eliminaron casi 51.000 puestos de trabajo en empresas multinacionales, según un análisis de Bloomberg de los anuncios de recortes de empleo en casi 1.300 empresas. El recuento del mes pasado, que cayó un 25% desde mayo y marcó la cifra más baja desde diciembre y cuarto descenso en cinco meses. El tamaño medio de los despidos en las empresas durante el segundo trimestre fue de en torno al 8% de la fuerza laboral total de una empresa, frente al 10% que rondó en los dos períodos anteriores.
La senda de despidos globales que se inició el año pasado llegó después de un periodo (2021 y principios de 2022) con el recorte de personal por debajo del promedio; algunas empresas dispararon las contrataciones y otras sufrieron una grave escasez de mano de obra. Aquí el contexto lo marca la pandemia y el ejemplo perfecto lo ofrece el sector tecnológico, que ha ejecutado más de 200.000 despidos. De Amazon a Meta, Twitter o Alphabet.
El boom de contrataciones durante el confinamiento ante el aumento de la demanda de los hogares es ya cosa del pasado. Según Bloomberg, los anuncios de despidos en junio fueron casi un 70% menos que en mayo, lo que apunta a que, en parte, la mayoría de las empresas ya se han deshecho de gran parte de la sobrecontratación que hicieron durante la crisis sanitaria.
Las empresas de consumo discrecional siguieron a las tecnológicas en ajuste de personal. Estas eliminaron más de 160.000 puestos de trabajo desde principios de octubre, mientras las empresas industriales también ejecutaron muchos despidos, cerca de 80.000. Sin embargo, de todos los despidos masivos rastreados por Bloomberg, el mayor es el estimado tras la adquisición de emergencia de Credit Suisse por parte de UBS, estimado en unos 35.000.
Tras la fusión en tiempo récord ante la crisis de confianza en Credit Suisse que empeoró tras el colapso de Silicon Valley Bank, otros bancos de Wall Street han realizado varias rondas de despidos, eliminando parte de la plantilla adquirida durante el auge de la contratación de los últimos dos años en plena incertidumbre económica y aumento de los tipos de interés. En concreto, desde octubre el sector financiero ha recordado algo más de 100.000 puestos de trabajo en todo el mundo.
Muchos trabajadores tecnológicos despedidos han podido encontrar nuevos trabajos con relativa rapidez. Si bien el mercado laboral para los ingenieros de software puede no ser tan fluido como antes, las nuevas empresas más pequeñas y las empresas en industrias más tradicionales como la banca o la fabricación de automóviles han aprovechado la oportunidad de captar talento. De hecho, la rápida reabsorción de los despedidos en la fuerza laboral -también en el mundo de la Inteligencia Artificial tras el lanzamiento de ChatGPT- puede contribuir a una tasa de desempleo récord.
Datos para el optimismo... y el pesimismo
Esta evolución y la solidez del mercado laboral de EEUU, pese a la ligera decepción del último dato de creación de empleo, sugieren que el deseo de los banqueros centrales de un enfriamiento gradual de la economía que frene la inflación sin caer en la recesión puede estar haciéndose realidad.
La solvencia de los datos económicos y de mercado ha llevado a los analistas de Bank of America o Citigroup a retrasar las proyecciones de recesión a algún momento en 2024. Pero la inflación podría enquistarse durante más tiempo del estimado por los economistas pese a las muestras de moderación.
El crecimiento de los salarios en EEUU fue más fuerte de lo esperado y mientras los banqueros centrales siguen aumentando los tipos de interés, el riesgo una menor inversión por el coste elevado de los intereses sigue latente y puede abocar a un crecimiento más lento que, según los más pesimistas, podría derivar en una recesión mundial.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista