Puede que seas un buen empleado y te esfuerces mucho en tu trabajo pero, aún así, existen ciertos detalles y comportamientos que, por insignificantes que te parezcan, pueden llevarte al despido. Para ayudarte a evitarlos o, al menos, para que no te quedes atónito si finalmente llega a suceder, te contamos cinco errores aparentemente inocentes que pueden tener consecuencias más graves de las que imaginas para tu carrera.
Prometer mucho y hacer poco
Al aceptar la oferta de trabajo por parte de tu empresa hiciste una promesa implícita de que eres capaz de atender satisfactoriamente todas las responsabilidades derivadas de tu puesto. Aceptar una trabajo sabiendo que no se está cualificado para el mismo tiene sus consecuencias tarde o temprano, ya que tus debilidades quedarán descubiertas en la primera situación compleja que te encuentres y no sepas manejar. E, incluso cuando sí estás totalmente capacitado para desempeñar el puesto que ocupas, prometer a tu jefe grandes progresos y fechas de entrega que sabes que no vas a cumplir te hará quedar fatal. Promete solo aquello que realmente puedas hacer: esas ganas de mostrarte proactivo y dispuesto pueden volverse en tu contra y jugarte una mala pasada.
Ser negativo
Te contrataron para facilitar el trabajo de tu jefe y tus compañeros de equipo, no para hacérselo todavía más difícil. Hay personas que, a veces de forma inconsciente, destilan negatividad a lo largo y ancho de su departamento, se quejan constantemente, culpan a los demás de sus fracasos y repiten que el trabajo es demasiado duro o que no fueron contratados para desempeñar una determinada tarea. Estos individuos sean probablemente los primeros en irse: la negatividad es contagiosa y a nadie le gusta ese virus.
Falta de inteligencia emocional
Todo el mundo sabe que una causa común de despido es la incapacidad de llevarse bien con el resto del equipo y los compañeros de oficina. Sin embargo, puedes ser una persona bastante simpática y aun así tener incapacidad para controlar o esconder ciertas emociones, algo que puede poner las baldosas de tu camino a la calle. Intenta reprimir esa cara de desprecio cuando habla el compañero que te cae tan mal y trata de que no sea tan evidente para los demás cuando estás aburrido o irritado: son claros signos de una inteligencia emocional deficiente.
Abusar de los recursos que te proporciona la empresa
Puede que pienses que coger un poco de papel de impresora de la oficina porque en casa se te ha acabado o utilizar la cuenta de FedEx de la empresa para mandar un regalo de navidad de última hora te parezcan pequeños detalles sin mayor trascendencia, pero a ojos de tu jefe y tus compañeros te harán parecer un abusador. Da igual que todo el mundo lo haga: abusar de los recursos que pone a tu disposición la compañía para que lleves a cabo tu trabajo es una ofensa, incluso si el valor económico del bien en cuestión es irrisorio.
Hablar en nombre de la empresa sin autorización
Y no, no nos referimos a lanzar una nota de prensa o publicar desde la cuenta de Twitter de la compañía; eso no son errores inocentes y todo el mundo sabe que estos comportamientos significan un despido automático, además de otras posibles acciones legales. Hablamos de contestar a la pregunta de un periodista que te pone el micrófono en la cara o publicar en Internet dando tu opinión sobre cualquier tema identificándote como empleado de la empresa. Estas acciones crean la percepción de que hablas como representante de la compañía y tus opiniones son las suyas, incluso cuando no sea esa tu intención.
Actualidad Laboral / Con información de Forbes