De la gran cantidad de decisiones que debes tomar como empresario, ninguna es más importante que decidir a quién contratas. Cada empleado contribuye a (o destruye) la cultura empresarial que estás tratando de crear, por lo que un error en la contratación puede reducir tu productividad, contaminar el ambiente de la compañía e incluso determinar la permanencia de tu personal más valioso. De acuerdo con diversos estudios, tener un solo empleado tóxico en una empresa de veinte trabajadores tiene un coste aproximado de 12,800 dólares. ¿Cómo evitarlo? Asegurándote de que en la persona a la que contratas concurren estas siete cualidades.

Muestra entusiasmo por el puesto. La persona a la que decidas contratar debe mostrarse asertiva e ilusionada con la posibilidad de incorporarse a tu equipo, demostrando iniciativa y predisposición a hacerlo lo mejor posible y a contribuir a la compañía.

Sus valores encajan con el mensaje de la empresa. Indagar lo máximo posible en los valores que esa persona busca en una empresa te ayudará a saber si estos encajan con la cultura de tu organización.

Tiene ganas de aprender. Todo líder quiere a su lado a personas con sed de continuar aprendiendo, sea cual sea el sector o el puesto a ocupar. Durante la entrevista o proceso de selección, fíjate en candidatos que muestren entusiasmo por seguir creciendo a nivel tanto personal como laboral.

Ofrece potencial a largo plazo. Dado que renovar la plantilla puede ser un proceso extremadamente caro, asegúrate de que la persona a la que contrates muestra un interés a largo plazo en la compañía y aspira a crecer en el seno de la misma.

Muestra capacidades comunicativas. Es vital que todos los empleados sean capaces de comunicar de manera efectiva el mensaje de la compañía, tanto a otros profesionales como a clientes o incluso a los medios; es la mejor forma de mantener intacta la reputación de la empresa.

Es de fiar y capaz de asumir responsabilidades. No contrates a nadie que no sea capaz de tomar el mando si las cosas se tuercen y que no estén comprometidos al cien por cien con su trabajo.

Está abiertos al cambio. Hay pocas cosas tan peligrosas en un empleado como la resistencia al cambio. Busca personas flexibles, que hagan las cosas fáciles y que saben que para lograr lo que no se ha conseguido antes no se puede seguir haciendo lo mismo.