18-04-2017
La grave crisis que golpea Venezuela tiene que ver en buena medida con una tendencia hiperinflacionista que, año tras año, multiplica los precios de decenas de productos básicos y que, por el momento, no tiene vuelta atrás. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2018 publicadas este martes estiman que al cierre del año la inflación alcanzará el 2.068%, un nuevo récord después de la proyección del 720% para 2017, y que en 2022 esa tasa podría rozar el 4.700%.
Así, según estas previsiones que elabora el organismo que dirige Christine Lagarde, los precios se multiplicarán por 8 en 2017 (una subida del 720,5%) y volverán a multiplicarse por más de 21 en 2018 (una inflación del 2.068,5%), lo que significa que el nivel de precios se multiplicaría por casi 178 en dos años. Es decir: el equivalente a una subida de precios del 17.692% en solo dos ejercicios.
El organismo señala que el país “sigue inmerso en una profunda crisis” y recuerda que, tras una contracción prevista del 7,4% en 2017, su Producto Interior Bruto (PIB) seguirá cayendo el próximo año un 4,1%. El desempleo también irá en aumento, según el Fondo, y pasará del 21,2% del 2016 a 28,2% en 2018. Estos datos cobran especial relevancia en un país donde el salario mínimo apenas supera los 40.000 bolívares (alrededor de 10 dólares) y el cortocircuito del sistema de precios han echado por tierra el poder de compra de la divisa nacional, mientras que la moneda estadounidense se ha convertido en la referencia de la economía sumergida. En definitiva, aumentan los precios mientras los salarios no suben y el valor real de sus ingresos disminuye.
A esta circunstancia hay que sumar los problemas de desabastecimiento y decisiones políticas que alientan la incertidumbre del consumidor. El pasado diciembre el Gobierno de Nicolás Maduro ordenó retirar de la circulación cerca de la mitad del dinero en efectivo de Venezuela, representado por los billetes de 100 bolívares, aunque la medida ha pasado por diferentes prórrogas.
La economía del país, productor de crudo, encadena varios ejercicios de crisis también por la caída del precio del petróleo. Desde un promedio positivo entre finales de los noventa y 2008, el PIB comenzó a descender llegando a experimentar una contracción del 18% en 2016. Aun así, la previsión para los próximos cinco años mitiga esa tendencia, ya que el FMI la sitúa en un 1,3% en 2022.
Actualidad Laboral / Con información de El País