22-05-2017
La rápida transformación de la industria de la automoción obliga a Ford Motor a corregir el tiro. El segundo fabricante de coches estadounidense por volumen decide destituir por sorpresa a su actual consejero delegado, Mark Fields, por Jim Hackett, el ejecutivo que está al frente de la división que se encarga del desarrollo del vehículo autónomo y servicios de coche compartido. Fields no llevaba ni tres años al frente de la compañía. Es la última evidencia de que Detroit mira cada vez más a Silicon Valley para ser próspera.
El ajuste en la cúspide de Ford Motor se produce dos semanas después de una tensa junta general de accionistas, en la que los inversores cuestionaron el liderazgo de Fields después de ver que la compañía perdió un 10% del valor bursátil este año y se vio relegada al tercer lugar por capitalización tras General Motors y Tesla. El desplome se dispara al 40% desde que Fields tomó el volante de la multinacional.
Mark Fields asumió la dirección en julio de 2014. Los accionistas cuestionaron también la estrategia general que estaba siguiendo todo el directorio de Ford Motor. Bill Ford, presidente ejecutivo y nieto del fundador, admitió su “frustración” con el rendimiento bursátil. “El patrimonio de la familia Ford está ligado a la compañía”, dijo. Lo que no se esperaba era una reacción tan contundente.
Fields echó balones fuera explicando que la caída en el precio de la acción –está por debajo de los 11 dólares la unidad- se debe a que los inversores están preocupados por la cantidad de efectivo que se destina a los nuevos productos de movilidad. “Se trata de mantener un pie en el negocio actual y al mismo tiempo de expandirnos de una manera prudente en nuevas formas de movilidad”, justificó.
Jim Hackett fue fichado hace un año por Ford Motors. Era el consejero delegado y vicepresidente de Steelcase, una compañía que se dedica a material mobiliario de oficina. El consejo de administración anunció su llegada al grupo para dirigir la nueva filial Ford Smart Mobility, que tiene doble sede en Palo Alto –capital mundial de la innovación- y Detroit –capital de la vieja industria.
Buscando ahorros
Ford Motor fue el único de los tres fabricantes de Detroit que evitó la bancarrota hace ahora ocho para reestructurarse pero está teniendo dificultad para articular su apuesta. El miércoles anunció un recorte de plantilla que afectará al 10% de los empleos administrativos en Norteamérica y Asia, que afectará a 1.400 asalariados. La medida excluye a los puestos protegidos por los sindicatos.
La compañía está en un proceso de reducción de costes para preservar la rentabilidad después de que se haya tocado el pasado ejercicio techo en las ventas. Es una manera de ahorrar dinero para poder destinar el efectivo al desarrollo de nuevas tecnologías de movilidad, como sistemas autónomos, servicios de coche compartido, la electrificación del sistema propulsión de los vehículos y la gestión de datos.
General Motors está en un proceso similar pero en su caso la estrategia pasa por sacrificar volumen a favor de rentabilidad, saliendo de los mercados que no rinden como esperaban. Es lo que hizo hace dos años con Rusia. Mary Barra, su consejera delegado, está en proceso ahora de vender la filial europea Opel al consocio PSA y la semana pasada anunció que deja de vender en India.
Ford Motor se puso como meta lograr unos ahorros de 3.000 millones de dólares en un plazo de tres años. A cambio, invertirá de forma “agresiva” en las nuevas oportunidades que emergen en el negocio. El pasado ejercicio fue el segundo más rentable para el grupo, con un beneficio de 10.400 millones. La compañía fue también víctima de la retórica populista el presidente Donald Trump.
Actualidad Laboral / Con información de El País