Estas cuatro frases pueden crear un malestar en el receptor, que en un primer momento quizá no consiga detectar a qué se debe, ya que ha recibido una frase objetivamente ‘neutra’. Aquí los motivos de su nocividad.

 

Hay ocasiones en las que una frase en apariencia neutra puede transmitir falta de interés o apatía. Este tipo de frases pueden crear un malestar en el receptor, que en un primer momento quizá no consiga detectar a qué se debe, ya que ha recibido una frase objetivamente ‘amable’. Aquí algunos ejemplos y los motivos de su nocividad.

‘Recuérdamelo’

Ejemplo contextualizado:

—¿Tenemos una capacitación el próximo viernes?

—Vale, recuérdamelo.

Es una de las frases menos consideradas que alguien puede decir a un colega o compañero de trabajo y he aquí por qué.

Cuando pides a otro que te recuerde algo, estás diciéndole implícitamente que el asunto no te importa lo suficiente como para hacer lo necesario para no olvidarlo (por ejemplo, ponerte una alarma o anotarlo). Además, depositas en él la responsabilidad: si incumples el plazo o faltas a la cita, será ‘culpa’ del que no te lo ha recordado.

Demuestra, también falta de respeto por el tiempo de los demás: como si al otro le costara menos estar pendiente del asunto que a ti. Por si fuera poco, la frase sitúa al que lo dice en una situación de superioridad: ‘si de verdad te interesa que yo haga eso o vaya allí, esfuérzate y recuérdamelo’.

Solo sería aceptable si la dice un superior a alguien que está a su cargo, ya que el trabajo de este último consiste en prestar ese servicio (entre otros) a su jefe.

‘Cuando quieras’

Ejemplos contextualizados:

—¿Cuándo nos reunimos para ver los resultados del mes pasado?

—¡Cuando quieras!

Salvo contadas excepciones, ‘cuando quieras’ no significa lo que dice textualmente. No es una invitación a que la persona invitada aparezca, en efecto, cuando le plazca. Si eso ocurriera, seguramente el primero se mostraría muy sorprendido.

‘Cuando quieras’ denota, en el mejor de los casos, pereza por concretar en ese momento una fecha y una hora y, en el peor, la esperanza de que la otra persona nunca tome la iniciativa y ese ‘cuando quieras’ se traduzca en un ‘nunca’.

Si realmente te apetece ese plan que te proponen, es mejor demostrarlo concretando una fecha o haciendo un resumen de tus preferencias horarias en las próximas semanas, por ejemplo.

‘Ya hablamos/Lo vamos hablando/Lo vamos viendo/etc.’

Estas formas de posponer algo que te da pereza son tan comunes que parece increíble que el que las dice no sepa que el receptor está percibiendo claramente su desgana. A no ser que esa sea precisamente su intención (que el receptor detecte la indirecta).

Si realmente no quieres escabullirte, sino que solo tienes algo de pereza por concretar los detalles, quizá sea mejor evitar estas fórmulas que denotan vaguería y falta de interés y hacer un pequeño esfuerzo por ser más claro: por ejemplo, exponiendo el asunto que hace que no puedas decidirte todavía.

‘No se puede/Imposible’

Un gran porcentaje de las veces que alguien dice ‘imposible’ o ‘no se puede’, el asunto en cuestión está lejos de ser imposible. A menudo se usan estas fórmulas absolutas precisamente para disuadir al otro de encontrar una vía cuando algo es difícil en el caso de que, por el motivo que sea, a uno no le apetece esforzarse por ello.

‘Imposible’, como cualquier otro término absoluto, es antipático y desagradable. Sobre todo porque lo etiquetado como ‘imposible’ es, a menudo, solo difícil.

Actualidad Laboral / Con información de Gestión Perú