01-06-2020

Los confinamientos impuestos por las naciones ricas para frenar la propagación del nuevo coronavirus, y la sacudida que esas restricciones han traído a sus economías, están cortando una línea vital para muchas personas a menudo vulnerables en todo el mundo: miles de millones de dólares en remesas enviadas a casa por familiares que trabajan en el extranjero.


Aproximadamente una de cada 10 personas en el mundo recibe remesas, unas 800 millones, según Naciones Unidas. Los primeros datos muestran que ya se han producido caídas severas por esta crisis. El Salvador, por ejemplo, registró un colapso de las remesas del 40% en abril respecto al año anterior, a 287.3 millones de dólares, según el banco central del país.



El Banco Mundial ha dicho que espera que las remesas globales a las naciones de ingresos bajos y medios caigan en 109,000 millones de dólares, o casi un quinto, en 2020 a 445,000 millones de dólares.


El organismo proyecta además, que la pandemia reducirá los salarios y el empleo de los trabajadores migrantes, que tienden a ser los más vulnerables cuando hay una recesión económica en los países desarrollados.


La fuerte caída de las remesas tiene graves consecuencias para los muchos países del mundo que dependen en gran medida de esos pagos, y cuyas economías ya se están recuperando de una caída de la demanda provocada por la crisis del coronavirus.


Los riesgos van desde el aumento de la pobreza y el hambre hasta las emergencias de balanza de pagos para las economías en desarrollo que dependen del efectivo.


Los puntos vulnerables incluyen India, China y México, los principales receptores de remesas por monto, según el Banco Mundial. Filipinas, el cuarto mayor receptor de remesas, tiene a casi uno de cada 20 adultos de su población trabajando en el extranjero.


El impacto podría sentirse con mayor intensidad en las economías de mercado emergentes y fronterizas, que dependen aún más de las transferencias. El Salvador y la vecina Honduras son particularmente vulnerables. Ambos recibieron remesas que ascendieron a aproximadamente una quinta parte de su Producto Interno Bruto en 2018, según datos del Banco Mundial.


Analistas dicen que el efectivo fortaleció a los sectores de construcción de varios de los países receptores, estimuló el consumo y ayudó a muchos a salir de la pobreza.


Las dos mayores fuentes de pago de remesas del mundo se han visto gravemente afectadas. Estados Unidos, que encabeza la lista del Banco Mundial con envíos globales por unos 68,500 millones de dólares en 2018, ha visto dispararse el desempleo, con más de 40 millones de empleos perdidos desde marzo.


Por otro lado, las economías del Golfo, como la fuente número dos del mundo de remesas, han sido golpeadas por los precios más bajos del petróleo.


Inestabilidad en las remesas latinaomericanas


Se espera que la desaceleración en las remesas desde Estados Unidos revierta un auge de varios años en los envíos a familias de América Latina. Hasta principios de este año, los migrantes de esa región canalizaban sumas récord, según datos de la Reserva Federal y del grupo de expertos basados en ese país Diálogo Interamericano.


La fuerte economía de los Estados Unidos había sido el principal impulsor de los flujos. Especialistas en remesas también dicen que la campaña del presidente Donald Trump para detener la inmigración había ayudado a impulsar el flujo de dinero, pues los migrantes ahorraron más por si eran deportados.


Las remesas a México, Guatemala, Honduras y El Salvador alcanzaron un récord combinado de 57,700 millones de dólares el año pasado. Los migrantes de esos cuatro países representaban en 2017 aproximadamente al 64% de los 10.5 millones de indocumentados que vivían en Estados Unidos, según las estimaciones más recientes del Pew Research Center.


Los primeros datos sugieren un colapso en las remesas por el esparcimiento del coronavirus y a la enfermedad COVID-19 en Estados Unidos. Sectores como los de alimentos y hospedaje que emplean a un gran número de inmigrantes vieron desaparecer los trabajos casi de la noche a la mañana.


Entre enero y abril, las remesas a Guatemala ya habían caído un 20% respecto al mismo lapso del año anterior, a 690.7 millones de dólares. Fue un gran giro para un país que en febrero mostró un crecimiento de las remesas del 17% respecto al año anterior, según el banco central del país.


Guatemala recibió 10,500 millones de dólares en remesas el año pasado, el equivalente a casi el 14% de su economía.


El presidente del banco central de Guatemala, Sergio Recinos, dijo que la disminución de las remesas generalmente tiene un impacto significativo en la economía de su país.


Explicó que aproximadamente la mitad de las remesas se destina al gasto del consumidor, y un 30% a la construcción. Dijo que ya se está sintiendo un impacto negativo en el sector de la construcción.


El director financiero de Western Union, Raj Agrawal, dijo a Reuters que para las compañías de transferencia de dinero más grandes del mundo, el segundo trimestre puede ser el punto más bajo. Él espera que el negocio mejore en los siguientes meses en medio de los paquetes de estímulo económico.


Aún así, se espera que la pérdida de ingresos sacuda las economías latinoamericanas, especialmente a las naciones centroamericanas, donde los últimos períodos de dificultades económicas alimentaron la violencia de las pandillas y las olas de inmigración a Estados Unidos.


En México, la mayoría de las remesas provienen de Estados Unidos. El país latinoamericano experimentó un aumento en las transferencias en marzo, que algunos analistas atribuyeron al temor al deterioro de las perspectivas de empleo en Estados Unidos y a los tipos de cambio favorables.


Pero a pesar de ese aumento, algunos analistas estiman que las remesas podrían reducirse más de 21% entre 2020 y 2021.


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