Acorralado por los mercados financieros, General Electric (GE), el líder industrial estadounidense en crisis, se prepara para dividir nuevamente su imperio a través de la eliminación de activos y miles de recortes de empleos.

Su capitalización bursátil se ha reducido en más de US$100.000 millones desde enero. El fabricante de motores de aviones y turbinas está pagando caro las apuestas fallidas por la rentabilidad a largo plazo del sector energético, particularmente petróleo y gas.

Los accionistas parecen resignados al recorte de dividendos, el primero desde 2009, ya que GE no disponía de más de US$7.000 millones en efectivo a fines de septiembre, mientras que prometió redistribuir US$8.000 millones.

"GE está en una situación de liquidez crítica", dice John Inch, analista de Deutsche Bank.

Scott Davis, de Melius Research, opina que la compañía "se cayó de su pedestal" y agrega que "GE está en modo de crisis y necesita limpiar la casa lo antes posible".

Para recuperar la confianza, John Flannery, director general desde hace tres meses, debe presentar el lunes en Nueva York un plan de recuperación.

"Apretar el cinturón"

En el menú hay un nuevo paquete de austeridad que incluye recortes de empleo, dijo a la AFP una fuente cercana al caso bajo condición de anonimato. El negocio de Power, que produce turbinas a gas y vapor, así como generadores, se vería particularmente afectado, agregó la fuente.

Esto se suma a un programa de ahorro de US$1.000 millones para 2017 y otro de US$2.000 millones ya anunciado para 2018, aprovechando las sinergias, la venta de activos y la reducción del gasto en operaciones y personal, dice un vocero. El número total de empleados pasó de 333.000 a fines de 2015 a 295.000 a fines de 2016.

GE cerrará centros de investigación y desarrollo en Shanghai, Rio de Janeiro y Munich, y mantendrá solo dos en Nueva York y Bangalore (India).

"Está claro que debemos apretar el cinturón" y "reduciremos los costos más allá de los US$2.000 millones", dijo en octubre Flannery, quien tomó las riendas tras 16 años de reinado de Jeff Immelt, marcados por las ventas de Universal Studios, el canal de televisión NBC y activos financieros.

La compañía también podría anunciar la venta de filiales especializadas en transporte e informática médica, según otra fuente.

La primera fabrica locomotoras y sistemas de señalización y el año pasado facturó US$4.700 millones, mientras que la segunda se especializa en la administración de registros médicos e incluye las compañías API Healthcare y Centricity EMR. Es propiedad de GE Healthcare, que tuvo ventas de US$18.300 millones en 2016.

 

La venta de estos dos negocios permitiría a GE dar un paso importante hacia la cesión de activos valorados en US$20.000 millones en dos años.

"Cambio de cultura"

GE también debe reparar una imagen dañada por revelaciones sobre la gestión de Immelt, quien se desplazó durante años con dos aviones, uno de ellos vacío.

Esta práctica refleja el malgasto y la falta de controles internos que llevaron, según los expertos, a la crisis actual.

John Flannery, que está bajo la presión del financista estadounidense Nelson Peltz, ha prometido "cambiar la cultura".

Ya vendió los aviones que transportaban a dirigentes en sus viajes de negocios y eliminó el servicio de automóviles disponible para ellos.

También canceló el tradicional retiro de tres días de los directivos del grupo, en un hotel de lujo en Boca Raton, Florida (sudeste).

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