En países desarrollados, el deporte más parecido al “juego empresarial” es el golf, el deporte rey de los CEO. En otros, subdesarrollados, en cambio es el tenis. ¿Existe alguna relación entre estos deportes y el estilo de dirección empresarial?


El golf tiene “límites muy amplios” y exige “mucha precisión”. Su área de juego es extensa y usa variedad de palos; puedes jugar solo. La precisión es fundamental para ganar, para avanzar “derecho”, para que la bola no caiga al “lago o a los bankers” y meterla al hoyo en la menor cantidad de tiros.


El tenis tiene “límites muy marcados” y exige “mucho desgaste físico”. El área de juego está “encajonada”. El árbitro valida cada punto y su fallo puede ser discutido. Es dinámico, con continuos periodos de descanso, por el desgaste físico y tensión. Es “agresivo” y de mucha intensidad, con un resultado basado en la interacción con el rival. El entrenador te dice qué hacer, la “raqueta” es única y la duración de cada partido puede variar significativamente, impactando en el desgaste y capacidad física del deportista.


Podemos apreciar claras diferencias entre ambos. Pues bien, lo mismo sucede con los estilos de dirección. El “tenista” es controlista, está detrás de “cada jugada” y no deja espacio para actuar. Con reglas específicas y márgenes de decisión limitados. Tiene resultados compartidos que dificultan juzgar una actuación individual. Hay trabajo en equipo y se vive una presión permanente, con muchas reuniones. Es “estresante” y daña relaciones internas y externas, disminuyendo la creatividad, pero acrecentando la eficiencia.


El “golf” es menos controlista, con más poder de decisión. Es confiado y respetuoso de las personas. Los resultados son altamente esperados y exigidos. Donde dar mayor responsabilidad no significa ceder en beneficios o concesiones internas, menos frente al mercado. Cada directivo actúa y decide, liberando tiempo crítico y escaso del gerente general. Es más personalista y con menos “trabajo en equipo”. Cada uno tenderá más hacia un modelo que al otro. Ser consciente de cómo diriges es vital. Siéntete cómodo, confiado y que tus reportes también lo estén. Dirigir, sin duda, es un arte.


Y tú, ¿juegas más golf o tenis?



Actualidad Laboral / Con información de Gestión - Pablo Montalbetti