11-01-2018
Pensaste en un objetivo para el año nuevo? Dejar de fumar, hacer un viaje, ahorrar más dinero, estar más en contacto con la familia, encontrar trabajo, ir al gimnasio, ponerse a dieta, tener pareja… Sea cual sea, hay que ser productivo.
Esto no se limita solo a ponerse fechas límite, comprar una agenda o incluso redactar un plan. Implica también ser productivo para llevarlo a buen puerto. Y para eso conviene tener en mente una cosa tan aparentemente viejuna como absolutamente sabia: la filosofía estoica. Que nadie se asuste, esto no es una disertación sobre metafísica, sino unas sencillas claves aportadas por el pensamiento antiguo, citadas por Time, para ser más productivo en el mundo moderno. Son estas.
Cuida tu tiempo como si fuera dinero
¿El tiempo es oro? ¡No! Es mucho más limitado. Imagínate que todos los días viniera alguien a pedirte 30 dólares. No se los darías, ¿verdad? Pues todos los días perdemos tiempo en cosas insignificantes por la falsa creencia de que tenemos todo el tiempo del mundo. Y no es cierto: al contrario de lo que ocurre con el dinero, el tiempo que tenemos no se puede ampliar.
Es necesario invertirlo adecuadamente. Lo sabía muy bien Séneca, un filósofo estoico de la actual Córdoba, entonces parte del Imperio Romano. Él pensaba lo siguiente al respecto: “Ninguna persona le da su dinero a los viandantes, pero ¡a cuántos le entregamos cada uno de nosotros nuestras vidas! Todos somos muy protectores con la propiedad y el dinero, pero pensamos muy poco en perder el tiempo, la única cosa con la que todos deberíamos ser los avaros más firmes”. ¿Y cómo podemos emplear mejor nuestro tiempo?
Gestiona tus emociones para gestionar mejor tu tiempo
Una de las ideas centrales del estoicismo es perfectamente aplicable al mundo moderno del siglo XXI: las creencias son la base de los sentimientos. Si uno se encuentra sobre un puente que considera frágil, viejo y que se puede caer en cualquier momento, tiene miedo. Si uno se encuentra, en cambio, sobre un puente que considera sólido y resistente, se sentirá tranquilo.
No solo la realidad influye en el sentimiento generado, sino también la creencia que la persona tiene sobre esta. O en palabras del filósofo estoico griego Epicteto, “a los hombres no les preocupan las cosas, sino los principios y nociones que estos se forman alrededor de las cosas”.
Apliquemos este principio a lo de ser productivo. Si le da miedo o pereza ponerse a hacer una tarea, conviene preguntarse qué creencias hay debajo de esos sentimientos. ¿Me da miedo hacer un mal trabajo?
Una posible solución es dividirlo en partes sencillas y hacerlo como un puzzle. ¿Me da pereza porque creo que es aburrido? Quizá sea buena idea darle un nuevo enfoque para lograr mejores objetivos. Dicho esto, si hay muchas cosas por hacer, ¿por dónde empezar?
Lo importante supera a lo urgente
¡No me da tiempo! ¡Se me va a pasar el plazo de entrega! ¡Esto hay que hacerlo ya! Es común, en el día a día, centrarse en las tareas urgentes. Las que tenemos más delante de la cara. Pero conviene no dejar de lado las más importantes, aunque sean a largo plazo.
¿Cuántas veces una madre o un padre pone todo su esfuerzo en las necesidades cotidianas de su hijo -llevarlo al colegio, ayudarlo con los deberes…- y empieza a descuidar otras necesidades menos acuciantes pero más importantes, como jugar con su hijo el tiempo suficiente?
¿Cuántas veces una persona va a una discoteca con intención de conocer a alguien con quien iniciar un noviazgo y con el paso del tiempo se da cuenta de que solo ha tenido ligues de una sola noche? Nunca hay que descuidar lo urgente, sea entregar un trabajo de la universidad, sea llevar al niño al dentista... Pero no se debe aplazar indefinidamente lo verdaderamente importante, como disfrutar de la etapa universitaria, jugar con el niño o disfrutar una relación duradera (si es lo que uno busca, claro).
Lo explica con más elocuencia el filósofo y emperador romano Marco Aurelio: “Es es esencial que recuerdes que la atención que le pones a cualquier acción debería ser proporcional a su valor, porque así no te cansarás y te rendirás (…) Dado que la amplia mayoría de nuestras palabras y acciones son innecesarias, acorralarlas creará una abundancia de tiempo libre y tranquilidad. Como resultado, no deberíamos olvidarnos preguntarnos en cada momento ‘¿Es esta una de las cosas necesarias?'”. Pero una vez señalado lo verdaderamente importante, ¿cómo llevarlo a buen puerto?
El esfuerzo cuenta más que el resultado
Entender sobre qué tenemos control y sobre qué no. Es otra de las ideas principales de los estoicos. Y nadie tiene control sobre el resultado de una acción: solo sobre cómo llevarla a cabo.
De nuevo, toma la palabra Epicteto: “Algunas cosas están en nuestro control y otras no. Las cosas que están a nuestro control son la opinión, la búsqueda, el deseo, la aversión y, en resumen, cualesquiera que sean nuestras propias acciones. Las cosas que no están a nuestro control son el cuerpo, la propiedad, la reputación, el mando y, en resumen, cualesquiera que no sean nuestras acciones”.
Trayendo esta idea al área de la productividad, se concluye que las preocupaciones deben estar centradas solamente en aquello que podemos hacer, no en lo que depende de factores ajenos. Obsesionarse con el resultado y no en lo que podemos hacer para lograr ese resultado es lo contrario a ser productivo, vaya. Un estoico recomendaría centrarse solo en lo que podemos poner de nuestra parte. Es decir, no esforzarse en tener éxito, sino esforzarse en esforzarse.
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